Opinión

Los límites de Cambiemos aún distan de ser conocidos

por Orlando D'Adamo

El triunfo de Cambiemos tiene implicancias que superan la mera contabilidad de legisladores. Aunque es evidente que una elección legislativa ofrece una pauta mensurable de su resultado -esto es: la mayor o menor cantidad de legisladores luego del acto electoral-, también mide otras cuestiones de orden simbólico. Quiénes son los vencidos, en qué consiste la victoria y cómo se proyecta en el futuro pueden dar una entidad a un resultado electoral que supera la simple aritmética.

La victoria de Cambiemos se enmarca en esta última descripción. A partir de esta victoria electoral, que supera más del 40% de los votos, Cambiemos se constituye en una fuerza nacional de relevancia. Su triunfo en los mayores distritos electorales del país así lo atestigua. El presidente Mauricio Macri es uno de los grandes ganadores de la noche junto con la gobernadora María Eugenia Vidal. En un segundo plano, los resultados de Córdoba y la ciudad de Buenos Aires también lo son. Además, la configuración del mapa electoral argentino muestra a Cambiemos venciendo en zonas del país casi impensables. Algo está cambiando en el comportamiento electoral de los argentinos y, para suerte del oficialismo, los que menos se enteran son sus opositores y muy especialmente el kirchnerismo.

La ex presidenta dio un discurso acorde con sus antecedentes, tergiversando el resultado -“Somos la única fuerza que creció luego de las PASO”- y rescatando la victoria en otros distritos. Su lectura de los resultados recordó el famoso 5% de pobreza. Sólo existió en su imaginación. Para preocupación del peronismo y felicidad del oficialismo, se autoproclamó como la fuerza opositora por excelencia y ella, no podía ser de otra manera, su legítima líder. Es probable que luego de la victoria en la provincia de Buenos Aires, esa haya sido la segunda mejor noticia de la noche para el presidente y su equipo. Curiosamente no mencionó a Santiago Maldonado tal como lo venía haciendo en todos sus presentaciones. ¿Será porque ya terminaron las elecciones?.

No felicitó a los vencedores ni reconoció explícitamente su derrota que, por cierto, es la primera que sufre desde que el kirchnerismo se definió como tal. Cristina, fiel al personaje que “no traspasó la banda presidencial”, sobreactuó su derrota y la quiso transformar, al menos discursivamente, en victoria. Conocida su dificultad con los números en general, con excepción de la contabilidad de sus empresas, puso al peronismo en un brete poselectoral de proporciones: la sucesión está abierta y eso siempre significó una guerra interna cuyo costo es difícil de calcular a priori.

Las terceras fuerzas tuvieron una muy pobre elección y en algún caso su existencia parece pender de un hilo.

El oficialismo no superó definitivamente sus debilidades numéricas parlamentarias pero, sin duda, se fortaleció en términos relativos y sus negociaciones para obtener apoyo en el Congreso tendrán un aval superior. Cambiemos es una fuerza política compleja y cuyos límites aún distan de ser conocidos.

(*): Director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano.

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