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“Meter el gol del ascenso fue algo soñado, fue entrar en la historia”

El delantero que entró en la historia de Alvarado confesó que llegar a la B Nacional fue la meta desde el primer día. Destacó el rol de Mauricio Giganti y el papel que la competencia interna jugó en esta campaña ganadora.

por Sebastián Arana

@sebarana71

 

Cansado, pero feliz. El día después del ascenso fue movido para Emiliano López, el autor del gol decisivo de la final con San Jorge. Le costó dormir la noche anterior y tuvo que despertarse pasando a las seis para una entrevista televisiva. Pero en las primeras horas de la tarde la expresión de su rostro denotaba más satisfacción que fatiga.

“En Alvarado me hicieron sentir que el objetivo era ascender y nos lo propusimos desde el vamos. Fue un camino largo que recorrimos con un gran grupo. Y lo coronamos con mucha gente en la cancha. Meter el gol del ascenso fue algo soñado, fue entrar en la historia del club. Creo que lo van a recordar por mucho tiempo. Y pude compartirlo con mi familia, mis amigos, mi novia, todos los que nos hacen de psicológos cuando las cosas no salen”, le dijo a LA CAPITAL.

 

-¿Qué te acordás del gol?

-Cuando la agarró Depetris, yo hice un rulo para llegarle por la derecha. Y él la tiró para la izquierda. Cuando va a definir Molina, me frené para darle lugar a que me diera el pase y le pegué el grito, porque el arquero ya venía achicando. Él decide patear y, por suerte, me quedó el rebote muy fácil. Lo empecé a gritar mientras corría hacia la pelota. Mejor que en cualquier sueño. Y nosotros los delanteros siempre soñamos con goles o las situaciones que podemos tener y cómo definirlas. Hasta en los penales había pensado. El “profe” (por Mauricio Giganti) nos hizo practicarlos. Lo teníamos muy estudiado a Carrizo, que atajaba muchos. Pensé mucho con la almohada cómo patearlos.

-¿Les hubiera gustado otro final? ¿Terminar los noventa después de haber superado al rival?

-Totalmente. A mí me hubiera gustado que terminara el partido. Creo, de todos modos, que los superamos desde el primer momento. El arquero tuvo dos o tres muy buenas atajadas y ellos casi no patearon al arco. Opacó un poco lo del final. Pero teníamos que festejarlo porque fue lo que buscamos desde el primer día. Éramos merecedores del segundo ascenso. Lo de afuera no era problema nuestro. De movida los vimos muy nerviosos a los jugadores de San Jorge. Prepotearon al árbitro desde el vamos, reclamar así no garantiza nada. Después del gol perdieron la cabeza. Hablamos mucho en el entretiempo de no entrar en encontronazos y fricciones para no sufrir alguna expulsión. Después apelaron a sentarse. No me pareció justo, hay que respetar al colega. Nosotros también estuvimos del otro lado. En Río Cuarto fuimos claramente perjudicados y no nos fuimos de la cancha.

-¿Qué hablaban ustedes con los jugadores de San Jorge?

-Yo no soy de hablar mucho. En un momento dado se me acercó el arquero y me dijo que los estaban robando. “Vamos a tratar de terminarlo. Esto es fútbol. Un día perjudican a uno, otro día a otro. Esto es así”, le dije. Igual, no creo que los hayan perjudicado tanto. A mí entender las amarillas estuvieron bien puestas. En la segunda a Váldez, nos cortó la jugada cuando nos íbamos con Bonetto mano a mano contra el arquero. Después nos cortó otra parecida, un desborde de Molina. Íbamos cero a cero. Yo me lo quería comer crudo porque estaba sólo esperando el centro. Después del gol, uno de ellos me insultaba porque creía que lo había hecho en off-side. Le dije que lo mirara por televisión.

-¿Cómo viviste este ascenso?

-Tranquilo porque teníamos equipo. Ya en el semestre anterior, hacíamos sentir una superioridad en la zona que nos tocó. Madryn llegó a semifinal, pero nosotros le ganamos allá y acá fue 3-0. Sabíamos que podíamos volverlo a hacer. Después, en el octogonal, nos enfrentamos a otros rivales. Pero el “profe” tiene un buen grupo de trabajo y analiza hasta a los utileros de los rivales. Te da el detalle de todos y, en base a esa información, trabajábamos. Nos teníamos fe porque, en este grupo, cualquiera de sus veinticinco integrantes podía entrar y jugar bien. Eso fue muy bueno porque, el que entraba desde el banco, tenía capacidad como para cambiar el partido. Esa fue la base de todo.

-¿El grupo era bueno?

-Muy bueno. En un plantel de veinticinco personas es casi imposible ser amigo de todos, pero siempre hay que tratar de ser buen compañero con todos. Después hay más y menos afinidades. Esta categoría, por otro lado, forja buenos grupos porque se comparte mucho tiempo en los viajes. Desde el primer día, hubo buena onda y respeto. Salió un año muy llevadero.

-No hubo un equipo que haya sobresalido claramente sobre el resto, ¿compartís?

-Sí, por ahí en el pentagonal, pero ya sabemos lo que pasó. Estudiantes de Río Cuarto no era muy superior en relación a nosotros y a Sarmiento de Resistencia, que tenía buen equipo. A mí me sorprendió cómo lo dejó afuera Deportivo Madryn. Nosotros sabíamos que el segundo ascenso podía ser nuestro si levantábamos un poco el nivel.

-¿El octogonal fue el momento más difícil de la campaña?

-Sin dudas. Nos costó clasificar hasta la última fecha y no teníamos otra alternativa que ganar y lo hicimos de visitante, merecidamente y en una cancha muy difícil. No veníamos jugando bien. Eran todos partidos decisivos y salían muchos trámites de ida y vuelta, habíamos perdido la tenencia de pelota del primer semestre. La pudimos recuperar en esta última parte del torneo, tuvimos mejores chances de gol e hicimos un juego más vistoso.

-Perdieron contundencia también. ¿Fue consecuencia de ceder un poco la tenencia?

-Hay partidos en los que fallás las primeras tres chances y después se te cierra el arco. Es lo lindo que tiene el fútbol, por otro lado. A mí me tocó estar mucho tiempo sin convertir y, por suerte, pude hacer un par de goles importantes en el tramo final. El octogonal, de todos modos, fue importante para nosotros. Porque, en el momento oportuno, mostramos la hombría que se necesitaba para clasificar. A los que no creían tanto en nosotros le demostramos que teníamos amor propio. Creíamos en lo que estábamos haciendo y en lo que el profe nos pedía. Yo no soy de mirar mucho redes sociales, pero las críticas nos llegaban. Son normales y las tomamos con tranquilidad. Si en la B Nacional el equipo no gana, también recibirá críticas. Hasta en el segundo partido con San Jorge siempre buscamos dar más. Antes de salir a jugar el “profe” nos dijo que podíamos más. Y desde el primer minuto intentamos arrollarlos.

-¿Los benefició definir todo de local en la Reválida?

-Es beneficioso siempre y cuando se haga un buen partido de ida. Hay tenés que tratar de empatar o perder por una diferencia mínima. Si perdés cuatro a cero, no te sirve de nada definir como local. Se te meten atrás y en esta categoría hay muchos equipos defensivamente buenos, con centrales aguerridos y altos, fuertes en la pelota parada. Pero nosotros fuimos regulares de visitantes.

-¿Les vino bien la incorporación de un defensor de tanta experiencia como Diego Herner?

-Un jugador con tanta trayectoria fue muy importante. Nos habló mucho y nos ordenó. Adentro de la cancha es un líder y además se acopló muy bien con Quiles, que también me pareció un gran profesional. Jugara o no, trabajó de la misma forma todos los días. Se “mataba”. Sabía sus puntos fuertes y sus limitaciones. Tuvimos una defensa muy buena.

-Si tuvieras que elegir alguna virtud que los haya llevado al ascenso, ¿con cuál o cuáles te quedarías?

-La buena competencia interna. Por un puesto, pero también para hacer mejor al equipo. Todos luchaban por entrar entre los once. Se lo pusimos difícil al “profe”.

-¿Y el “profe”, como vos le decís a Giganti, cómo es?

-Respetuoso con los jugadores, trata de sacarle el jugo a todos. Él estimuló un poco esa competencia interna y miraba todo. Muy estudioso. Sabía todo de los rivales, individual y colectivamente. Nos probaba siempre. “¿Quién te marca el domingo?”, me preguntaba. Y nos agarraba en orsay, yo no soy de mirar el nombre de los rivales. Estaba en cada detalle y no le erraba.

-¿El ascenso fue el objetivo desde el primer día?

-Puertas para adentro, desde el primer día, aunque no lo declarábamos. El grupo se formó para pelearlo. Cuando en la zona sacamos esa ventaja nos dimos cuenta de que teníamos con qué. Luego cuando nos cruzamos con los del norte, nos encontramos con que no había equipos superiores. Individualmente, teníamos recambio en cantidad y variedad. De mitad de cancha en adelante, teníamos jugadores que no tuvieron mucha continuidad y en otro equipo hubieran sido titulares indiscutidos. Todos podían ser titulares. Habla de buen ojo del “profe” y la dirigencia para traer los jugadores. Y los juveniles nos ayudaron muchísimo.

 

 

Las malas rachas y el espíritu colectivo

 

El autor del gol del ascenso, único delantero del equipo, también pasó por una sequía de casi seis meses sin convertir. Cosas que le ocurren a los goleadores. Y que López superó enfocándose en aportarle otras cosas al equipo.

-¿Te preocuparon esos meses sin convertir?

-Un poco sí. Lo que más me preocupaba era no tener chances. Porque si las tenés y las fallás, tenés explicaciones. Sabés que definiste mal vos. Pero fue una racha en la que si iba a buscar al primer palo, el centro caía en el segundo, o viceversa. No me quedaba una. Ahí me preocupé. Pero después me enfoqué en aportar para el equipo y lo superé. Por ahí daba el pase de gol y me iba tranquilo. Hacía el trabajo sucio: correr a los defensores rivales y generar espacios a los volantes que llegaban. Lo importante es ganar, no quién haga los goles.

-¿No te definís como un goleador?

-A mí me gusta hacer goles y los hice en casi todos lados. Pero vino así y lo tomé como venía. A Omar Zalazar le pasó lo mismo y yo sé la clase de goleador que es. Lo hablé mucho con el ‘profe’. Mi juego fue más sacrificado, el esquema daba para eso. Un sólo delantero es presa más fácil de los centrales. Pasé a enfocarme en arrastrar marcas, generar espacios y en no ser egoísta si podía dar un pase de gol. No podés darte el lujo de errarte un gol por egoísta, por ahí ya no tenés otra chance. Si aparecía una clara, había que tratar de aprovecharla.

-Por ahí alguno piensa que el esquema de un sólo delantero es para que se luzca el “9” y resulta todo lo contrario…

-Es un poco mentiroso eso. Pero lo hablé mucho con el “profe”. Yo era el primer preocupado. Entendí que lo más importante era trabajar en bien del equipo. Y si había alguien mejor ubicado que yo, había que habilitarlo.

 

El recuerdo de la final del 2012

El del domingo fue el primer ascenso para Emiliano López. Había jugado dos finales del viejo Argentino B jugando para Deportivo Roca. Una ante Racing de Olavarría y otra en el 2012 justamente ante Alvarado.

“Yo jugué la ida en Mar del Plata, en Roca fui al banco. Acá, por momentos, los bailamos. Yo le hice el pase gol a Taborda para el 2-1. Lo que ocurrió ese día fue que Jara, nuestro central titular, no jugó y lo reemplazó un chico que venía de Europa (NdR: Dimiro), con la costumbre de salir jugando. La cuestión fue que paró una pelota con el pecho, la adelantó, la adelantó y, cuando quiso sacarla, lo anticipó un delantero de Alvarado y le terminó haciendo penal. Fue el 2-2. Lo queríamos matar, pobre pibe”, recordó el “Colorado”.

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