Opinión

Lydia Betard hizo de la nuestra, una ciudad mejor

Por Nino Ramella

Honrar la vida implica haber dejado el mundo un poco mejor a nuestro paso. Exactamente eso es lo que nos inspira el nombre de Lydia Betard, cuya muerte hoy lamentamos quienes la hemos conocido. Con una actitud positiva que perduró hasta sus últimos momentos la doctora Betard iluminó el camino de sus allegados pero también el de una comunidad, la nuestra, que se enriqueció con su contagioso entusiasmo.

La recuerdo, convertida en una madre colectiva, enseñando a niños el cuidado de sus bocas. Sólo ella podía conectar de esa manera con los más pequeños, que se entregaban confiados a sus manos. Su esfuerzo y dedicación enseñando conductas sanas en el campo de la Odontología son aportes invalorables al cuidado de la salud que trascendieron los límites de Mar del Plata y aun de nuestro país.

Pero su pasión por el prójimo fue bastante más allá de su profesión. Fue incansable en su militancia en favor de la identidad marplatense. No había nacido en nuestra ciudad y por eso su actitud cobra un sentido más encomiable todavía. Desde la presidencia de la Asociación de Amigos del Archivo Histórico Municipal “Roberto T. Barili”, Lydia se empeñó en programas de divulgación de nuestra historia lugareña que incluyeron encuentros, seminarios y charlas.

No menos importante fue el acento que logró transmitir cada año a las celebraciones del aniversario de Mar del Plata. Cada 10 de febrero “La fiesta del recuerdo” que ella creó y a la que dio su personal impronta terminó siendo escenario de encuentro de muchos marplatenses que eran convocados por ella como un acto de reafirmación de pertenencia al pago chico y de voluntad colectiva para emprender acciones positivas.

Somos una ciudad integrada por nativos y no nativos en casi igual proporción. Es acaso uno de los tesoros de Mar del Plata. Somos una ciudad hecha por el esfuerzo y dedicación de gente trabajadora cuyo recuerdo nos enorgullece. El nombre de Lydia Betard no queda sólo prendido en el corazón de su familia, sino en todos aquellos marplatenses de bien a quienes sobran razones para agradecerle que a su paso la haya dejado un poquito mejor que lo que ella la encontró.

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