El intendente buscará la reelección frente a su principal oponente de hace cuatro años, que viene de lograr un acuerdo con Pulti. El interrogante de cuánto pueden sumar, el cambio de contexto y la duda sobre cómo puede terciar el candidato de Milei.
Por Ramiro Melucci
Como en 2019, el menú principal que ofrecerán las elecciones en Mar del Plata será el de Guillermo Montenegro contra Fernanda Raverta. El hombre del PRO, con el respaldo de todos sus aliados en el gobierno local, irá por la reelección frente a la principal exponente del Frente de Todos. Hace cuatro años hicieron la competencia más pareja de la historia en la ciudad. Pero los condimentos han cambiado.
Para empezar, la kirchnerista se alió con el exintendente Gustavo Pulti, que en las elecciones de 2019 quedó tercero. Una de las claves estará en cómo repercute en el electorado esa sociedad, sellada bajo el nombre de Encuentro Marplatense. Una simple suma de votos haría pensar en un desafío serio para el intendente, pero se sabe que en política uno más uno nunca es dos. “Queremos que dé tres”, suben la apuesta en EM, donde aspiran a potenciar los votos de cada uno. Claro: si las cosas no salen, la cuenta final también puede dar menos.
Rodolfo “Manino” Iriart, que hace cuatro años respaldaba a Raverta pero ya en 2021 marcó distancia y ahora se predisponía a desafiarla internamente, quedó a último momento fuera de competencia con la declinación de la candidatura de su jefe político, el exgobernador Daniel Scioli.
En la elección local terciará el candidato de Javier Milei, el economista sin paso previo por la política Rolando Demaio. De momento no se le conoce la voz. Apenas la cara, por una foto que distribuyó el concejal Alejandro Carrancio –armador de La Libertad Avanza en la quinta sección electoral– cuando anunció su nombre. Quiere decir que su colecta de votos dependerá estrictamente de la performance de Milei.
Sobre el asunto se hicieron las más variadas interpretaciones, pero lo más probable es que la lista libertaria le reste puntos sobre todo a Montenegro. El alto nivel de desconocimiento de Demaio y el discurso liberal que suele desplegar el intendente, sin embargo, ameritan preguntarse si algunos votos de Milei aparecerán combinados con la boleta local de Juntos por el Cambio.
Si bien los principales contendientes son los mismos que en 2019, el contexto cambió. Aquel año el malhumor social lo provocaba la presidencia de Mauricio Macri y en Mar del Plata gobernaba el peor intendente de la historia. El resultado fue una avalancha de votos para el Frente de Todos en la Nación y en la Provincia. Una ola que no llegó a inundar el barco amarillo que flotaba en Mar del Plata: Montenegro, a pesar del marco desfavorable, se impuso por menos de 10 mil votos.
Ahora la desazón está asociada al gobierno nacional del Frente de Todos. Y la gestión de Montenegro no brilla, pero está lejos de ser como la de su predecesor. Aspectos que, a pesar del acuerdo opositor y la presencia del candidato libertario, ubican al intendente como favorito. Hasta aspira en secreto a tener por primera vez mayoría propia en el Concejo Deliberante, donde el oficialismo pone en juego tres de sus once bancas: necesita cinco para alcanzar la mitad más uno.
Montenegro tendrá, finalmente, la V. Será el candidato a intendente de las dos listas de Juntos por el Cambio: las presidenciales de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta y las bonaerenses de Diego Santilli y Néstor Grindetti.
En las PASO podrá suministrar su dosis de ecuanimidad al PRO local, pero difícilmente a otros integrantes de la coalición. Cada sector hará campaña por las nóminas nacionales y provinciales en que aparezcan sus candidatos. Por caso, los radicales de Maximiliano Abad –que en Mar del Plata son la gran mayoría– estarán alineados con Bullrich y los peronistas republicanos de Miguel Angel Pichetto, al igual que la Coalición Cívica, pedirán votar por Larreta.
A pesar del acuerdo opositor y la presencia del candidato libertario, el intendente parte como favorito. Hasta aspira en secreto a tener por primera vez mayoría propia en el Concejo Deliberante.
El miércoles a la tarde, el cierre de listas había entregado una mala noticia para Mar del Plata: Bullrich eligió al radical mendocino Luis Petri en lugar de a Abad como su compañero de fórmula. La decisión no solo impactó en el radicalismo bonaerense, sino también en Montenegro, que aspiraba a que su principal socio político ocupara ese casillero.
Sin el premio mayor, el presidente del Comité Provincia de la UCR se quedó igualmente con la candidatura a senador nacional en la nómina de la exministra de Seguridad, lo que puede convertirlo en el primer dirigente de Mar del Plata con un escaño en esa cámara.
Por su lado, Raverta será la única candidata a intendente que irá adherida a la lista del gobernador Axel Kicillof (el favorito en la provincia) y a la presidencial de Sergio Massa, lo que le garantiza un fuerte protagonismo en los actos oficiales de la Nación y la Provincia.
La campaña viene tomando forma desde hace tiempo, pero adquirió los primeros matices oficiales tras el cierre de alianzas. “La ciudad sufre hace ochos años un profundo estado de abandono por parte de la gestión local. La ciudad está en pausa desde 2015″, lanzó Raverta al aceptar el convite de Pulti. “Hay mucha gente que no quiere seguir así”, amplió luego su nuevo socio.
Montenegro respondió que quiere continuar como jefe comunal “para que Mar del Plata siga siendo la ciudad del sí”, y recordó “los palos en la rueda” que le adjudica al bloque del Frente de Todos en el Concejo y al gobierno de Kicillof. “Los marplatenses y batanenses sabemos de qué lado estuvo cada uno”, agregó. Casi una alusión directa al manejo de la pandemia.
Volverán a surgir otros debates conocidos. Las responsabilidades de la provincia y el municipio en materia de seguridad, los problemas de los hospitales provinciales confrontados con los de las salitas barriales, las deficiencias de las escuelas bonaerenses cotejadas con las de las municipales, la suficiencia o insuficiencia de obras de infraestructura, la generación de empleo y la discriminación o el respaldo que recibe Mar del Plata de la Provincia o la Nación.
También las demandas de los barrios, desde la limpieza e iluminación de los espacios públicos hasta el arreglo de los baches y la pavimentación, serán parte de la agenda cotidiana y adquirirán, como en cada campaña electoral, formato de reclamo, de promesa, de ilusión de cambio o de continuidad.