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Opinión 10 de mayo de 2017

Macron, morfina para la Unión Europea

por Raquel Pozzi

Ganó Macron. La victoria de Emmanuel Macrón significó el oxígeno necesario para mantener las esperanzas de la alicaída Unión Europea y el alivio que en el Elíseo resida el centrista Macron. Cuando el conteo final ofreció el resultado del 66 % sobre el 33,9 %, el suspiro de Angela Merkel pudo percibirse como la consolidación de la alianza Franco-alemana impensada en la historia política contemporánea europea.

La tensión histórica entre ambos estados desde Napoleón III y Otto Von Bismarck como también la disputa por los territorios de Alsacia y Lorena, derivaron en numerosos enfrentamientos entre Francia y Alemania: desde la guerra franco-prusiana, la 1era. Guerra mundial, el período entre-guerra y la segunda guerra mundial, la apatía franco-alemana se dirimió en confrontaciones bélicas hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y luego la conformación de la Unión Europea en 1993 que determinaría la solidificación de las relaciones internacionales a través de las variables políticas y económicas con el único objetivo de reforzar las relaciones de integración, no obstante las variaciones cíclicas de la economía, específicamente la crisis del año 2008, y la injerencia de la insurgencia yihadista, el camino por recorrer de los estados que conforman la UE en especial la V República de Francia es exhausto y difícil.

El avance de las propuestas de la derecha extrema prometía resolver el problema del terrorismo pero engendraba además una pronto disolución de la agónica Unión de estados europeos. Sin embargo, las brisas de renovación dentro de la política francesa con el fortalecimiento del partido joven En Marche! con E. Macron deslumbrante en toda su carrera intelectual y brillante como asesor económico durante la presidencia de Francois Hollande requerirá de cintura política atlética para lograr la cantidad de diputados necesarios en la Asamblea Nacional en las próximas elecciones parlamentarias del 11 al 18 de Junio del 2017.

Festejo y preocupación

En la explanada del Louvre y con los acordes de la Oda de la Alegría, himno oficial de la Unión Europea, Macron dio su primer discurso a pocas horas del festejo de La Fête de Victoire (la fiesta de los aliados) conmemorando la finalización de la segunda guerra mundial el 8 de mayo de 1945.

Un escenario de algarabía de una Francia rejuvenecida por la social-liberal y con las intenciones férreas de licuar los extremos en política. Las nuevas páginas de la política francesa renuevan los aires de una Ilustración aggiornada que pretende robustecer los músculos del Estado y terminar con la adiposidad de la burocracia holgazana que el establishment político francés ha hecho crecer durante las últimas décadas.

Francia no se encuentra en la mejor fase de un ciclo económico en el contexto del estertor de la Unión Europea. La discursiva de Macron convenció a la parte occidental del electorado de Francia: Paris, Lyon, Toulouse, Estrasburgo, Nantes, Bourdeos y otros, con más del 80 % de los votos, sin embargo Le Pen capitalizó los votos del Norte en Ainse y Pas-de-Calais, zonas alejadas y postergadas por las políticas progresista de F. Hollande. La clase más olvidada, los obreros sobre todo los no sindicalizados prefirieron la fórmula ultra derechista porque consideran a Macron el gran representante de la oligarquía gerencial. Al grito ¡los ricos con Macron!

Los obreros hicieron sentir sus voces a favor de Le Pen y en muchos casos con la abstención, dato no menor para comprender la difícil ruta electoral parlamentaria que queda por delante. No debemos perder de vista que un tercio del total de los electores se desencantaron con las dos opciones.

¿Los votos son de Macron?

Es imprescindible tener en cuenta el 24 % que obtuvo el candidato de En Marche! en la primera vuelta, para posar los pies en terreno firme y analizar las causas de la abrumadora diferencia en la segunda vuelta, la cual otorga destellos de alegría para Macron y oscurantismo contra Marine Le Pen. El temor a la certidumbre de un nuevo Exit “El Frexit” propuesta del Frente Nacional convenció a los jóvenes y adultos que prefirieron el europeísmo y las políticas aperturistas antes que el corsé proteccionista y aislacionista de Marine Le Pen.

Después de descorchar una buena champaña será el momento de configurar el futuro escenario y el mismo estará delineado con el nombramiento del 1er. Ministro que será el espejo dónde se miren las futuras alianzas que deberán tejerse con los partidos tradicionales: Republicanos y Socialistas que son los que poseen las estructuras partidarias sólidas y ancestrales para poder forcejear con la extrema derecha de M. Le Pen e izquierda de Mélenchon.

La cohabitación política no es el ideal

Si Macron no logra la mayoría sobre los 577 diputados en la Asamblea Nacional (566 circunscripciones dentro de Francia más 11 diputados de circunscripciones fuera de Francia) deberá gobernar compartiendo el Parlamento. La futura disputa electoral se cierne en fortalecer la República semi-presidencialista con el acento puesto en el presidente o con un parlamento fibroso que impida generar políticas de estado a través de bloqueos legislativos.

La disminución del gasto público y la eliminación de la pereza burocrática institucional será el guante blanco que deberá recoger el flamante presidente cuando el domingo 11 de junio tenga la certeza que el 66 % de los votos logrados en segunda vuelta representan la victoria de las propuestas de su campaña. Si el retumbe del éxito no los obnubila, estarán atentos, porque la cohabitación parlamentaria sería la derrota contundente al triunfo de corto tiempo.

Morfina para la Unión Europea, champaña para Francia, pero las copas por ahora las tiene custodiadas Marine Le Pen en la competencia por embelesar a los desencantados. El pueblo francés no debe turbarse con el éxtasis de las burbujas de un triunfo que imperiosamente necesita de otro gran triunfo para seguir inyectando morfina a la expirante Unión Europea.

(*): Profesora en historia.



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