Arte y Espectáculos

Mauricio Dayub: “Tener la posibilidad de hacer esta obra es un privilegio”

Cuenta regresiva para la segunda vuelta de “El Equilibrista”. En un momento atípico e incierto, el actor apuesta a volver a compartir la magia del hecho teatral, esta vez, en el Teatro Mar del Plata.

Este sábado 26 de diciembre volverá a subir a escena en Mar del Plata “El Equilibrista” de Mauricio Dayub. Como prometió en la temporada pasada, el actor y productor vuelve con este unipersonal emotivo, en un contexto atípico e incierto. “Tener la posibilidad de hacer esta obra es un privilegio”, reconoció.

Esta vez, la sala es más grande, el Teatro Mar del Plata, de Carlos Rottemberg, pero el aforo será de no más de 300 personas.

“No sabemos si la cantidad va a ser mucha o poca. Nos preparamos para que el público vea que puede estar distanciado, seguro, con barbijo. Es un lugar que nos puede dar tranquilidad“, aseguró Dayub a LA CAPITAL tras una recorrida por las instalaciones, mientras ajustaba todos los detalles técnicos para volver a llevar adelante la puesta que el año pasado conquistó el corazón tanto de los espectadores como de la crítica.

Tras más de 8 meses de salas cerradas, volvió a “hacer equilibrio” en el Chacarerean, su teatro en Buenos Aires, volviendo a disfrutar de la magia, la comunión con el público. “Volvemos y todos tenemos el compromiso de cuidarnos, nadie quiere trabajar para contagiarse. La verdad es que la gente está siendo muy solidaria, cumplen con el protocolo, se acomoda el barbijo, se toma la temperatura, se cumple con todo. Ahora es todo más lento, sin embargo se entiende, la gente lo toma y lo vive como algo más solidario, nos estamos teniendo un poco más en cuenta entre nosotros y eso nos hace bien”, analizó el actor.

El equilibrista es la obra que Dayub escribió junto a Patricio Abadi y Mariano Saba. En ella compone a 6 personajes, todos basados en miembros de su familia y cuenta historias de amor, inmigración, fútbol, juventud, secretos, con una gran carga emotiva, bajo la dirección de César Brie.

El arranque de esta atípica temporada será con funciones los días 26 y 27 de diciembre y “si hay demanda”, 28 y 29.

Luego, “planeamos arrancar haciendo 3 o 4 funciones por semana en enero, vamos a empezar así. Si vemos que la gente sale y viene, iremos agregando funciones, si hace falta”, adelantó.

-Después del éxito del año pasado ¿Qué expectativas tenés?

-Trato de no pensar mucho, porque cuando vine el año pasado tampoco sabía que iba a tener el éxito que tuve. Siempre prefiero tener un éxito por delante que haber dejado uno atrás. Este año será distinto, será otro, no se si será más personal, más artístico, pero voy a tratar de hacer las cosas lo mejor posible, como hago siempre, y que la temporada sea lo que tenga que ser.

-¿Cómo fue volver a hacer función después de tantos meses?

-Fue un día muy especial, muy particular, lo voy a recordar siempre. No esperaba que fueran tantos meses… algunos más lúcidos dijeron que el año estaba perdido, a mí me parecía exagerado, yo creía que en dos, tres o cuatro meses iban a bastar. Ya en los primeros ensayos, cuando estábamos volviendo a poner a punto lo que teníamos, los ensayos eran muy particulares, nos volvíamos a mirar, volvíamos a ver que se producía la magia. El teatro es algo que se hace en el momento, es un hecho vivo, no está en ningún lado, la obra solo es cuando se hace. Ibamos comprobando que aquello que habíamos hecho tantas veces volvía a existir. Y el día que vino el público fue aún más emocionante, porque ni el público ni nosotros sabíamos cómo lo íbamos a vivir, pero lo estábamos viviendo y estábamos un poco callados, cautelosos, al principio solemnes. Fui despacito, tratando de no invadir, de hecho las funciones que le siguieron a esa primera fueron mucho más distendidas, con mucho más humor, pero esa fue como una ceremonia de inicio, como la botella que estalla en el barco y el barco toca el mar por primera vez, fue un poco así. Creo que la disfrutamos de una manera inolvidable, fue distinto.

-Además de lo emocional dejás mucho físicamente en el escenario. ¿Te costó?

-Ahora estoy recuperando mis rutinas, al principio las podía hacer un poco en la terraza, pero no era lo mismo, necesitaba las cosas habituales, el gimnasio, las funciones. El hecho de tener las funciones me obliga a hacer algunas cosas durante el día, me ordena. Al tener tan lejos el objetivo me costó mantener el estado, perdí bastante, al no tener la rutina me lesioné, entonces estuve un tiempo parado, sin animarme a subir a la cinta para cuidarme los músculos, fue todo muy atípico, pero ya estoy recuperado.

-¿Hay alguna modificación en la puesta?

-La obra sigue igual, aunque siempre estoy pensando cosas para incorporarle, hasta ahora no me animé. Hay detalles que los llevo al escenario todas las noches para ver si los puedo incorporar y no me animo. Siempre en pos de perfeccionar algún momentito más, me fijo en qué momentos podrían ir, en el clima, pero hasta ahora he respetado lo de siempre. No quita que en alguna de las funciones me anime.

-¿Creés que cambió el hecho teatral, la forma de unión entre el actor, los personajes, la gente?

-Tal vez cambia esa especie de tribuna, de estar uno pegado al lado del otro y coincidir en el aplauso, en ponerse de pie, pero la esencia del teatro se produce, esa común unión entre lo que se expone arriba del escenario y lo que siente el público están intactos y es lo que percibo y lo que busco, porque en estos 8 meses también nos hemos dado cuenta de que eso nos hacía falta, cosa que antes no advertíamos que era tan importante, era como un gusto.

Tenía otro valor, como muchas otras cosas de la vida, ahora la pandemia nos mostró el lado frágil de la vida y estamos un poco más atentos.

-Decís fragilidad y la obra, el equilibrista, tiene eso. ¿Se resignifica?

-La relaciono muchísimo (se emociona), por momentos creo que pasó un plato volador por mi cabeza que me hizo construir un espectáculo así, porque es algo que hago con absoluta convicción, siendo persona y artista al unísono, trasladando esto, esta idea de trasladar mi vida, la vida de mi familia arriba del escenario y compartirla con los demás, en este momento terminó cerrando un ciclo intuitivo, porque todavía no se por qué lo hice pero algo de rumbeador de mi propia vida que he tenido siempre, creo que me trajo acertadamente hasta acá. Incluso por cuestiones técnicas, hacer un espectáculo unipersonal es más fácil, aunque cuando el público lo ve se pregunta cómo se hace todo esto, porque no tiene riesgo, la duración, la temática, tiene muchas cosas, que cuando se dan se dan, no siempre sabemos por qué pero yo agradezco muchísimo que se haya dado.

Es excepcional, algunos coinciden que podemos pero hay muchos compañeros que no pueden arrancar, que no pueden abrir. Hay incertidumbre económica, quizás técnicamente algunos pueden, pero no se animan. Tener la posibilidad de hacer esta obra es un privilegio, quisiera llevarlo adelante con un perfil respetuoso.

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