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Arte y Espectáculos 5 de octubre de 2020

Los Rodríguez vuelven sobre sus recuerdos: “Fuimos Tequila reposado”

Andrés Calamaro, Ariel Rot y Germán Vilella repasaron parte de la historia de la banda, durante la presentación de "Sol y Sombra. Los Rodríguez".

El crítico musical Kike Babas junto a Ariel Rot, Andrés Calamaro y Germñan Vilella durante la presentación del libro "Sol y sombra. Biografía oral de Los Rodríguez", en Madrid. Foto: EFE | Zipi.

MADRID, España.- Han sido unas pocas horas y con el único objetivo de presentar una biografía, pero tres de los cuatro miembros supervivientes de Los Rodríguez protagonizaron este lunes un reencuentro histórico en el que reflexionaron, por ejemplo, sobre qué los hizo especiales como banda en los años 90.

“Fuimos Tequila reposado”, resumió Andrés Calamaro de la idiosincrasia de aquella asociación de poco más de 6 años junto al baterista Germán Vilella y dos de los exintegrantes de Tequila, Ariel Rot y Julián Infante.

Fueron ellos los que hace aproximadamente 30 años acudieron a buscarlo al aeropuerto de Barajas de un vuelo procedente de Buenos Aires, donde dejó casa, pareja y carrera, para “renacer con bigotes” y emprender aquella aventura musical recopilada en “Sol y Sombra. Los Rodríguez” (BAO Bilbao Ediciones), de Kike Babas y Kike Turrón, autores en 2013 de la biografía de Leño.

“Andrés y yo éramos muy colegas y para mí era fundamental que viniera, porque habíamos establecido una alianza musical muy poderosa. La única condición que le puse a Julián para empezar esto fue que yo traía al cantante”, rememoró Rot.

Pese a que ya habían probado a otro vocalista antes (Fernando de Diego), bastaron tres acordes juntos para convencer a Vilella de que la “epifanía” del exTequila era correcta y de que no se confundían con Calamaro, quien venía con solo una canción bajo el brazo (“Demasiado tarde“) y el título de otra (“Algo se está rompiendo“).

Foto: EFE | Zipi.

Foto: EFE | Zipi.

“En sus apenas 6 años juntos no tuvieron tiempo de hacer un mal disco o de tener un bajón”, destacaron los autores sobre el motivo de esta obra que reúne un centenar de testimonios, además de “la sana dosis de sexo, drogas y rocanrol que tan bien le sienta a las biografías musicales”.

Entre las anécdotas rememoradas, se citaron hitos como su concierto en la madrileña cárcel de Carabanchel, de su “vibración inquietante y la tensión con los celadores” (que revisaron hasta el bombo “por si uno de los presos se metía dentro”) y de cómo Calamaro se reencontró allí con un viejo conocido (Jose, “el que movía costo en Malasaña”).

Siete años de trabajo necesitó la biografía, más de lo que duraron en activo Los Rodríguez, aunque en poco más de un lustro publicaron con gran éxito los álbumes de estudio “Buena suerte” (1991), “Sin documentos” (1993) y “Palabras más, palabras menos” (1995) y que en 1996 lanzaron el recopilatorio “Hasta luego” solo como despedida temporal.

“No era una separación en realidad”, precisó Vilella. “Fueron 6 años de muchísima intensidad en los que quizás vivimos lo que otros grupos en una década o nunca. Podíamos pelearnos por un acorde y dejar de hablarnos durante dos horas, así que ese tiempo quizás fue suficiente”, reflexionó Rot.

El suyo no fue un recorrido de altura en Latinoamérica (“No se dieron las condiciones para poder hacer giras por toda Latinoamérica, pero hubiésemos gustado mucho en Colombia y Perú”, opinó Calamaro), pero su música sí llegó a Argentina y tocaron las estrellas en España.

En este país pisaron los mayores escenarios, como la plaza de Las Ventas de Madrid, cuyo histórico concierto de 1993 volvía estas últimas semanas en forma de disco al “top 10” de la listas de ventas, prueba de que su legado sigue teniendo interés.

A pesar de ello, solo Rot y Calamaro se reencontraron en los escenarios en 2006 para una pequeña gira llamada “Dos Rodríguez” y, más recientemente, en 2019, también con Vilella para grabar la canción “Princesa” en homenaje a Joaquín Sabina. ¿Por qué no regresar de nuevo a lo grande?

“Podríamos haberlo hecho en el año 2000, pero fue cuando falleció Julián y no sé dónde estábamos cada uno. Para mí el reunirnos habría sido una auténtica salvación”, respondió Calamaro respecto a aquel momento en el que él acababa de publicar su disco en solitario “El salmón”.

Para más inri, en 2006 murió el guitarrista Guille Martín, que había formado parte de sus filas, y en 2007 se suicidó Daniel Zamora, el que había sido el único bajista del grupo.

Calamaro, que recordó “a los amigos ausentes” (“a los que dedicamos cada nota desde que no están”, añadió), divagó sobre cómo habría sido su continuidad.

“Me gusta pensar en Julián como ‘Dickey’ Betts en los Allman Brothers, escribiendo canciones instrumentales; nos habríamos puesto aún más serios con el ritmo, porque ya intuíamos que el compás era importante para nosotros”, opinó el argentino, al subrayar lo mucho que ensayaban temas como “Engánchate conmigo” o “Milonga del Marinero y el capitán” para “hacer rodar ese ritmo híbrido”.

Esos compases mestizos que igual bebían del flamenco de Bambino, de la conga o de los Stones, que de los estadounidenses Texas Tornados llevaron a que se hablase de ellos como vanguardia del “rock latino”.

Para ellos, dijeron, eso era Santana. “Es de donde a mí me venían todas esas escalas, pero no teníamos ni tenemos un concepto de qué es rock latino”, precisó Rot sobre un término que, según Vilella, “se inventó la industria para vender a otros grupos como Maná”.

“Aún hoy no lo comprendemos; no nos gustaba sentirnos parte de una movida que no entendíamos”, suscribió Calamaro, antes de concluir con pocas palabras cómo es la relación a día de hoy entre Los Rodríguez: “Si entonces éramos primos, ahora somos hermanos”.

EFE.



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