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Deportes 25 de mayo de 2018

Los primeros héroes

Por Vito Amalfitano

El Abrazo del Alma, la foto que recorrió el mundo de Ricardo Alfieri, de El Gráfico.

Separar “la paja del trigo”, esa es la cuestión. No hacer eso fue el “error” histórico que se cometió, interesadamente o no, con el Mundial 78. Y todas las infamias que se dijeron sobre una goleada previsible, la de Argentina sobre Perú, que de hecho había tenido un antecedente a poco de comenzar el Mundial, en un partido en Lima, que la Selección ganó por 3 a 0.

La Copa del Mundo de Argentina, efectivamente, se disputó bajo un régimen de dictadura cívico militar. Tocó así, lamentablemente. Porque la designación Argentina la había recibido por parte de la FIFA en tiempos aún democráticos. Como también “le tocó” así a los italianos bajo el régimen de Mussolini.

Pero, como dijo hace un tiempo Leopoldo Jacinto Luque (a quien se le murió un hermano durante ese Mundial y lo jugó con un brazo fracturado, literalmente dejando “la vida” en la cancha), ni él ni ninguno de sus compañeros tiraron “paredes con Videla”.

La gente (siempre “detrás está la gente”, como dice Serrat) ya en ese mismo momento, hace 30 años, supo poner las cosas en su lugar. Quienes estuvimos en la cancha de River aquel plomizo domingo 25 de junio de 1978 podemos corroborar lo que escribió Osvaldo Bayer en su libro “Fútbol Argentino”, que desde las tribunas populares fue silbado el Dictador pero que todos, claro, después, celebraron la victoria sobre Holanda y la obtención del título del mundo.

Los que vimos al penoso Brasil de Coutinho en la cancha en Mar del Plata en aquel tiempo, contra Suecia y España, sabemos que ese fue el peor Brasil de la historia y que no se necesitaba ninguna “conspiración” para que no ganara el Mundial. Es más, sólo hubiera alcanzado con que Cardeñosa no se hubiera acordado de todos sus familiares y no se hubiera parado a dedicárselo a cada uno antes de dignarse a definir con todo el arco de que da a la popular Sur a disposición. Y ese Brasil, el peor de la historia, también goleó a Perú, por 3 a 0, y se supone que con ningún “soborno” de por medio.

Acá no hay falsa inocencia. Nadie dice que al gobierno militar no le interesaba ganar el Mundial. Y ni siquiera se niega que hayan “visitado” el vestuario de Perú, como ya lo afirma la mitología popular. Lo que está claro es que los peruanos no pudieron haber apuntado a los palos en las situaciones muy claras que el equipo tuvo en el arranque de aquel partido en Rosario. Y que las infamias desmerecen el valor de los otros héroes campeones del mundo de Argentina. El amor propio de Luque, que luchó contra todo para llegar a la final del Mundial en medio de desgracias personales; la potencia de Kempes, uno de los elegidos de la historia del fútbol argentino; el “timming”, la personalidad y la solvencia de Passarella; las “voladas” de Superman de Fillol; la técnica y el espíritu de Olguín para sobreponerse a críticas despiadadas y convertirse en uno de los mejores jugadores de la Selección; y la capacidad de conducción de César Luis Menotti, el hombre que le puso una bisagra a la historia del fútbol argentino. Que marcó el antes y el después. De cuando la Selección era algo desechable, a cuando se transformó en prioridad 1, respetando el estilo de su escuela, la del toque y la gambeta, y agregando la organización que siempre faltó a la hora de competir al máximo nivel.

Ellos fueron los primeros héroes. Los que abrieron el camino. Sin ellos, nada de esta historia que estamos contando, y que repasamos cada cuatro años, sería posible. Duele, es lacerante, el contexto. Y las víctimas del terror que se vivía por aquellos días. Pero la campaña en contra de la conquista deportiva no la llevaron adelante justamente los familiares de esas víctimas. Sino algunos comunicadores interesados en desmerecer todo lo que significaron Menotti y sus héroes para el fútbol argentinos. Hasta uno de ellos años después terminó firmando indultos contra genocidas.

Desconocer o ensuciar el logro deportivo de haber sido campeones del mundo en el 78 le falta el respeto a todo lo que vino después y a todo lo que se construyó antes. El fútbol argentino está mucho más allá de las miserias y las infamias.

@vitomundial