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Arte y Espectáculos 15 de marzo de 2020

Luciano Crispi: “La idea es abrir pensamiento”

Le puso el cuerpo a un pibe de la villa en "Menea para mí" y fue la mamá trans en "Lo que quieren las guachas", dos obras que, durante el verano, generaron una gran corriente de público en Mar del Plata. El actor cuenta cómo elaboró estos personajes, que se arraigan en una fuerte tradición del teatro social.

Crispi, en la piel de Mariela, personaje clave de "Lo que quieren la guachas".

“La clave en Mariela fue la maternidad y la clave en El Maxi fue la mirada”. Tras una larga charla, el actor Luciano Crispi sintetizó los dos personajes con los que se lució este verano. Integrante de la compañía de la dramaturga y directora Mariana Bustinza, el actor volvió a ser “El Maxi”, el chico de una villa en la obra “Menea para mí” -por segundo año consecutivo en Mar del Plata- y brilló en “Lo que quieren las guachas“, una pieza en la que le puso el cuerpo a Mariela, una mamá trans divertida, profunda, verborrágica y adoptiva de dos adolescentes.

Ambas obras, junto a “Gorila” -tercera parte de la trilogía teatral de Bustinza- fueron un verdadero éxito de público en el teatro independiente local y ahora regresaron al circuito off porteño.

“Las obras que hacemos con Mariana son materiales que si no están atravesados cien por ciento por el cuerpo, por la emoción, por la voz, si no nos parten a la mitad no se cuenta lo que se quiere contar”, expresó, en una entrevista con LA CAPITAL.

Es que estos textos dramáticos tienen un perfil social muy marcado: en las dos obras que interpretó, la mirada está puesta en las personas excluidas, apartadas, discriminadas por su condición de villeros o de trans, y marcados por una sociedad indolente, intolerante.

Tras esta experiencia, el intérprete nacido en el barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, aseguró que aprendió a conocerse y a conocer qué clase de trabajos son los más desafiantes para sus enormes ganas de actuar. “Ahora no sé si me bancaría hacer un material que no me mueva, que no me atraviese fuerte”, esbozó.

Y siguió en esa misma línea: “Cuando nos subimos a un escenario, nuestro rol es abrir universos distintos, lejanos. La búsqueda es experimentar universos ajenos. La idea es abrir pensamiento, y que eso pueda contarte algo, porque si yo estoy en un flash personal pero a vos no te pasa nada, no va. Se que no haría una obra que pase sin pena ni gloria en cuanto a mi tránsito como actor, no me refiero al éxito material”.

– ¿Cómo apareció Mariela?

– Fue un desafío más grande que hacer El Maxi. La gran duda era cómo accedía a lo femenino. Y en un momento del proceso creativo me di cuenta de que encarando lo maternal se organizaba todo lo demás, se organizaba toda la construcción de género autopercibida por Mariela. Se organizaba el mundo femenino y el mundo marginal que deja estigmas en los cuerpos. Lo primero que llega (del personaje) es que es una mamá, es indudable que es una mamá y es de donde me agarro fuerte para poder sostener todo lo otro.

– ¿En algún momento pensaste en la posibilidad de que el rol de Mariela lo hiciera una actriz trans?

– Al principio no. Me cegó tanto la idea y lo quise hacer. Cuando lo hablé con Mariana me dijo que ésa era una elección artística. Estoy a favor del cupo laboral trans. Pero acá estaba el ego del actor. Me parecía divertido desde la experimentación. Nunca hice de una chica. Me interesaba lo que tiene que ver con lo no binario, esto de no saber en qué casillero ponerte.

– ¿Y el personaje de El Maxi, cómo lo trabajaste?

– El Maxi me generó más miedo, en su momento. Estaba lejos, era inabarcable para mí. Yo no soy un actor que construya desde mí, desde mi estructura, me gusta el desafío de ir siempre por lugares diferentes, eclécticos y por suerte creo que estoy pudiendo experimentarlos. En un momento sentí que era demasiada la violencia, el enojo (del personaje). Yo vengo de una familia de clase media trabajadora, no me crié en una escena muy alejada de las necesidades comunes de una sociedad, pero sentí que no iba a poder llegar por el respeto que me merece contar estas vidas tan difíciles. ¿Y con qué autoridad moral? No tenía autoridad moral, ¿qué voy a decir yo de esto? Y apareció nuevamente el ejercicio actoral de abrir el juego a probar cosas ajenas, eso hizo que me animara, porque en definitiva es una construcción ficcional. Ahí está la maravilla.

– ¿Te fijaste en alguien en particular?

– Mucho en la calle, me puse a mirar mucho en la calle, cuando estaba en el centro, en Corrientes, en Callao. Estaba en un semáforo y trataba de disimular, porque tampoco se trata de una cosa de laboratorio. Prestaba un segundo de atención a esa situación que mi propio prejuicio me ponía en alerta. Cómo habla, qué le pasa, ¿está cansado, está drogado, no comió, no cenó ayer’ Y cuando empezás a pensar en eso no hay forma de que no lo traslades a la construcción del personaje.

– El Maxi es muy sexual, ¿por qué?

– Supongo que cuando hay una carencia muy fuerte, una necesidad muy marcada, hay que reforzar la alegría, y ¿qué me da alegría? El baile, enamorarme, enamorarme desaforadamente, perderme por amor, si no tengo otra cosa por qué perderme. Aparece el no filtro. Ya no es ‘Tengamos un hijo cuando podamos…’ No. Son siete hijos con vos, todo, porque es a lo que accedo. Los personajes se sexualizan, el cuerpo es cien por ciento erógeno. Culturalmente el ordenamiento es más riguroso y tiene que ver con la clase. Acá el cuerpo no deja de ser erógeno, si estás afuera de todo… me tengo a mí y si me destruyo me destruyo a mí. Yo lo interpreto así. Si está todo perdido ¿por qué no me voy a ir a reventar al baile?

– ¿Qué clase de personajes harías después de estas experiencias?

– Hay algo de la búsqueda constante, y eso no me restringe en cuanto a cine, a tele, si no hago mucho cine o tele es porque es difícil acceder. Siento que hay una posición snob… algunos actores no consumen determinadas cosas o determinados circuitos. Si yo hiciera una telenovela vería cuál es el mayor grado de verdad que le pudo dar al personaje. Por eso dejé de criticar lo que se hace en tele, porque andá, recibí la escena el día anterior, grabala en cuatro tomas y fijate cómo te sale. Yo haría todo, es una necesidad. Mi primera profesora de teatro en el Conservatorio me decía: “Si no es verosímil que no sea”. Que no sea. Estás ahí para que te crean, aunque hagas un café concert, te tengo que mirar a los ojos y algo te tiene que pasar. Y ahí entendés que no tiene que ver con las formas, los personajes para que no sean una forma o un estereotipo tienen que estar sostenidos internamente.