La Ciudad

Los cinco copones sobrevivientes

Llegaron a Mar del Plata desde Francia hace más de un siglo, cuando el corredor costero marplatense se pobló de exquisitas obras escultóricas. Cinco de ellos sobrevivieron a nuestra larga historia de pérdidas.

por Costanza Addiechi

Rodeada de imágenes antiguas que muestran nuestras esculturas en blanco y negro y atrapada por la magia del momento que evocan, me propongo acercarles cada semana parte de su valiosa historia.

Entre ellas hallamos unos copones de hierro fundido. Piezas escultóricas en sí mismas, con diseños de exquisita riqueza que reproducen fielmente el refinado trabajo de un artista.

Traídos de Francia y fundidos en Val D`Osne, ocuparon sitios destacados de la ciudad y acompañaron los jardines cuidadosamente delineados de los primeros años del 1900.

Los encontramos en el Paseo General Paz, la Explanada Sur y Norte, el frente del Hotel Bristol, emplazados como verdaderas obras de arte sobre pedestales que realzaban su belleza. Mar del Plata a principios del siglo pasado se vestía con las mejores galas europeas para recibir a los exigentes turistas. Así llegaban de París estas piezas increíblemente logradas con un material que hasta ese momento era considerado sólo para la construcción.

A mediados del 1800 la demanda de figuras decorativas y mobiliario urbano crecía vertiginosamente, a la par de los espacios públicos de las grandes capitales que pretendían imitar los admirados jardines franceses. De este modo se expande la renombrada Fundición de Arte de Val D’Osne, creada en 1835 por el ingeniero francés Jean Pierre Victor André, un hombre que pudo prever el desarrollo que tendrían los paseos y anticiparse a la necesidad que esto provocaría. Un visionario que se adelantó a la revolución industrial y a las técnicas de reproducción por moldes que más tarde se popularizarían. En pocos años sería identificada como la Fundición de Arte más famosa en el mundo.

En 1851 André muere y su viuda vende la empresa al ingeniero y ex alumno de su marido, Gustave Barbezat, quien incrementó notoriamente la producción y amplió las instalaciones extendiendo sus bodegas al boulevard Voltaire de París en 1863. Es allí cuando comienzan a aparecer en las obras las inscripciones identificatorias con las palabras Voltaire-Paris. Las esculturas de nuestra ciudad que fueron traídas de Francia poseen esta marca que determina el período al que pertenecen.

La fábrica se había convertido en una verdadera ciudadela industrial de actividad permanente, que empleaba a cientos de trabajadores, ingenieros, diseñadores y afamados escultores. Los catálogos llegaban a Latinoamérica y junto a ellos la elegancia y distinción que caracterizaba la ornamentación neoclásica francesa.

Como siempre mencionamos, en el año 1938 comienza a rediseñarse el paseo costero marplatense basándose en una modernidad que arrasaba con los antiguos conceptos. Las piezas escultóricas se retiran como si ya no fuesen admitidas en este nuevo perfil urbanístico. La mayoría son destinadas a las siete plazas fundacionales, algunas a corralones municipales y otras sufren destinos inciertos. Cinco copones sobrevivieron al paso del tiempo y hoy tenemos el privilegio de conservar dos en Plaza España, dos en el Archivo Museo Histórico Municipal Don Roberto T. Barili, Villa Mitre y uno en el ingreso al Museo José Hernández.

Copones de hierro que recorrieron un largo camino desde la revolución industrial a la era de la información. Si pasan cerca de ellos dedíquenles una mirada y la historia se abrirá ante ustedes. Su valor sólo puede ser validado por los ojos de aquel que los observe. Les propongo devolverles el reconocimiento por la enorme riqueza artística que encierran para poder preservarlos como parte del inestimable patrimonio escultórico que posee nuestra ciudad.

Las reliquias marplatenses y sus bocetos originales

Las imágenes nos muestran dos copones que se encuentran en el acceso del Archivo Museo Histórico Municipal Don Roberto T. Barili, Villa Mitre, y junto a los bocetos que pertenecen a los catálogos originales de la fundición.

 

Los copones como el resto de las piezas escultóricas y mobiliario urbano se encargaban a través de catálogos que incluían alrededor de 40.000 objetos firmados por 60 escultores. Hoy, estas obras de hierro fundido se encuentran en más de 50 países.

Las reproducciones de Val D’Osne son tratadas bajo específicas medidas de conservación a causa del inevitable degrado que sufre el material al estar expuesto a la intemperie. En nuestra ciudad se estudió profundamente el tema, decidiendo de acuerdo a la ubicación y función de las esculturas el método a aplicar.

Los copones no han sido aún restaurados pero están dentro del plan de obras a intervenir.

(*): Directora Coordinadora de Restauración de Monumentos Históricos MGP.

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