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Observatorio del Paisaje 21 de marzo de 2023

Los “otros” animales de un jardín

Por Nico Antoniucci
Por Nico Antoniucci

En esta columna siempre hablamos fundamentalmente de dos aspectos del paisaje: la botánica y el diseño. Abarcamos desde aspectos ambientales y ecológicos hasta de su relación directa con la calidad de vida, midiendo subjetivamente desde el alma e, incluso, basándonos en estudios científicos como en el campo de la neurociencia. Ahora bien, no recuerdo nunca que hayamos hablado sobre los otros animales que habitan los jardines: los domésticos y los salvajes.

Dentro de la variedad de animales que habitan o que visitan nuestros jardines podemos dividirlos en dos grandes grupos básicos: los deseables y los indeseables. Hablaremos de los mitos que los envuelven y que enredan nuestra facultad discernitiva y nos hacen tomar malas decisiones, incluso a veces muy injustas. Y como si algo tiene mi lector es una gran vocación por la justicia se va a quedar justo hasta el final para enterarse de muchas fake´s topics para no volver a meter la pata y lo harán dormir con la conciencia tranquila.

Pasaremos revista rápida al grupo de los indeseables para sacarnos expeditivamente el tema de encima y pasar rápido a lo que nos gusta. En el grupo de las visitas indeseables tenemos al animal más homicida del mundo: el mosquito. Sabemos que ningún otro plebeyo de este reino animal ha matado y matará más gente en la historia de la humanidad que este sujeto chupasangres volador y que lo único que podemos hacer para evitar que nos ande rondado cerca es deshacernos de todos los recipientes de agua que anden dando vueltas y tapar o tratar químicamente los que no nos queda otra que tener a cielo abierto como las piscinas. Si tenemos estanques naturales es fundamental que en ellos vivan sapos, ranas y peces que se alimenten de las larvas y las mantengan a raya. Si cosechamos agua de lluvia, lo tendremos que hacer en recipientes con tapas a los que se les puede agregar sulfato de cobre que, de paso, es bueno para las plantas.

Tambien hay que soportar a veces la presencia de roedores como lauchas y ratones que pueden transmitir el virus Hanta, leptospirosis, salmolenosis entre otras “osis”. Para reducirle la cancha a estos inteligentísimos animalitos es muy importante la higiene urbana, exigiéndole a la municipalidad y a los vecinos del barrio mantener sus propiedades habitadas y baldías en condiciones: pasto corto y espacios ordenados. Tambien es fundamental acá el manejo de los residuos urbanos colaborando con el servicio sacando la basura en horario y en bolsas y/o contenedores adecuados. Como con el mosquito, este problema se resuelve entre todos.

Podríamos tambien traer a colación una múltiple de variedad de insectos domésticos y de jardín pero de esto podemos desarrollar mucho más que una columna de enfermedades de las plantas así que pasemos directamente al grupo de animalitos que hacen mejor la vida de nuestros jardines.

A diario nos visitan aves, que además de encargarse de la musicalización del paisaje también son el terror de gusanos e insectos que atacan nuestras plantas. También estamos observando la tímida aparición en algunos jardines en estas latitudes de Geckos, unas simpáticas lagartijitas que se alimentan fundamentalmente de insectos, entre los cuales las cucarachas de pequeño o mediano porte pueden estar dentro de su dieta. Es raro encontrarlos en Mar del Plata porque son del clima subtropical y tropical, pero tampoco veíamos antes cucarachas y sin embargo cada día es más frecuente encontrar. Este animalito no reviste peligro alguno para las personas aunque se recomienda no tocarlos, ya que si bien es raro, pero como el resto de los reptiles puede transmitir salmonella. Matarlos o correrlos sería un acto de injusticia ya que sabiendo que solamente no hay que tocarlos basta. Se pude convivir con ellos sin ser amigo o enemigo, como con el resto de los vecinos amigos: una relación de respeto y entendimiento basta y sobra.

Otro animalito que es injustamente combatido son las abejas. Con el Diario del Futuro nos lamentaremos haber matado una abeja por el tonto miedo de que nos pique. En esto el cine no ha colaborado mucho con películas como “Abejas Asesinas”, “El Nido de la Reina”, “Picadura Mortal” entre otras. La pura verdad es que las abejas solo pican si se las atrapa o ataca su nido. Y que en la enorme mayoría de las veces una picadura de abeja no produce más que un poco de dolor y molestia. Nada a lo que no hayamos sobrevivido de niños y que por nada del mundo justifica su eliminación cuyo beneficio no se contrapone ni un poquito, no solo a la miel que producen, sino a la polinización del reino vegetal, fundamental para la reproducción de las plantas y, por ende, el soporte de la vida en la Tierra. ¿qué debemos hacer si una abeja se nos acerca? Nada, mirarla y disfrutar su vuelo. Y si estamos con un niño, enseñarle lo que estos bichos hacen por el mundo. Si el cine hizo estragos sobre tus nervios, te sugiero ver Bee Movie, Sabor a Miel, con la famosa actriz Queen Latifah, Mr Holmes, donde al final de la vida del afamado investigador Sherlock Holmes se dedica a la apicultura y nos enseña sobre las bondades de estos animalitos.

En localidades periféricas como Sierra de los Padres o Batán, por ejemplo, podemos tener la visita de otros reptiles mayores, como el lagarto overo. Esta imponente lagartija puede llegar a medir un metro y medio de largo y llegar a causarnos un susto grande por su aspecto de dinosaurio pero su dieta no incluye humanos ni perros ni gatos. Como pequeños roedores, otros pequeños reptiles, insectos y puede alternar la alimentación con frutas y verduras. No intentes alimentarlos porque son muy costumbristas y un día le arrancarán la comida de la mano pudiéndote morder sin querer pero ocasionando dolor y desagradables infecciones. Lo mejor es sacarle una foto y dejarlo ir. No son animales domésticos, solo una visita ocasional. Domesticarlos es tan injusto como combatirlos. Hay que vivir y dejar vivir, ahí radica la sabiduría de las relaciones entre especies.

Como venimos viendo, hay muchas especies que por no haber sido bendecidas con el don de la belleza nos generan una repulsión que indica a nuestro instinto a atacar injustamente. Pero el animalito salvaje que más injusticias a sufrido en estos arrebatos defensivos en los jardines marplatense han sido las Comadrejas. Hasta con el nombre nos hemos encargado de descargar en ellas el desprecio cultural. Su verdadero nombre vulgar es Zarigüeya y la Fox también se ha encargado de darle un mejor papel en la historia dadoles un simpático papel en “La Era del Hielo 2”. A estos animales salvajes se los ha relacionado equivocada y, tal vez, imaginativamente con roedores. La realidad es que son marsupiales, como el canguro, el koala o el walabi, descendiente de una muy antigua familia de marsupiales americanos y que han sobrevivido a los cambios ocurridos en el continente a lo largo de millones de años sin necesidad de evolucionar, por lo que se los considera un fósil viviente. Estos animales, como decía, lejos de ser un roedor, se alimentan principalmente de ratas, ratones y lauchas y gracias a sus poderosos antígenos no transmiten las enfermedades que pueden portar. Tambien comen huevos de paloma y pueden llegar a alimentarse de los ejemplares adultos. Otro dato: dentro de su dieta están las serpientes venenosas y culebras. Son animales fundamentales para los ecosistemas ya que son agentes de control demográfico de otros que pueden considerarse plagas. No son peligrosas. Son animales sociales y pacíficos. Bajo amenaza recurren a mecanismos defensivos pasivos: abren la boca y gruñen, orinan o defecan con el objetivo de ahuyentar al depredador, sobre todo mediante aromas pestilentes y en otros casos recurren a la técnica de la #tanatosis, o sea, “fingen” su muerte. Hoy casi no las vemos más como antes y la única razón es la caza aversiva. Estamos perdiendo mucho, mucho de verdad a nivel eco sistemático dentro del medio urbano por no superar el asco que nos dan. Dejémoslas tranquilas, lo mismo que con los Lagartos Overos; ni domesticarlos y asesinarlos. Si vienen nos hacen un favor, y si los dejamos ir el favor se los devolvemos.

Antes de pasar al plano de animales domésticos, cabe comentar que la última moda en Europa son los erizos. Al igual que con la desinformación y aversión con las comadrejas o zarigüeyas, los erizos en una época fueron combatidos en los jardines por antipatía y, no solo se estaba perdiendo la biodiversidad sino que se desaprovechaba los beneficios de este importante agente de control. Está visto y comprobado materia de estupidez no tenemos la exclusividad, sino que es algo endémica en la raza humana, y nos salvamos ninguno.

Los animales domésticos embargan un párrafo aparte, ya que en el caso de algunos como gatos y perros, podríamos decir que más que considerarlos una parte del ecosistema del jardín deberíamos incluirlos en la nómina de propietarios junto con los humanos. Podríamos llenar de contenido la revista entera, pero lo importante y esencial es que se tenga en cuenta a la hora de elegir mascota las dimensiones del jardín con la variable “tamaño adulto / tipologías de carácter”. Un pequeño jardín no resiste la presencia de un animal pesado o de uno de carácter “eléctrico” que no pare de correr y escarbar todo el día. A los perros de cualquier raza hay que sacarlos a pasear para que se recreen y calmen ansiedad y stress y vuelvan cansados al hogar. Eso disminuye el nivel de travesuras que luego lamentamos en nuestro paisajismo. Recordar que los animales de raza no son adornos, debemos elegirlos por nuestras propias características de vida y educación y evitar los que puedan ser una amenaza potencial para personas, otros animales y/o congéneres. Criar animales dóciles y amigables es una verdadera responsabilidad y enseñarles a sociabilizar es una obligación implícita en la crianza. Hoy podemos informarnos fácilmente como hacerlo y tomar la decisión de adoptar uno es para mantenerla por poco más de una década y no solo durante el entusiasmo del período de cachorro. Toda la falta de atención, educación, paseos y juegos lo padeceremos no solo con la infelicidad del animal sino con lo que estos luego le hacen a nuestros muebles y plantas.

El jardín es un aula abierta, aquí aprendemos de la vida y enseñamos a nuestros hijos y nietos. La naturaleza se manifiesta, solo hay que frenar un poco el ritmo y abrir los ojos. Observar es mucho más que mirar.



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