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Migrar por vocación

Miles de jóvenes cada año toman la difícil decisión de dejar sus hogares para poder estudiar la carrera que desean

Miedos, esperanza y curiosidad son algunas de las emociones por las que transitan. Agustina Gómez y Agustina Krugli, estudiantes de segundo año de la Facultad de Derecho de la UNMDP, nos cuentan su experiencia.

Agustina Gómez tiene 19 años y es oriunda de Castelli, una ciudad a 224 kilómetros de Mar del plata. A la hora de elegir donde realizar su carrera, sus opciones eran La Plata y Mar del plata. Pero un factor fue determinante: la playa. Además no era un lugar totalmente nuevo ya que su familia solía vacacionar acá.

Una vez decidida, emprendió la búsqueda de un departamento que le resultó un proceso bastante tedioso. Ella necesitaba un contrato de alquiler por 24 meses y en su mayoría había por 9 meses.

Confiesa que lo que más le costó dejar fue sus amistades de toda la vida y su familia. Siempre extraña a su gente pero ya se adaptó en la ciudad como una marplatense más.

Al contrario de lo que muchos jóvenes piensan, empezar la vida adulta y tener más responsabilidades no es nada fácil. Las amistades que se construyen funcionan como lazos fuertes en estas situaciones. “Vivir solo te da muchas libertades pero de vez en cuando te sentís sola y necesitas estar con alguien.” expresó Agustina.

Por suerte, vuelve cada un mes aproximadamente a su pueblo para compartir tiempo en familia.

Dentro de su nuevo rol también se incluye controlar los gastos. Afirma que los más grandes se corresponden con el supermercado y el servicio de gas.

Crear vínculos en la ciudad suele ser complicado, existe la fama de ciudadanos “cerrados”. Por lo que estos estudiantes deben atravesarlo para conocer gente nueva.

Sus primeras amistades, como suele repetirse en varias experiencias, son personas de otros pueblos. El estar en una misma situación hace que se valoren entre ellos mucho más. Considera que por lo general, los compañeros que son de Mar del Plata no intentan hacer amistades porque “ya tienen sus grupos”.

En cuanto a abogacía le gusta mucho y lleva las materias al día. Al finalizar su carrera pretende quedarse a vivir en la ciudad ya que en Castelli la salida laboral es muy poca.

Agustina Krugli de 19 años, también se encuentra cursando derecho en Mar del Plata. Es de Valeria del mar que forma parte del partido de Pinamar, a unos 120 kilómetros de acá. Ella afirma que es un pueblo chiquito, sin muchos habitantes ni comercios.

Esa fue una de las razones por los cuales migró. En Pinamar y alrededores no tenía opciones para estudiar la carrera que quería. No había universidades públicas, sólo la UADE, Universidad Argentina de la Empresa que es privada. Por temas económicos, curiosidad por vivir en otra ciudad y conocer otras personas tomó su decisión. “Porque además ya nos conocemos todos con todos” agregó con una carcajada.

A la vez que consideró la accesibilidad y la buena educación. A diferencia de Gómez, no tenía otra opción en mente. Si bien ya había estado de visita, sólo ubicaba la peatonal.

Reconoce que le costó dejar a su familia y especialmente la “vida de ocio” sin responsabilidades. Pero destaca que la gente, la playa y el ambiente la conquistaron. El contraste con su hogar le apasiona y manifestó “es muy cálida mar del plata, más allá de que estéticamente es preciosa también y tenés de todo para hacer”.

Al igual que Agustina, su proceso para encontrar una casa fue arduo. Más que nada se trató de un tema económico “pensá que alquilar un departamento es sostener otra familia más” comentó. Recordó que su departamento anterior era un lugar muy chico en frente del Torreón del Monje.

Tras haber trabajado en la temporada pudo cambiar el espacio a uno cercano a su facultad mucho más cómodo.

Si extraña, pero ya se acostumbró a la soledad y a organizar sus tiempos. Una de las cosas que valora es su independencia. Lo llama “la vida del estudiante”. En ella se involucran los impuestos, la comida, los apuntes de la facultad y cosas que son necesarias para vivir, siempre con algún gusto. Explica que igualmente es necesario acortar los gastos. “Uno tiene que aprender a administrarse, a ahorrar, a buscar precio y no dejar las luces prendidas.” expresó entre risas. Y si se gasta en indumentaria por ejemplo, reconoce que debe resignarse a comer fideos. Es estar seleccionando en que gastar.

Agrega que vuelve a su pueblo bastante seguido, una vez por mes o mes y medio, excepto en época de parciales. Si no sus familiares suelen visitarla. “A veces se extraña que mamá te espere con la comida o te lave la ropa, acá estamos solos y hay que hacer todo por nosotros mismos”. Por ello es muy importante el rol que cumplen las amistades.

En su experiencia, le costó conocer gente nueva porque en el ingreso eran muchísimos. Además coincide con Gómez en que los grupos estaban establecidos. Tuvo su primer amiga en una de las primeras materias pero mientras tanto estaba sola. Contaba con el apoyo de sus amigas del pueblo. Ya en el segundo cuatrimestre formó su grupo actual de amigas y manifestó “siento que son de toda la vida”. Creó vínculos con personas afines a ella, que son las que la acompañan los domingos cuando no está la familia.

No está segura de volver. Ama a su pueblo, pero considera que para los estudiantes “los sueños que se tienen están más allá de nuestros hogares”.

Por Karin Lourdes Bach para Pibxs

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