La Ciudad

Lavalle, una vida de película

Pocos saben que Juan Galo de Lavalle, uno de los protagonistas de la epopeya Libertadora, estuvo muy cerca de la actual Mar del Plata cincuenta años antes de su fundación como ciudad.

El propósito principal de esta serie de notas, describiendo geográficamente las calles marplatenses y descubriendo las historias que sus nombres encierran, es en principio dedicarlas a personajes relacionados tanto con nuestra ciudad como a aquellos que la mayoría desconocemos aunque no se relacionen con Mar del Plata. Es por eso que siguiendo un orden ascendente desde el litoral marítimo, ya he descripto a Jesús de Galíndez, Celso Aldao, Victoria Ocampo, Adolfo Dávila, Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Leandro N. Alem y Carlos Pellegrini. A algunos los incluí por su íntima relación con la ciudad y a otros porque consideré que no es mucho lo que sabemos de ellos.

Siguiendo el orden, enumero a Urquiza, General Paz, General Rivas y General Lavalle. Aquí algo hizo que me detuviese: Recordaba haber leído una biografía de Juan Galo de Lavalle en la cual se mencionaba una incursión del mismo por nuestros parajes. Así fue como decidí dedicarle esta nota a aquél a quien el General San Martín denominó “La primera espada del Ejército Libertador”.

El trazado de la calle

Por razones de espacio sólo contaré pocos aspectos de su vida, máxime tratándose de un hombre que vistió el uniforme militar desde los 14 años hasta su muerte a los 44, un hombre que peleó en las actuales repúblicas del Uruguay, Chile, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador y obviamente nuestra Argentina, un hombre al que jamás lo abandonó el pesar por haber fusilado a Dorrego.

La calle que lleva su nombre comienza en el Boulevard Marítimo a la altura del límite norte de Playa Varese. A pocos metros se cruza con Almirante Brown (2300) y con esta y el Boulevard, forma la plazoleta triangular “Almirante Brown-Paseo Sorrento”, inaugurada en noviembre de 2007. Transita por el barrio Lomas de Stella Maris, a partir de Alvarado (3000) por el barrio Los Troncos, desde Rodríguez Peña (3400) por el barrio Playa Grande y recorre a partir de Almafuerte (4000) y hasta Juan B. Justo (5100) donde termina el barrio San Carlos. La última calle que cruza antes de morir en la Av. Juan B. Justo es Vicente López.

Soldado desde la adolescencia

El general Juan Galo De La Vallé nació el 17 de Octubre de 1797 en Buenos Aires y murió en Jujuy el 9 de octubre de 1841. Cuando ingresó al Regimiento de Granaderos a Caballo, a los 15 años, hispanizó su apellido por el conocido Lavalle. Luchó en la Banda Oriental a las órdenes de Dorrego, formó parte del Ejército de Los Andes en el trascendental cruce libertador. Combatió en Achupallas, Chacabuco y Maipú. Marchó al Perú con el Ejército Libertador y participó en las batalla de Pasco, en la de Riobamba, batalla en la que se gana el mote de “León de Riobamba”, y en la de Pichincha. Ya de vuelta a Mendoza contrajo enlace con Dolores Correa.

En nuestra zona

De regreso a Buenos Aires le dieron una misión relacionada con nuestra zona. Hacia el año 1824 las amenazas expansionistas del Imperio del Brasil eran preocupantes. Ante ello el gobernador de Buenos Aires, Juan Gregorio de Las Heras, decidió acercarse a los caciques del interior de la provincia con el fin de evitar un eventual doble frente de conflicto.

Transcribo a continuación un texto obtenido en historicus-daniel.blogspot.com/2014/10/rosas-en- el-tandil.html

“?Por su parte, la comisión que había designado el gobierno para acompañar a Rosas en este cometido, fue integrada además por el coronel de coraceros Juan Galo Lavalle y el ingeniero Felipe Senillosa, además de oficiales de relevancia, tal el caso del comandante Andrés Morel, del sargento mayor Narciso del Valle, además de su amigo, el hacendado Pedro Burgos -a la postre fundador de Azul-, con tropa, víveres, enseres y ganado. Ya dispuestas todas las medidas para efectivizar la misión, cada jefe reunió a sus hombres y luego de distintas marchas, se pusieron rumbo a la laguna del Durazno donde finalmente se encontraron los principales responsables de la misma. El primer trabajo fue relevar la citada laguna luego de lo cual se abrieron las columnas para los reconocimientos: Lavalle y Senillosa, la zona próxima a la costa y la zona de Mar Chiquita y Rosas, las sierras del Volcán (Balcarce). Las tareas fueron intensas y luego de recorrer palmo a palmo la zona, las columnas acordaron reunirse en la zona de Laguna de los Padres, lugar en la que habían estado los padres jesuitas, en 1740, dejando allí las ruinas de sus reducciones. Ya reunidos, decidieron la elección del lugar adecuado para levantar un fortín, en la zona próxima a la citada laguna, por considerarla apta para ello, lo que finalmente no se concretó”.

Sin dudas, una incursión muy cercana y muy poco conocida la que protagonizó uno de los protagonistas de nuestra historia.

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