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Arte y Espectáculos 28 de noviembre de 2016

Marta Minujín: “El gran arte no tiene sexo”

La argentina se proclama artista de los imposibles y promete nuevas obras. Presentará el "Partenón de los Libros" en el emblemático festival Documenta 14 (Alemania).

Marta Minujín. Foto: EFE-Archivo/David Fernández.

por Carlota Ciudad

Marta Minujín, ganadora del Premio Velázquez de Artes Plásticas 2016, se presentó en una entrevista con la agencia EFE como artista de los imposibles y aseguró que alcanzará un nuevo nivel en su carrera cuando presente su próxima obra, un partenón gigante que verá la luz en junio de 2017.

Esta artista argentina no tiene a más musa que ella misma, su “propia inspiración” para lograr “siempre un arte disparatado y un arte del imposible”.

El “Partenón de los Libros” que presentará durante el emblemático festival cultural Documenta 14 (en Kassel, Alemania) tendrá 100 metros de largo y estará cubierto de libros que hayan sido prohibidos en algún país del mundo, un monumento que pretende ubicar frente a una plaza en la que los nazis quemaron miles de libros en 1933.

Será una obra “tan titánica, tan gigantesca” que marcará un nuevo nivel en su carrera como artista y continuará cumpliendo con la regla de superar todo lo anterior, ya que “siempre la obra más difícil es la próxima”, aseguró desde su abarrotado taller de Buenos Aires.

El arte que Minujín (Buenos Aires, 1943) hace es “único” e “inimitable” independientemente de que ella lo defienda, tal y como lo ha mostrado con obras como un obelisco acostado de 74 metros (1978), un obelisco de pan dulce de 30 metros (1979), un Carlos Gardel de 17 metros fuego (1981) o un Partenón con libros prohibidos de la dictadura argentina (ese último creado en 1983).

Su cabeza no descansa: tras el partenón que construirá en el viejo continente, tiene pensado cubrir una calle con tarjetas de crédito con valor estipulado “para que gente que nunca gastó una tarjeta de crédito la desarme y pueda gastarlo en 24 horas en cualquier lugar”.

Sus obras, “conceptos de arte de participación masiva”, se caracterizan por el hecho de que el público los puede desarmar y quedarse partes de ellos.

“¡Sería brutal armar y desarmar!”, se excusó Minujín.

Otro rasgo de su obra es que “no se nota si la hizo un hombre o una mujer”.

Para ella, “el gran arte no tiene sexo”, “es abstracto y está despegado del planeta Tierra”; no se debe notar si lo compone una mujer porque “el cuerpo de la mujer no existe”, lo que importa son “la cabeza, las ideas y la sensibilidad”.

Pese a esta afirmación, defiende la presencia de las mujeres en el arte porque, según Minujín, cambiaron la historia como nunca antes desde que se hicieron un hueco en el siglo pasado.

“Con el arte pop hubo miles de mujeres que entraron y ahora en el siglo XXI hay casi más mujeres que hombres. Todo esto habrá que verlo en la posteridad, en el futuro, cuál fue el cambio en la historia del arte, pero es un cambio que viene con muchísima fuerza, nuevas energías y nuevas imágenes”, afirmó rotundamente.

Un vehículo destartalado cubierto con miles de botones, sillas forradas con todo tipo de telas y vidrieras de las formas más inimaginables llenan de color su taller, que en el pasado fue el de confección de uniformes en el que se desempeñaba su abuelo.

Esta artista de “cosas locas” aseguró también que las nuevas generaciones tienen más oportunidades para hacer arte al contrario que cuando comenzó ella.

Minujín, que ha “vivido sin un centavo” que poder dedicar a su arte, explicó que consiguió sacar sus obras adelante con becas y con “el entusiasmo” de la gente, que le han ido facilitando recursos como libros, papeles, telas, infraestructuras e incluso grúas.

Su vida como artista, una lucha contra sí misma para seguir manteniendo su nombre en un podio inalcanzable para muchos, es aquello que más quiere, ya que no pretende hacer otra cosa ni cambiaría lo realizado hasta ahora.

“Soy artista 100% de mi vida y quiero seguirlo siendo”, sentenció.

Su obra, que comenzó a crear desde su adolescencia, se encuentra en importantes instituciones como el Salomon R. Guggenheim Museum o el hall Indonetian de Naciones Unidas, ambos en Nueva York; en el Walker Art Center de Minneapolis (Estados Unidos) y en el Museo de Arte Moderno de Medellín (Colombia).

EFE.