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Interés general 2 de julio de 2022

Memoria, Verdad y Justicia: información llevada a la tumba

Ana Pecoraro, sobreviviente del terrorismo de Estado, recuerda los meses en que fue vecina de Etchecolatz en el bosque Peralta Ramos y lamenta que el represor no haya roto "el pacto de silencio" antes de su muerte.

Ana Pecoraro.

“Nunca dan alegría estas muertes, se llevan mucha información a la tumba, Clara Anahí, Julio López, tantos niños y niñas apropiados. Es información que tienen, es este pacto de silencio que han armado y que no se ha podido quebrar”, dice Ana Pecoraro, hija de Enrique Pecoraro, quien fue secuestrado y asesinado en 1979, por su militancia en la Juventud Universitaria Peronista.

Ana es parte del colectivo que maneja el Faro por la Memoria y, además, fue vecina de Etchecolatz en el Bosque Peralta Ramos, en los meses en los que el genocida cumplió con su arresto domiciliario en su casa.

“La noticia de la muerte de Etchecolatz es difícil para quienes somos victimas, nos atraviesa de muchas maneras.
Etchecolatz fue uno de los más siniestros genocidas que tuvo la Argentina. En lo personal mi historia no está vinculada a él como genocida, pero sí en cuanto a relación a su domiciliaria, vivo en el bosque y mi hermana tiene su casa frente a la casa de él”, explicó.

Pecoraro recuerda que en ese verano de 2018, la situación con Etchecolatz en el bosque fue “movilizante, dura y aterradora”. “Hace muchos años que yo no volvía a sentir miedo, el despliegue de dispositivos, comisarios que circulaban, autos de civil que pasaban. No fue una domiciliaria más, no fue como otras”, recuerda.

Ana resalta lo importante que fue la organización de vecinos y vecinas en “Vecinos sin Genocidas”, clave para realizar los escraches y repudios al represor. “La mayor satisfacción, después de tantos años de lucha, fue saber que hay un piso que hemos construido los organismos de derechos humanos en relación a Memoria Verdad y Justicia.Hay un límite que la gente no quiere correr”.

Pecoraro recuerda que la vigilia realizada la madrugada del 17 de marzo de 2018 a la espera de que Etchecolatz fuera trasladado a una cárcel fue algo “histórico” e “inolvidable”.

Fue histórico, esa noche estuvimos todos y todas en la casa de mi hermana, periodistas, vecinos, vecinas, organismos, esperando que se lo lleven. Fue inolvidable.

Pecoraro insiste en que la muerte de Etchecolatz significa la pérdida de información necesaria “para seguir reconstruyendo, y, sobre todo, para seguir buscando a las nietas y nietos que faltan”.

“Ojalá la gente pueda entender que el terrorismo de Estado no es algo que ya pasó, sino que sigue pasando, hay mucha impunidad, mucho genocida suelto y la facilidad con que la Justicia les da domiciliarias y los ampara es también dolorosa”, expresa Pecoraro y finaliza: “Etchecolatz murió condenado y preso, nosotros seguimos en la lucha“.