Policiales

Lesa humanidad: declararon los tres hijos del actor desaparecido Gregorio Nachman

En el debate que se desarrolla ante el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, dieron detalles de la tarde que se llevaron a su padre, de su trabajo y militancia en el área de la cultura. 43 personas son juzgadas por crímenes cometidos en la última dictadura.

En una nueva audiencia del debate oral seguido contra 43 personas por los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar en la Subzona 15, declararon frente al Tribunal Oral Federal de Mar del Plata Eduardo, Claudio y Gustavo Nachman, los tres hijos varones del actor desaparecido Gregorio Nachman.

En representación del Ministerio Público Fiscal intervienen los fiscales federales Nicolás Czizik, Juan Pablo Curi y la fiscal ad-hoc María Eugenia Montero.

En el debate, que tiene como jueces a Roberto Falcone, Mario Portela y Alfredo Ruíz Paz, se juzgan hechos cometidos por 43 miembros de las tres Fuerzas Armadas, la Prefectura Naval Argentina y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en perjuicio de 272 víctimas, que estuvieron privadas de su libertad en centros clandestinos de detención en la Subzona 15, durante la última dictadura cívico-militar.

En la audiencia, Eduardo Nachman -quien al momento de la desaparición de su padre, era un adolescente al igual que sus hermanos- relató que en la tarde del 19 de junio de 1976, previo al día del padre, había ido a buscar unas latas de una película que le había encomendado el actor. Al terminar la proyección y con el pedido en manos, aunque no solía hacerlo, llamó a su casa. Su hermana, que entonces tenía 13 años, respondió el teléfono y le dijo que no vaya porque había problemas. “¿Con papá?”, preguntó él. La respuesta fue que sí y la línea se cortó. De cualquier forma, el joven fue hasta la esquina de su casa y advirtió un gran despliegue de gente armada, un camión y varios autos de civil cruzados, que habían ido a buscar a Gregorio Nachman. Pero él no estaba allí.

Por eso, una parte del operativo se trasladó hasta la avenida Colón y San Juan, donde su padre tenía un negocio inmobiliario -en el que facilitaba garantías inmobiliarias a los compañeros que las necesitaban- donde fue secuestrado y llevado en un Peugeot 504 verde claro, tras lo cual no volvieron a saber de él.

Según su testimonio, al día siguiente comenzaron las recorridas por dependencias policiales y militares y la presentación de habeas corpus sin respuestas. Uno de los sitios que visitaron Eduardo –de entonces 19 años- y su madre fue la comisaría cuarta, “ya famosa por torturas y malos tratos”. Dijeron que buscaban a Gregorio Nachman. “Ah, judío, ¿quién el artista? Ah, puto. Y encima zurdo, ¿entonces para qué buscan?”, relató que le dijeron.

Ante la consulta del fiscal Czizik, Eduardo Nachman relató que por testimonios de ex detenidos “parece ser que estuvo en el Pozo de Banfield, y otra persona dijo que vio a un señor que era actor, que venía de Mar del Plata, que tendría 40 o 50 años, y que parecía demente por las torturas, en el centro clandestino de detención Cuatrerismo-Brigada Güemes”.

Nachman sostuvo que la militancia de su papá no era partidaria: “Él era un actor muy solidario, y como militante de la cultura se juntaba con mucha gente, rechazaba propuestas comerciales, se dedicaba al teatro comprometido”. Sus hermanos, Claudio y Gustavo coincidieron con él.

Desde el secuestro de su papá, se tuvieron que ir y la vida de la familia cambió para siempre. “El exilio, una nueva vida, la semiclandestinidad, la no vuelta a Mar del Plata, la pérdida de un artista, los dolores de la impunidad”, enumeró Eduardo, quien pidió terminar su testimonio con una frase escrita por su padre, hace 70 años, cuando el actor desaparecido tenía apenas 19 años de edad. Estaba escrita en una servilletita, utilizada como un señalador en una obra de teatro que los hermanos encontraron tiempo después: “Hay una noche entre lo real y lo justo. La injusticia se basa siempre en lo legal. Lo justo es lo pobre, lo simple, lo desnudo, lo limpio, lo sano, lo molesto, lo indivisible, lo primitivo. La ley es la defensa de la injusticia opulenta. Lo justo no necesita defensa. La ley puede interpretarse de varias maneras de acuerdo a la injusticia que se quiere justificar. Lo justo no tiene discusión”. Con la voz entrecortada por la emoción que inundó la sala del Tribunal, cerró: “Por eso clamamos memoria, verdad y justicia”.

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