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Arte y Espectáculos 15 de junio de 2019

Luis Machín le pone cuerpo y alma a un hombre atribulado en “El mar de noche”

La única función de esta obra con un texto "delicioso, tremendamente poético" será hoy a las 21.30 en la sala Payró del Teatro Auditorium.

Luis Machín con la marquesina de la obra detrás.

Luis Machín pone el cuerpo y el alma a un hombre enamorado. A un hombre angustiado casi hasta la inmovilidad por ese amor perdido. A una persona que se enfrenta al desamor y la soledad, a lo irremediable de lo que ya no se puede recuperar.

A partir de un texto “delicioso, tremendamente poético” de Santiago Loza, con aportes y dirección de Guillermo Cacace, la obra “El mar de noche” llega este sábado, a las 21.30, a la sala Payró del Teatro Auditorium.

El texto fue ganador de los premios: Teatro XXI 2017, Premio Ace 2017, Premio Luisa Vehil, Premio Teatro del Mundo, Premio María Guerrero y Premio Trinidad Guevara.

Justamente a pocos metros del mar, como señala el texto, el querido actor conocido por sus papeles en cine y televisión, encara una vez más a este personaje que le demanda un “gran desafío físico” debido a “la energía contenida” que tiene.

A horas de volver a subir a escena con esta pieza -que ha girado por distintas provincias y que se presentó en dos oportunidades en Chile y participó en un festival de teatro en Holanda- Machín habló con LA CAPITAL sobre su trabajo.

“El unipersonal, de por sí, tiene algo complejo. Habiéndolo hecho ya por 3 años tomé mayor conciencia del nivel de enorme responsabilidad que tiene. Genera una obligación que es mucho más grande, siempre es complejo. Y en este caso, al ser temas que atañen al ser humano esencialmente, se pueden recibir de manera distinta pero calan profundamente”.

– ¿Situaciones en las que no nos detenemos, no queremos mirar, atender, como la soledad, la angustia, las pérdidas?

– Uno trata de no pensarlo porque es doloroso. La situación del desamor, de la imposibilidad de la persona de la que uno sigue enamorado es doloroso entonces uno trata de mirar para uno costado hasta que le toca.

Lo interesante que tiene, más allá de que es un hombre que ha perdido a su amor, es que intenta desesperadamente conectar con él, de alguna manera el habla con esa otra persona. El unipersonal está muy basado en el diálogo con ese otro que no ve el espectador pero que está en la cabeza de este hombre y a quién le habla.

Es un hombre que demanda un nivel de energía de introspección muy grande. Lo interesante de esta obra no está dado en un despliegue en el escenario, sino que está muy concentrado en un lugar, el sillón, diciendo lo que le pasa y eso tiene un plus a la hora de elegir verla. Es declaradamente una obra para quienes elijan escuchar un texto delicioso como es el de Santiago Loza y un trabajo de interpretación que llega a la gente después de una elaboración muy grande.

– Tengo entendido que trabajó mucho sobre la posibilidad de llevar ese personaje a la teatralidad…

– Más de dos años, porque es un texto muy poético y la poesía a veces atenta contra el hecho teatral, porque hace hincapié en las palabras, cómo son utilizadas. Encontrar la manera de que pueda ser vista y tenga un lenguaje teatral nos llevó mucho tiempo y en lo personal necesité tomarme un tiempo para decidir hacerla para ver si estaba en condiciones de hacerla. Una vez que vimos que era posible, nos llevó un año y medio más hacerla. Ahora estoy muy contento de hacerla en Mar del Plata, ciudad a la que no he llevado muchas cosas.

– Desde los físico también fue un desafío? ¿Esa quietud física contra la tormenta emocional?

– Te diría que es muchísimo desafío. En un momento hacía esta obra y otra con otro actor, Idiota, que tenía un gran despliegue en el escenario. pero terminaba mucho más exhausto en Un mar de noche que en la otra. Ese carácter implosivo que tiene, de una energía muy contenida es muy demandante de un nivel de concentración y de atención que todavía es muy superior a una obra con despliegue histriónico amplio. Es un personaje que está plantado y desde ahí, contando el estado en el que está, atribulado, atravesando esta situación de una enorme angustia que lo tiene casi paralizado. Eso demanda una enorme entrega de parte mía. Puede gustar o no, pero cuando termino me siento como si hubiera corrido un maratón.

– ¿Las distintas energías del mar, tienen que ver con lo que le pasa al personaje, esas dualidades, lo relacionado con la diversión y ocio contra lo oscuro enorme y profundo, o esa gran quietud aparente en la superficie, contra las grandes corrientes en el interior?

– El mar es una cuestión geográfica, el hombre está en un hotel, en algún lugar de Brasil y escucha el sonido del mar. Pero si la desmenuzás y la empezás a analizar con más profundidad tiene mucho de eso, podría ser una metáfora con la obra de Loza. La referencia poética es ésta de la dualidad, esa sensación inabarcable que da el mar, que por momentos te da un enorme temor y por momentos uno quisiera lanzarse y dejarse llevar. Tiene esa contradicción, el sonido que te adormece y que por otro lado puede ser una tormenta interior de una intensidad inconmensurable.