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Arte y Espectáculos 28 de diciembre de 2021

Luis Gorelik: “El director de orquesta déspota por suerte no existe más”

Entrevista a uno de los mejores directores de orquesta de Argentina. El artista habló de Piazzolla y de la necesidad de abandonar las miradas previsibles de su música, también se refirió al rol social de las orquestas y a las enseñanzas que deja la pandemia. Mar del Plata no estuvo ausente en la charla.

Luis Gorelik.

 

“Me gustaría que desde Argentina surjan ciertas reversiones” de la música de Astor Piazzolla, dijo este martes el maestro Luis Gorelik, destacado director de orquesta que se encuentra en Mar del Plata.

En una charla con LA CAPITAL, el músico destacó el rol social de las orquestas y defendió la idea de que esos organismos abandonen la comodidad de un teatro para llevar sus repertorios a otros lados, y así proponer música a  todas las comunidades que financian a las orquestas. “Soy un defensor a ultranza de ese tipo de acciones”, aclaró.

De voz poderosa e ideas claras y concisas, este artista es considerado uno de los mejores directores de orquesta de Argentina. Docente, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos y guitarrista, alabó al actual titular del Sinfónica de Mar del Plata, Javier Más, a quien consideró “un lujo, un excelente profesional y con una enorme proyección”.

“Mar del Plata tiene una Orquesta Sinfónica y sería muy bueno poner en valor esa orquesta, que la ciudad la conozca y que reciba todo lo que tiene que tener”, apuntó, conciente de las necesidades que tiene este organismo municipal, sobre todo en materia de integrantes.

Astor Piazzolla, las relecturas de su obra, la pandemia y su repercusión en el trabajo de las orquestas y el mito del mal carácter de los directores fueron algunos de los temas abordados por el reconocido artista en esta entrevista.

 

“El más reversionado”

 
“Las relecturas de Piazzolla en el mundo son múltiples -analizó-. Hay de todo tipo, algunas buenas y otras no, debe ser en este momento el compositor más reversionado en todo el planeta. Algunas se asientan en lugares comunes y previsibles y hay otras más interesantes, más audaces”.

Gorelik, nacido en La Plata,  llegó como director musical invitado para dirigir la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón, en el seno de un homenaje al autor de Adiós Nonino y Libertango.

El artista explicó que esas relecturas pueden reforzar el sonido de una música que ya se hizo, en el marco de una visión que llamó “historicista”. Es decir imitar lo que se hacía. O bien, dijo, esas relecturas pueden proponer otras variaciones, que busquen una impronta diferente y, a la vez, evolutiva de la música.

“Creo que esa siempre es la postura más interesante: asentarse sobre el conocimiento estilístico, pero no tratar de ser una mera recreación de lo que ya se hizo, porque en ese caso sería más fácil poner un disco. Lo interesante para que la obra musical crezca es que sea releída y reversionada desde distintas miradas, eso le da vida y razón de ser a una obra musical”, agregó el especialista, que en la actualidad dirige la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos.

-¿Por qué Piazzolla es el más reversionado en todo el mundo?

-Porque la estructura musical de Piazzolla se asienta en una base muy clásica. La estructura casi siempre está asentada sobre una base barroca, esto es facil de entender por cualquiera. Ahora el mismo Piazzolla usaba eso como plataforma de lanzamiento y después hacía una creación armónica más compleja. De hecho, él releía y reversionaba su propia música. Y además, creo que por cuestiones que tienen que ver con la estética imperante en este momento, tiene que ver con la industria del disco. Desde hace 25 años en Estados Unidos comenzó a imponerse el World Music, una apertura hacia lo étnico. Es un concepto comercial, y para ese concepto la música de Piazzolla vino como anillo al dedo. Además, prácticamente no hay músico clásico que no haya querido tocar a Piazzolla. Algunos, como los de jazz, han ido más allá. Y otros como Gerardo Gandini, que fue el último pianista de Piazzolla, grabó un disco que se llama Post tango, porque llegó a la conclusión de que la música de Piazzolla funcionó como un dique, estéticamente lo que venía después era una mirada retrospectiva.

-¿Incluir a la música de Piazzolla dentro de la World Music implica rebajarla, sobre todo para el público argentino?

-Para nosotros que somos argentinos… el World es una mirada centralista, desde el que maneja la industria. Los argentinos solemos tener una mirada policéntrica de lo estético. Por supeusto que para nosotros Piazzolla no es World Music, es otra cosa. Ahora tiene un lado B, aquí en Argentina paradógicamente cuesta salirse del modelo piazzolleano. Las relecturas más interesantes se encuentran en otro lado, no en Argentina.

-¿De dónde?

-Vengo de dirigir un concierto en Alemania, con un músico sensacional de la República de Tartaristán, Aydar Gaynulin, que toca el bayán, que es un acordeón grande con muchos graves. Y me encontré con una lectura tan fresca y tan viva. En esos lugares uno se encuentra a veces con lecturas innovadoras de la música de Piazzolla, porque ellos están liberados de los condicionamientos que tenemos nosotros, que respetamos cierta tradición. Y hay que tener cuidado porque sino seguimos mirando hacia atrás todo el tiempo. Me parece maravilloso que se haga un homenaje a los cien años de Piazzolla, pero me gustaría que desde Argentina surjan ciertas reversiones.

-Es que de alguna manera Piazzolla fue el que sentó las bases para la música del futuro.

-El mejor homenaje que se le podría hacer a Piazzolla es reversionar su música con mucha audacia, es lo que he dicho siempre.

 

“Desafío de la educación musical”

 

-¿Nota interés entre los músicos para empezar en el camino de la dirección orquestal?

-Desde hace varios años soy docente en el Departamento de Música de las Universidad Nacional de las Artes y tengo muchos alumnos de distintos puntos del país y de latinoamérica. Siempre es una profesión que atrae, que subyuga, lo que sí creo que la realidad está cambiando y creo que el campo laboral potencial es mucho más amplio de lo que era hace treinta años. Hay que abrir la mente hacia nuevas opciones, es decir el director de orquesta cuyo único campo de aplicación profesional es el Teatro Colón o la Sinfónica Nacional o la Sinfónica de Berlín creo que deja pasar a su alrededor un campo muy rico. Ha cambiado mucho por suerte, el país ha crecido mucho, hay orquestas juveniles que antes no existían, hay toda una mirada hacia lo social desde lo artístico. Y es un dato de la realidad y además lo tecnológico que nos envuelve de una manera diferente. Yo lo que yo trato de hacer con mis alumnos es abrirles la mente en el sentido de que la vida de un director profesional no termina en Brahams o en Mozart sino que va más allá. Puede enriquecerse muchísimo, es un desafío de la educación musical y de la educación artística.

-¿Qué hay de cierto acerca del mito del mal carácter de un director de orquesta?

-Eso se asienta sobre ciertos usos y costumbres que fueron quedando desechados. La verdad es que la danza clásica como la música tienen una tradición de muchísimo autoritarismo y eso ha ido cambiando, mi generación es un eslabón intermedio entre una generación que era sumamente autoritaria y otra que ha dejado de serlo. Y nosotros estamos en el medio del cambio. El director de orquesta déspota por suerte no existe más. Y eso tiene que ver con ciertos cambios: que se haya ido prestigiando el rol del músico como un trabajador, es básico ser bien tratado y que tenga buenas condiciones laborales.

-La danza y la música son territorios de mucha disciplina, de mucho tesón…

-Ahí está, tanta disciplina desde una edad tan temprana… son actividades que se prestan a un ejercicio autoritario del liderazgo, o de la docencia o del director que está parado adelante. Lo han comentado Marta Argerich, Bruno Gelber, yo he visto en la ciudad de Mar del Plata en mis años de estudiante a un director que no voy a nombrar maltratando a los músicos de la Orquesta Sinfónica Municipal. Y eso es impensable hoy.

-¿Cómo afectó a las orquestas la llegada de la pandemia y del encierro?

-Nos afectó y nos enseñó. Yo me quedo con la enseñanza, yo soy director de la Orquesta de Entre Ríos, y a nosotros nos abrió una serie de opciones que antes no las considerábamos seriamente y ahora sí. Podemos hacer nuestras actividades por streaming, por vías digitales, que antes eran explotadas poco. La resultante es que hemos ganado público, prefiero quedarme con eso. Para mi es un aprendizaje, si bien creo que no se ha inventado nada más hermoso que una buena orquesta tocando en una sala de concierto. Pero no se le puede dar la espala a la realidad. La pandemia a la música clásica y a las artes escénicas nos ha interpelado. Nosotros tenemos una responsabilidad muy grande, porque las orquestas en Argentina, salvo una, son todas estatales. Y es una gran responsabilidad por parte de los programadores concebir la tarea como un servicio que vuelve a la comunidad que la financia.

-A veces no se entiende eso…

-La mayoría de las veces no se entiende eso.

-¿Qué piensa sobre sacar a las orquestas a tocar por fuera de los teatros, a plazas, a centros culturales, a barrios?

-Para mi es bueno. Yo he sido titular de siete orquestas y las he llevado a lugares impensados, desde San Antonio de los Cobres (en Salta) a los penales de máxima seguridad. Eso es importante a pesar de que se paga un precio en las condiciones, es más cómodo en el teatro pero lo que se gana del otro lado es muy valioso. Es responsabilidad del organismo exponerse, mostrarse y asumir los riesgos. Soy un defensor a ultranza de ese tipo de acciones.



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