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Opinión 19 de junio de 2016

López y las ruinas de Tangentópolis

por Jorge Raventos

Semana movida. Un domingo atrás, el gobierno de Macri sufrió un serio traspié electoral. En Río Cuarto, “la segunda capital” de Córdoba, donde el candidato presidencial de Cambiemos había obtenido más del 70 por ciento de los votos en el ballotage de noviembre, el oficialismo perdió por 14 puntos a manos del peronismo antikirchnerista de José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti. En esa ciudad, los seguidores de la señora de Kirchner quedaron novenos.

Capacidad de acordar

Durante la semana ocurrieron otros hechos políticos significativos. El oficialismo se acreditó un notable éxito en el Senado nacional -consiguió por abrumadora mayoría el acuerdo para sus dos candidatos a completar la Corte Suprema- y otro en Diputados, donde, también por más de los dos tercios, logró la aprobación del megaproyecto de blanqueo de capitales y reparación jubilatoria, quizás la propuesta más ambiciosa del Gobierno en estos primeros seis meses de ejercicio.

Aquella decisión de los senadores y la de la Cámara de Diputados evidenciaron una saludable propensión a los acuerdos básicos, tanto de parte de la oposición sensata como de parte del oficialismo, que admitió numerosas reformas de su proyecto original en Diputados y pactó reformas futuras en el Senado. Esa capacidad de convergencia debería consolidarse con acuerdos de cogobernabilidad más duraderos y abarcativos.

Los nuevos miembros de la Corte, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, se incorporan al alto cuerpo que preside Ricardo Lorenzetti y no es imposible que en un futuro cercano ese tribunal se amplíe y reciba un refuerzo de su menguada representación femenina, limitada hoy a la doctora Elena Highton de Nolasco. Ese compromiso (que la Casa Rosada demora en admitir para evitarse cortocircuitos con Lorenzetti) fue una de las llaves que aseguraron el voto favorable a los candidatos propuestos por el Presidente, un logro del que el propio oficialismo dudaba en las vísperas.

Por su parte, el triunfo del peronismo cordobesista en Río Cuarto ya evidenciaba una semana atrás el aislamiento kirchnerista, la paulatina consolidación de las tendencias reformadoras en el PJ y la existencia de una corriente de diálogo entre éstas y la Casa Rosada: el gobernador Schiaretti subrayó que la victoria peronista en Río Cuarto no debía interpretarse como una derrota de Macri.

La noche de José López

Todos esos hechos significativos ocurridos en los últimos siete días fueron eclipsados del interés público por el grotesco episodio protagonizado por José López, uno de los personajes más encumbrados, influyentes y grises de la saga K (tres temporadas en escenario nacional y una precuela patagónica),

Aquellas buenas noticias no pudieron batir el rating obtenido por el rocambolesco intento del ex secretario de Obras Públicas, número 2 del ministerio de Julio De Vido y personaje de extrema confianza de Néstor y Cristina Kirchner, de ocultar en la madrugada numerosos bultos y una gran maleta, repleto todo ese equipaje de millones de dólares, cifras menores de otras divisas foráneas así como valiosas joyas, lanzando toda esa carga por encima de una cerca al interior de un convento de clausura habitado por tres ancianas religiosas.

La aventura de José López en sí misma no es material de las páginas políticas, sino más bien de las policiales. Pero indudablemente las consecuencias de esa desesperada tentativa de esconder (con el agravante de nocturnidad) un botín de origen perfectamente descifrable tiene inevitables consecuencias en el terreno político.

En principio, la peripecia acentuó notoriamente, de inmediato, la dispersión y desmoralización en las filas K. Personajes como Hebe de Bonafini y Luis D’Elía resisten con argumentaciones pueriles, pero varios legisladores y voceros tomaron rápida distancia, mientras otros se declaran avergonzados o abatidos, ya sea que se esfuercen por circunscribir los hechos a la figura de López (como si hubiera nacido de un repollo) o que reclamen que el vértice del “proyecto” ofrezca explicaciones plausibles, más que excusas o silencio.

Tangentes: lo que CFK dio y no dio

La expresidente se tomó un tiempo para comentar el episodio pero no pudo escapar a la presión de sus propios seguidores y dijo algo a través de las redes sociales. Nada demasiado diferente a su relato consabido, aunque esta vez con un agregado defensivo y, si se quiere, revelador. Admitiendo implícitamente el carácter non sancto del botín de López, la señora dijo: “El dinero que tenía, alguien se lo dio y no fui yo”. Desde Tucumán, el radical José Cano ironizó: “Tiene razón Cristina Kirchner. Ella no le dio el dinero a José López. Era José López quien debía recaudar para la corona”.

Los estudiosos de los fenómenos de corrupción con dinero público describen el circuito de la tangente (el término que los italianos popularizaron como sinónimo de coima) con un esquema simple: una decisión estatal facilita una rentabilidad extraordinaria a un privado (por ejemplo: sobreprecios en la obra pública, que obviamente pagan los contribuyentes) y este devuelve parte de esa rentabilidad extra a los facilitadores.
¿Quién “da”, en ese caso: el privado que devuelve gentilezas o el poder público que las proporciona (y abona con dinero de la sociedad)?

En Brasil consideran que hay responsabilidades políticas y penales. Las segundas son compartidas (por eso hay importantes empresarios detenidos junto a políticos y funcionarios en los escándalos de corrupción que han estallado en el país vecino) y las primeras deben ser sancionadas en el terreno político (la presidente Dilma Rousseff es sometida a impeachment).

Desde Calafate se emite la idea (difundida por sus repetidoras) de que la clave de la corrupción está “en el que ofrece y da” la coima. Es una visión parcial, que tiende a diluir la responsabilidad de quienes posibilitan (y, si se quiere, generan) el negocio turbio y lo pagan con dinero público. Pero, en términos políticos, ese acento puesto en “los privados” procura movilizar por el temor las fuentes de presión empresariales inquietas por las consecuencias de un eventual proceso “mani pulite” a la brasilera (con la imagen del poderoso constructor Marcelo Odebrecht condenado a 19 años de cárcel).

Por el momento la opinión pública no está reclamando un proceso como el que quiere pintar el kirchnerismo en repliegue. Se limita a reclamar castigo para los benefactores y beneficiarios más rampantes del “capitalismo de amigos”.

Aislamiento K y complicidad de la víctima

En el escenario político, el núcleo duro K se ha autodesestabilizado vía José López. El hecho aísla más a la Gran Referente de Calafate y facilita la emancipación de los sectores peronistas que mantenían una esforzada ambigüedad.

Ya José Gioja, presidente del PJ restaurado, empieza a plantear la necesidad de albergar bajo un mismo techo a todos los diputados de origen justicialista, un expediente para dejar al kirchnerismo en condición de minoría testimonial (algo que la Señora y sus fans rechazarán).

A partir de ahora, habrá que interpretar la actitud de los que se queden a la sombra del kirchnerismo de la Señora sin formar parte de sus huestes, como casos crónicos de complicidad de la víctima.

El patético esfuerzo de José López por “salvar el (dinero) físico” reforzará las ya vigorosas tendencias depuradoras que se observan en la opinión pública. Es posible esperar que se apruebe legislación en ese sentido (ley del arrepentido, recuperación de bienes obtenidos por la corrupción) y que incluso se acrecienten, como expresión marginal y desmesurada, reclamos revanchistas que instan a eludir los principios de la justicia civilizada.

Sin dudas habrá también una presión extra sobre la Justicia. El juez Daniel Rafecas, que tiene denuncias contra López desde 2008, recién le conoció la cara el jueves, cuando lo interrogó por primera vez en Comodoro Py urgido por la atmósfera creada por las valijas con dólares, euros y yuanes. Como él, hay otros jueces federales que merecen el título de “tortuga” que la prensa otorgó en exclusiva a Sebastián Casanello.

La Justicia interesadamente morosa y los jueces de fortuna insondable pueden convertirse en impensadas víctimas de la noche desesperada de José López.



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