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“Me enteré de lo que pasó con mi viejo cuando tenía 23 años”

Cristian “Toti” Ruiz es un reconocido entrenador de básquetbol de Mar del Plata. Era aquel bebé que fue bautizado dos días antes de la desaparición de su padre, Roberto Aníbal Ruiz. Hoy vive en España, pero regresó a su ciudad para un acontecimiento especial.

NOTA 2

En medio de su duelo y principalmente del desconcierto por las revelaciones en torno al crimen de su marido(leer aquí NOTA 1), Irma Nieto, la viuda de Roberto Ruiz, supo que por delante tenía la irrenunciable misión de criar a dos niños sin padre. A Fernando, de 6 años, con una leve conciencia de lo sucedido, se lo debía acompañar y ensayar algunas explicaciones que no explicaban demasiado. Con  Cristian, de apenas ocho meses, las incomodidades de la verdad se postergarían naturalmente.

Los dos hijos de Ruiz crecieron rodeados en el esfuerzo de toda la familia por compensar una falta tan vital y tuvieron en su madre una gladiadora de batallas cotidianas. Ambos asistieron a la escuela N°58 y ya en la secundaria transitaron por las históricas aulas del Colegio Nacional Mariano Moreno. Siempre los tres vivieron allí en el edificio de Córdoba al 3100, excepto cuando lo alquilaban en las temporadas para tener algunos ingresos extras.

Fernando convivió con la verdad desde la adolescencia y Cristian con la reparadora fábula de un accidente de tránsito. En los 80, Fernando se fue a La Plata a estudiar geología y en las cartas que le enviaba a su hermano preadolescente le adelantaba que “había algo de lo que tenían que hablar”.

Cristian Ruiz con su madre, días después del crimen.

Pero el tiempo pasó, Fernando se recibió de geólogo y Cristian se volcó a la rama del deporte. El silencio hacia Cristian parecía un acuerdo en la amplia familia: la de los Nieto y la de los Ruiz.

“Yo sospechaba que había algo oculto, pero no me inquietaba demasiado. Y a los 23 años me contaron. Después me di cuenta de que todos sabían y habían hecho un gran esfuerzo por no contarme. Sabían los padres de mis compañeros de escuela, mis compañeros de escuela, mis amigos…”, dice Cristian Ruiz.

Cristian Ruiz no es otro que “Toti” Ruiz, asistente de básquetbol de Oscar  “Huevo” Sánchez o del “Negro” Romano. Es el hombre que a mediados de los 90’, cuando recién procesaba la verdadera historia de lo ocurrido con su padre, se mudó a La Rioja a dirigir junto a Sánchez el club Andino. Sánchez le pidió que cuidara (acaso como un padre sustituto en el día a día) a los dos más chicos del plantel y Ruiz se fue a vivir con ellos a un departamento del centro de La Rioja. Uno de los jugadores era Hernán Jasen. El otro, un juvenil que parecía ser un buen proyecto: Emanuel Ginóbili.

“Manu” reconocería la importancia de Ruiz en esa primera experiencia profesional al regalarle la camiseta de la temporada en la que debutó. Los cruces y destinos de la vida hicieron que sea en Mar del Plata y ante Peñarol, con Ruiz en el banco de suplentes, donde Manu Ginóbili jugaría su primer partido.

Cristian “Toti” Ruiz con la camiseta de Ginóbili.

“Mi vieja hizo todo por nosotros y nos enseñó a vivir sin rencores, sin resentimiento. Yo cuando logré digerir la verdad sobre me viejo quise saber más. Llamé a Marcelo Solari (NdR: periodista especializado en básquet de este medio) y le pedí si me dejaba ir al archivo de LA CAPITAL. Ahí pude leer los diarios de la época y hasta vi la foto de tapa en la que me papá me sostiene en sus brazos”, recuerda.

Hace unos días Irma Nieto alcanzó los 90 años. Sigue viviendo en Mar del Plata. En el departamento de toda la vida. Su hijo Fernando, geólogo de YPF llegó semanas atrás desde el sur. Cristian lo hizo desde España. Los tres celebraron un cumpleaños especial y también una vida irreprochable.

 

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