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Policiales 22 de diciembre de 2019

Los antecedentes del joven asesinado: el homicidio de un taxista, un crimen por venganza y gran cantidad de robos

A Leonel Agustín Velázquez (20) lo mataron de un tiro por la espalda cuando iba en moto por el barrio Dorrego. Lo apodaban "Mapuche" y cargaba con un pasado repleto de conflictos con la ley.

El asesinato de Rubén Cufré generó conmoción en la ciudad.

“Si no lo mataban, él iba a seguir matando”. Así pronunciada, la frase es casi igual que la que reza: “El que a hierro mata a hierro muere”. Cierto es que se trata de aseveraciones desafortunadas porque se refieren, en efecto, a destinos que parecen imposibles de torcer por muchos (o pocos) esfuerzos que aplique en ello la sociedad.

Y el caso de Leonel Agustín Velázquez, el joven de 20 años asesinado de un tiro por la espalda este domingo en el barrio Dorrego, parecía tener uno esos finales inexorables. Su identidad estuvo preservada en los medios de comunicación desde septiembre de 2014, cuando con tan sólo 15 años fue el autor del crimen del taxista Rubén Cufré, en el barrio Centenario. La ley lo amparaba en ese aspecto, pero quienes instruyen en causas judiciales de Mar del Plata sabían que, más temprano que tarde, de no modificar su conducta “Mapuche” iba a chocarse de frente con su propia muerte.

De alguna manera se equivocaron, porque -vale decir- a “Mapuche” lo mataron por la espalda. El fiscal Leandro Arévalo ni nadie que sepa algo sobre su vida duda en que fue un ajuste de cuentas o una venganza, pero por el momento no hay sospechosos identificados: sólo un aprehendido pero no está clara su participación en el hecho.

Consultadas por LA CAPITAL, distintas fuentes que tuvieron acceso a expedientes formados por delitos en los que “Mapuche” estuvo incriminado ratificaron las frases que dan comienzo a esta nota: “Si no lo mataban, él iba a seguir matando”. Es que el de Cufré no era el único crimen que se le adjudicaba. De hecho, ese caso no se le pudo imputar porque en aquel entonces, por su edad, era no punible para la ley argentina.

Sin embargo, a mediados de 2016, ya con 17 años, “Mapuche” fue acusado de matar a Marcelo Pili (30). Finalmente, la policía lo detuvo y la Justicia de Menores le dictó sentencia condenatoria. En ese marco, estuvo alojado en el Centro de Contención de Batán hasta abril de 2019 cuando se le otorgó la libertad asistida, etapa previa a la condicional que, según los datos recabados por este medio, iba a dictársele en 2021.

Como en el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil las penas suelen reducirse a pesar de que se trate de hechos graves, a “Mapuche” le otorgaron la mencionada morigeración y fijó domicilio en Lomas de Zamora. Esa fue una preocupación para los investigadores que habían instruído en causas en las que figuraba como imputado. En particular, para el fiscal Walter Martínez Soto, quien hace dos meses había solicitado que se le revocara la libertad luego de que la policía de La Matanza lo detuviera en ese distrito y, al requisarlo, hallara en su poder documentos falsos.

Como por esa detención ocurrida en el conurbano bonaerense no había sentencia condenatoria, la Justicia no hizo lugar al pedido de Martínez Soto y “Mapuche” continuó su vida en libertad.  Pero no se trataba de un sujeto dócil para augurar un posible tratamiento que permitiera su reincersión social. De hecho, a modo de repaso por el prontuario de “Mapuche” podían encontrarse rápidamente dos crímenes, una tentativa de homicidio cometida en Roldán al 100 y dos robos calificados agravados por el uso de arma de fuego. Entonces, sus años dentro del Centro de Contención de Batán y los cursos de peluquería que llevó a cabo allí, no fueron suficientes para reencausar su camino.

“El problema es que en la Justicia de Menores no hay control sobre la ejecución de las penas”, refirió un informante en diálogo con este medio. Y agregó: “Por eso, no se sabía ni dónde estaba este muchacho. Una locura, porque se depende de que caiga preso por otras causas para conocer su paradero”.

Quienes lo conocieron manifestaron que su actitud “era pésima”. “Era muy inteligente, muy vivo para cometer delitos. No articulaba cinco palabras seguidas pero lo agarraron pocas veces si se tiene en cuenta la cantidad de cosas que hizo. Tenía muy escasa tolerancia a las frustraciones y cuando uno le hablaba y le comunicaba algo desfavorable para él enseguida tenía actitudes violentas”, añadió la misma fuente.

Y finalizó: “Supuestamente decía que estaba trabajando de peluquero y que le cortaba el pelo a sus amigos, pero siempre tenía alguna excusa para explicar por qué no cumplía con las medidas judiciales”.

Lo cierto es que “Mapuche” ahora fue asesinado y el fiscal Leandro Arévalo deberá investigar si el tiro que recibió en la espalda fue consecuencia de un ajuste de cuentas por sus conductas del pasado, o si se trata de un hecho enmarcado en una venganza reciente. Para los que creen en las frases de los destinos incorregibles, murió en su ley.