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La Ciudad 21 de septiembre de 2016

Los artesanos locales, entre la indiferencia y las pocas ventas

Por Marina Golvan

La baja de arribos durante los fines de semana largos no ayudó a repuntar una temporada de verano que no cumplió con las expectativas. Vigentes los reclamos de revalorización del espacio y la difusión, el sector ya reconoce que cada vez son menos los que apuestan a la artesanía. 

El Paseo Diagonal refleja una imagen un tanto desoladora. Con más de la mitad de los puestos sin actividad, los tablones y los fierros son los protagonistas de un sector que, históricamente, forma parte de los espacios propicios para el intercambio cultural y la representación de nuestras costumbres y tradiciones más arraigadas. 
Regulados y supervisados por el Departamento de Ferias Artesanales de la Secretaría de Cultura del municipio, estos espacios fueron creados para las expresiones culturales que allí se desarrollan, y si bien desde la administración explican que “los artesanos son permisionarios de los espacios que ocupan y han sido elegidos mediante concurso de selección, de acuerdo a las vacantes disponibles y por orden de mérito”, hoy en día pocos son los que apuestan a esta actividad, haciendo de un paseo que supo ser tradición en la ciudad, un reflejo más de la difícil situación económica. 
“Estamos bastante abandonados, siempre hemos intentado que mejoren el espacio, es nuestra forma de vida”, asegura Azucena, una artesana que cuenta con 14 años de experiencia en la Feria ubicada en Diagonal Pueyrredon, entre Rivadavia y San Martín, vendiendo principalmente sweaters y demás artesanías relacionadas con el tejido. “Decidí ser artesana porque la falta de trabajo a mi edad hacía imposible conseguir algo, así que decidí hacer un emprendimiento propio”, explica y agrega: “tejo con mi hija, hacemos de todo. Todo lo que se pueda tejer, se teje”. 
Ante la consulta sobre si percibió mayor cantidad de turistas en el último fin de semana largo, Azucena respondió: “Dijeron que había venido gente y acá no se notó nada, fue como un fin de semana común”.

“La gente no quiere gastar”

En línea con lo anterior, Braulio, que realiza artesanías de plata y cristal, sostiene que “los últimos fines de semana, se siente que la gente no quiere gastar por precaución. Es eso lo que está pasando, tenemos fe de que cambie. Esperemos que el cuarto trimestre mejore”, bromea en relación a las altas expectativas que el gobierno nacional puso en el segundo semestre del año.
Por su parte, uno de los delegados con 25 años en el sector, Alejandro, aseguró que “en general, para el artesano la venta siempre baja en invierno porque la ciudad no tiene movimiento. En este año en particular, ha pasado lo que ha pasado en todo el país, las ventas están más duras, los fines de semana comunes prácticamente no se notan y los fines de semana largos se trabaja poco, por eso hay una merma de artesanos. En general muchos artesanos optan por salir a vender a otro lado. Esto pasó siempre, pero estos últimos años no sólo hay muchos artesanos que viajan, sino que buscaron otros trabajos alternativos por la falta de ventas”.
De todas maneras, hay quienes sostienen que la mala temporada estival no impactó tanto como la baja de las ventas actuales. Este es el caso de Javier, quien está en la Feria desde 1984. “Repercute porque se vende menos. La temporada de verano no se notó tanto, se está notando más ahora. El costo de vida aumentó mucho, hay un costo de transporte y estar acá en la intemperie hace que necesites tomarte algo caliente. Hay gente que si no vende no arriesga ese costo”, expresó.

Reclamos históricos

El movimiento de artesanos, tanto local como nacional, ha logrado su espacio gracias a un consistente esfuerzo de no relegar el sentido esencial de la actividad. Lejos de los parámetros comerciales de un sistema capitalista, el artesano se sustenta gracias a sus propias elaboraciones, creadas en un marco de multiculturalidad.
La imposibilidad de sacar de este proceso un rédito económico mayor del que le llega al artesano, puede que favorezca a que reine sobre el sector ciertos vestigios de indiferencia.
En este sentido, los artesanos siempre han manifestado la necesaria revalorización del espacio que ocupan, como también han insistido en la mayor difusión de sus actividades, que el suministro de servicios esenciales, como el agua, sea garantizado y la modificación de la ordenanza que obliga al pago de un canon.
Sobre esto último hizo hincapié Daniel, uno de los delegados de la Feria ubicada en las cercanías de Playa Varese. “Hay algunos reclamos puntuales como el baño y el agua, ya que dependemos de la voluntad de los comercios cercanos”, indicó.
En cuanto a la revalorización del espacio público que ocupan, Alejandro sostuvo que, salvo los mosaicos que se colocaron en la cantera ubicada en la entrada de la Feria que fue realizado por Cultura, el resto de los arreglos corrió por cuenta de los propios artesanos.
Asimismo, expresó una de las complicaciones con las que los feriantes de Diagonal Pueyrredon deben lidiar cotidianamente: la gente de situación de calle que utiliza los puestos vacíos para refugiarse. “Hace cuatro años que se instalan en los puestos. Los funcionarios te dan como excusa que es porque la feria queda armada en el invierno y en realidad es una cuestión de la que se tienen que ocupar ellos. Si no estuvieran durmiendo debajo de la Feria, estarían durmiendo en el hall de un edificio”, detalló Alejandro.
Por otra parte, muchos de los artesanos entrevistados aseguraron que la poca difusión de sus actividades no los ayuda, como tampoco la poca voluntad de hacer de estas ferias el espacio cultural que efectivamente representan.
“En cuanto a políticas culturales toda la costa atlántica deja mucho que desear. Yo viajé a Catamarca y fui tercera mención en joyería y acá hay muchos artesanos premiados que nunca se les ha dado el reconocimiento. Lo peor es que el que termina perdiendo es el público porque el artesano no trae acá sus productos”, sostiene Kanki, hijo de familia de artesanos locales.