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La Ciudad 10 de mayo de 2020

Mar del Plata, convertida en caso testigo para las grandes urbes

La prueba piloto de reapertura comercial es monitoreada por la Provincia y la Nación. Lo que suceda aquí será clave para evaluar las posibilidades de otorgar permisos en este y otros distritos de más de 500 mil habitantes. Intensas gestiones para lograr el aval al ensayo. Primera visita de Raverta como jefa de la Anses. Reaparición y advertencia de Pulti.  

La peatonal San Martín, ayer, en el inicio de la prueba piloto en comercios minoristas.

Por Ramiro Melucci

“Nos están puteando a todos por igual”, comentó Guillermo Montenegro en el fragor de las negociaciones. Buscaba que el gobierno nacional y el bonaerense autorizaran la prueba piloto en el comercio minorista de Mar del Plata. Y se refería a las críticas de los comerciantes, que llevaban 50 días sin abrir. Del otro lado de la línea escuchaba Axel Kicillof, que debía dar su veredicto sobre la propuesta del municipio. “No me quiero cortar solo. Acá no hay ninguna ventaja política”, reforzó el intendente. Finalmente, el gobernador dio su consentimiento para que los negocios pudieran empezar a salir del pantano en que los hundió la cuarentena.

La conversación con el mandatario bonaerense no fue la única para lograr el aval al ensayo. La gestión incluyó un llamado al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Y una charla con Horacio Rodríguez Larreta. “Me parece bien, no dudes en dar marcha atrás si se desbanda”, recomendó el jefe de gobierno porteño. En rigor, Montenegro oyó ese consejo de todos sus interlocutores, sin distinción partidaria. No es para menos. En otras ciudades del mundo, como Barcelona y Milán, cuando se relajó la cuarentena cundió el descontrol. 

La prueba piloto del comercio y las peluquerías fue la consecuencia directa de uno de los objetivos que se había puesto el gobierno local en los últimos días: que se notara en los hechos la buena situación epidemiológica del distrito. Y los hechos son la acumulación de excepciones al aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno nacional.

El municipio se desmarcó así de otros grandes centros urbanos en que circula el virus. Se convirtió al mismo tiempo en un caso testigo para esos distritos. La experiencia es monitoreada con lupa por la Nación y la Provincia. Todo lo que ocurra acá es factible que suceda luego en otro sitio.

La elección del fin de semana para poner en práctica la medida no fue azarosa. La administración local había advertido la parsimonia de los últimos sábados y domingos. Las demás actividades autorizadas todavía no impactan en esos días; el esparcimiento sigue vedado. La intención fue aprovechar esa pasividad para explorar el impacto de la reapertura comercial. También usufructuar el momento previo a la reactivación de las obras privadas, que en las calles se verá desde mañana.

Si la prueba en los negocios sale como está en los planes, lo más factible es que la Nación apruebe en la semana el protocolo del sector. Quiere decir que en los próximos días confluiría el regreso de actividades fundamentales, lo que se notará en los desplazamientos urbanos. El intendente ya está anoticiado de que, si no quiere que se produzcan amontonamientos en los colectivos, deberá dinamizar el transporte. La semana pasada no fue la ideal para esas tratativas: la UTA amenazó con medidas de fuerza en el interior por falta de pago de salarios.

El municipio logró la autorización para las obras privadas antes que otras grandes urbes. Hasta entonces parecía que todas las ciudades de más de 500 mil habitantes estaban igualadas en el confinamiento. Ahora empiezan a trazarse líneas divisorias más notorias, sobre todo, respecto del conurbano y la Ciudad de Buenos Aires.

Aquellas diferencias quedaron reflejadas en el anuncio presidencial del viernes a la noche. Todo el país, salvo el área metropolitana de Buenos Aires, pasó a la fase de “reapertura progresiva de la cuarentena”. La foto de Alberto Fernández con Kicillof y Larreta marcó que en la zona focal de contagios de coronavirus las prioridades de las autoridades políticas, más allá del color partidario, continúan siendo las mismas: primero la salud, después la economía. El presidente la emprendió contra los que lo apuran para abrir la economía a cualquier costo y volvió a hacer un distingo entre los opositores responsables y los que no deponen las armas ni en los momentos más críticos.

No lo dijo, pero entre los primeros coloca a Montenegro, a quien llamó antes del anuncio para interiorizarse del panorama epidemiológico de Mar del Plata, que terminó ensalzando delante de todo el país. En esas horas sucedieron dos hechos sustanciales: dieron de alta a la única mujer que quedaba internada con coronavirus en la ciudad y se confirmó el caso positivo de la trabajadora de la Clínica del Niño. Con la referencia de Fernández a Mar del Plata y estas dos noticias, el humor de las autoridades municipales fue un subibaja de sensaciones.

La necesidad de reactivar la economía había llevado al intendente a realizar otras gestiones. En su entorno dicen que nunca como en la semana que pasó intercambió opiniones con tantos funcionarios del gobierno nacional y provincial. Llegó a hablar con el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, para corregir uno de los protocolos que había enviado. También hubo consultas con el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco.

El intendente participa, además, de encuentros de zoom semanales con gobernantes del PRO, encabezados por Larreta. En su pantalla suelen hacerse presentes Jorge Macri, de Vicente López; Diego Valenzuela, de Tres de Febrero; Néstor Grindetti, de Lanús; Julio Garro, de La Plata, y Héctor Gay, de Bahía Blanca, entre otros.

Las prioridades del gobierno local coinciden con las de la Casa Rosada. Solo después de la salud y la economía viene el esparcimiento. De ahí la insistencia para que la prueba piloto en los comercios no se interprete como una oportunidad para salir de paseo en familia a la plaza o la costa.

En medio de las negociaciones, Montenegro consiguió pagar los sueldos con un aporte de la Provincia. La oposición sabe que la recaudación se derrumbó y las finanzas no son la panacea, pero cambia la óptica del asunto: los que deben pagar las tasas están peor.

El regreso a la actividad de las comisiones del Concejo Deliberante sirvió para ver algunas intenciones en esa dirección. El bloque del Frente de Todos propondrá que se vuelva a prorrogar el vencimiento de los tributos. Arguye que la extensión impulsada por el gobierno fue determinada el 6 de abril, en el marco de un aislamiento preventivo que se iba a estirar hasta el 12 de ese mes. Pero la cuarentena se extendió y la situación de los contribuyentes no mejoró. La jefa del bloque radical, Vilma Baragiola, admitió la necesidad de un nuevo plazo. 

Se registran pequeñas modificaciones que deberían tenerse en cuenta. En las primeras semanas de la emergencia, la bancada que conduce Marcos Gutiérrez deslizaba las críticas en privado ante el intendente o el coordinador de Gabinete, Alejandro Rabinovich. En los últimos días, el formato ha cambiado a pedidos de informe, que en general adquieren estado público. Así sucedió, por caso, con los reclamos para que funcione a pleno la atención primaria y se den precisiones sobre las donaciones.

En el bloque aseguran que esas escaramuzas tienen su contraparte en los aportes del gobierno nacional y provincial a Mar del Plata. Con el hospital modular como bandera. Fernanda Raverta tardó una semana en visitar la ciudad tras asumir como jefa de la Anses. Volvió a mostrarse con Montenegro, en una recorrida que incluyó al ministro de Obras de la Nación, Gabriel Katopodis. Unos días antes había hecho una incursión el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Juan Cabandié. Entregó maquinaria para tratar residuos.

Pero la semana tuvo otros episodios vinculados con la pandemia. Gustavo Pulti le llevó a Montenegro una propuesta con diez puntos para la nueva fase del aislamiento. El exintendente opinó que la dinamización de la economía debe ser prudente y estar científicamente avalada. Solicitó que los protocolos de cada actividad no solo estén aprobados, en el plano sanitario, por la Secretaría de Salud de la comuna, sino también por epidemiólogos del INE (el Instituto de Epidemiología) y Zona Sanitaria VIII.

Mientras el gobierno municipal exaltaba la situación epidemiológica para reanimar la economía, Pulti, sin desconocer esa necesidad, contrapuso una advertencia: el virus va a tener su momento más intenso en el invierno. “Esto no está superado, estamos en plena pelea”, repitió. El intendente coincide. La foto a solas en el Centro de Monitoreo constituyó también un gesto político para exaltar los puntos de contacto en medio de la crisis.

Después de las elecciones en las que sucumbió a la polarización entre Montenegro y Raverta, el líder de Acción Marplatense había adoptado un perfil bajo. Se limitaba a la actividad partidaria y a redactar sus puntos de vista en las redes sociales. Hablaba en general a través de sus dos concejales. Esta vez fue distinto. El momento de la reaparición en la escena pública no parecería casual. Se produjo apenas una semana después del encumbramiento de Raverta en la Anses. Como si el exmandatario levantara la mano para recordar la inconveniencia de leer la política vernácula en clave binaria.

 



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