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La Ciudad 8 de febrero de 2017

“Los lectores no quieren elegir los finales y ser cómplices, sino que buscan que sea feliz”

La española María Dueñas es autora de "El Tiempo entre Costuras" -con 5.5 millones de ejemplares vendidos y traducida a 25 idiomas- y de "La Templanza" -donde cita a Mar del Plata-. Pasó por Verano Planeta.

por Albertina Marquestau

Su historia de vida podría ser el argumento de una novela. Doctora de Filología inglesa, madre, esposa y ama de casa. Un día cae en la cuenta que sus niños son adolescentes e independientes y tiene tiempo libre, así que quiere darle un giro a su vida. Entonces empieza a escribir una historia que le está dando vueltas desde hace un tiempo. Corre el 2008 y comienza una novela que tiene como protagonista a una joven española, modista, cuya vida transcurre durante la Dictadura de Franco. Un año después la novela ve la luz bajo el título “El Tiempo entre Costuras” y enseguida se convierte en un éxito. Alcanza hoy los 5.5 millones de ejemplares vendidos, la traducen a 25 idiomas y llega a la televisión como una miniserie. Después de compatibilizar durante un año la vida académica y de novelista, María Dueñas elige la segunda y emprende un camino lleno de alegrías. Pero ni el éxito ni la exposición pública le hacen perder la cabeza. Disfruta tanto el contacto con sus lectores, como que muchos hayan conocido sus historias a través de la televisión.

Está por primera vez en Mar del Plata, ciudad que citó en su última novela “La Templanza” y nunca imaginó que conocería personalmente. Llegó como invitada de la 20º edición del ciclo Verano Planeta.

Metódica a la hora de trabajar y relajada al momento de establecer lazos con los lectores, Dueñas cree que la lectura del libro en papel sigue vigente al igual que el género de la novela. Por eso trabaja en su cuarta publicación, de la que no adelanta nada, pero donde seguramente estará impregnado “el estilo Dueñas”, donde el detalle está presente en todo el relato y nada queda librado al azar.

– Usted nombra a Mar del Plata en La Templanza, ¿en algún momento se imaginó que iba a estar aquí?

– La verdad que no.Y confieso que no sé por qué cité Mar del Plata porque estaba con la idea de que mi personaje quería ir a Argentina, a Buenos Aires, o al Río de la Plata y no quería ser reiterativa repitiendo el mismo topónimo siempre, así fue que surgió Mar del Plata. Pero no sé qué conexión hice en ese momento. Pero bueno (risas) creo que fue una premonición inconsciente.

– ¿Cómo fue que pasó de la vida académica a la literaria?

– Fue un poco intencional y casual. Llegó un momento después de 20 años dedicada a la vida académica que me apetecía hacer otra cosa y siempre pensé que sería algo más superpuesto a mi actividad profesional cotidiana. Yo por entonces ya había conseguido mi plaza de profesora permanente, de funcionaria en la Universidad Española, con lo cual ya tenía seguridad profesional y esas metas conseguidas.Tenía tiempo por primera vez en mi vida, mis hijos iban creciendo, había un poco de sosiego. Así fue como empecé a escribir sin tener en principio, ni la intención ni el don de la adivinación para saber que esta nueva fase acabaría superponiéndose a la otra y desplazándola. Pero fue a raíz de la publicación de El Tiempo entre Costuras y la gran aceptación de los lectores, lo que me hizo plantear durante un año después de que saliera el libro, seguir compaginando los dos ámbitos.Llegó un momento en que me di cuenta que no podía, era imposible porque requería muchos viajes, dedicaciones que no podía llevar las dos cosas al 100%. Pero se me abría este nuevo camino que me parecía muy apatecible, así que opté por cerrar aquella puerta y dedicarme de lleno.

– ¿Es metódica para el trabajo? ¿Viene eso de su vida académica?

– Sí, viene mucho de eso. Sin mi bagaje académico no habría sido la escritora que hoy soy. Es verdad que he transferido muchas de mis rutinas, procedimientos y planteamientos de trabajo de un ámbito a otro. Entonces hay cosas como el rigor, que es tan importante en la vida académica, que yo lo traspaso a la escritura probando datos, confirmando, no dejando nada al azar sin contrastarlo. La disciplina de trabajo es importante también.La vida académica tiene muchas horas de dedicación a las clases, los alumnos, la corrección. Como escritora hay muchas horas de soledad, lectura, etc.Entonces mi experiencia te da un rodaje vital para pasar muchas horas sin distracción, la capacidad de abstraerte, las largas jornadas, todo eso lo tengo de mi vida académica, hasta cuando tengo que hablar con la prensa o dar una charla a los lectores.

– La descripción de una calle, de una ciudad o de un personaje son para usted importantes y parece que no deja nada librado al azar…

– Sí que me esfuerzo mucho, pero además no me supone trabajo porque me gusta. Me apasiona encontrar los pequeños detalles.Yo viajo siempre a los escenarios, los paseo y observo. Me documento antes cómo eran en el pasado y después voy buscando qué vestigios quedan, contrasto, miro por dónde viene la luz o cuánto se tarda en llegar de un sitio a otro. Y sí que en esas cosas intento ser rigurosa y fijarme en esos pequeños detalles para no terminar en una narración que sean puros brochazos, sino que haya esa pincelada fina que es donde está la riqueza de la textura.

– Esos detalles seguramente deben haber ayudado a la hora de adaptar El Tiempo entre Costuras a la televisión, y La Templanza ahora…

– Yo supongo que sí. Desde que El Tiempo entre Costuras se publicó -cuando no había ningún proyecto de serie a la vista-, todo el mundo me decía que era muy cinematográfico porque hablo de los colores, los ambientes, de las imágenes que quedan plasmadas en la retina. Intento que cuando los lectores van pasando las páginas y va transcurriendo la acción, llevarlos casi de la mano en un paseo visual.

– ¿Cómo se da la elección de los personajes y el proceso de creación de sus novelas?

– Cuando empiezo a escribir tengo un planteamiento del libro bastante serio lo que no significa que esté al 100% en una cuadrícula como si condujera con un GPS que me va a llevar definitivamente, pero gran parte está ya planificado. Empiezo normalmente con la decisión del escenario. Suelo elegir aquellos que ya conozco, me gustan y tengo un vínculo cercano o afectivo, o porque me parecen seductores de alguna manera. Y una vez que decido eso, me planteo el momento histórico, investigo, y luego empiezo a trabajar en los personajes y voy decidiendo por dónde los voy a llevar. Incluso los personajes secundarios, la trama y el desarrollo de la aventura vital de ellos está decidida. Entonces digamos que trabajo con un mapa de carreteras bastante definido pero siempre con un espacio abierto.

– En La Templanza es llamativo que hasta casi la mitad del libro no aparece citado el nombre del libro ¿Cómo se hace para mantener la intriga?

– A mi editora le di a leer el manuscrito casi a mitad de la historia y recuerdo que me decía: “¿Dónde está La Templanza y dónde está la chica”? (risas) Pero resulta que cuando llegan entran con fuerza a la novela. Esa es una decisión personal, yo quería que a la mitad de libro fuese Mauro, sus circunstancias y las situaciones inesperadas que lo obligan a cambiar su vida.Y luego que una vez transcurrido el 50% de la novela se abre hacia él, todo ese nuevo mundo que va a traer La Templanza, Soledad y un abanico de nuevas perspectivas vitales absolutamente inesperadas.

– ¿Le gusta que las historias cierren con un lindo final?

– No quiero que sean finales negativos. En principio no era mi intención hacer finales felices pero me pasó con El Tiempo entre Costuras que lo dejé  relativamente abierto y hubo muchos lectores que se enojaron conmigo.Incluso me recriminaron, pero yo quería ofrecerles la opción de que dicidiesen su propio final y hacerlos cómplices del destino de los personajes, pero no les gusta. Me he dado cuenta que los lectores no quieren eso, sino un final feliz siempre. Yo intento hacer unos finales relativamente abiertos, no cerrarlos, pero siempre encaminados a un futuro prolífero.

– En esta época que se habla de pérdida de los lectores del libro en papel, ¿qué mirada tiene usted como escritora?

– Estamos en un mundo cambiante y el mundo editorial es verdad que está viviendo un proceso de muchos retos. Hay cuestiones sobrevenidas que todavía están sin resolverse: ¿Qué va a pasar con el libro? ¿con los lectores del libro clásico? y ¿con los avances tecnológicos con una lectura más fragmentada? Hay retos como la piratería por ejemplo, pero creo que el sector editorial tiene músculos suficientes para ir adaptando mientras vive momentos de pérdidas o incertidumbre. Se están reiventando constantemente porque nada volverá a ser como antes, pero esa capacidad de readaptación que tenemos los humanos creo que el sector editorial lo sabrá aplicar.