Muerte de la policía Mena: ¿femicidio, accidente o negligencia?
El detenido, y también policía, Fabián Vázquez aseguró que se escapó un disparo mientras su pareja "jugaba" con el arma reglamentaria. Las hipótesis se centran en un caso de violencia de género extremo o en jóvenes uniformados inexpertos que tras un año de instrucción ya utilizan pistolas sin medir consecuencias.
Gudalupe Mena.
La investigación por la muerte de la policía Guadalupe Mena (19) enfrenta una compleja resolución con hipótesis enfrentadas que la fiscal María Constanza Mandagarán deberá analizar: ¿se trató de un femicidio o, tal como declaró el detenido y compañero de la fuerza de la víctima, Fabián Vázquez (23), se escapó un disparo mientras su pareja “jugaba” con el arma reglamentaria?
En cualquiera de los dos escenarios la formación de la Policía Bonaerense parece presentar un papel clave en lo sucedido, ya que por un lado pudo haber entrenado y armado a un femicida sin detectar su peligrosidad o, por otra parte, podría quedar en evidencia que la instrucción no alcanza, ya que se le dieron pistolas a jóvenes inexpertos que “jugaron” de manera temeraria, sin entender su letalidad ni estar debidamente capacitados.
Guadalupe Mena murió el miércoles a la noche tras recibir un disparo en la cabeza en el interior de una vivienda en Falucho al 8600. En el lugar estaba junto a su novio, Vázquez, quien se encuentra detenido desde entonces en el marco de una causa por homicidio agravado en contexto de violencia de género.
Mena tenía 19 años y desde hacía 9 meses que era policía, como integrante de la Patrulla Rural de Necochea, asignada en Mar del Plata como parte del Operativo Sol. Por su parte, Vázquez era cuatro años mayor que la víctima y no contaba con mucha más experiencias, se habían conocido como compañeros en la academia e integraba el Grupo de Apoyo Departamental (GAD).
La fiscal Mandagarán recibió un informe provisorio de autopsia por parte de la Asesoría Pericial del Poder Judicial, que podría tener conclusiones forenses relevantes para la causa: no solo detallar cómo fue la herida de bala, con qué ángulo ingresó y desde qué distancia; si no también si Mena presentaba otras lesiones, como golpes o marcas de lucha, de algún tipo de defensa o resistencia.
La versión que dio Vázquez, de un disparo accidental que se escapó, necesita que los informes forenses no indiquen otras lesiones en el cuerpo de Mena y que el dermotest también sea positivo en la mano de la joven.
La fiscal se enfrenta a un complejo caso en el que deberá, también, reconstruir, en base a testimonios y análisis de los celulares de Vázquez y Mena, cómo era la relación, si había alertas de tratarse de una pareja tóxica o violenta.
“Lo que dice (Vázquez) no es verdad, mi hija era cuidadosa con el arma“, contó a LA CAPITAL Sonia, la madre de Guadalupe Mena y, con inmenso dolor y entre llantos agregó: “No quiero que quede impune. Mi hija era un ser excepcional, llena de vida. Guada no era mala y él le arrebató los sueños y la vida”.
Por lo pronto, Fabián Vázquez ya fue desafectado de la fuerza y continuará detenido mientras avanza la investigación en la que está imputado por “homicidio agravado por ser cometido por un hombre contra una mujer en contexto de violencia de género“, una figura penal que reserva únicamente como pena la prisión perpetua.
Formación policial y uso de arma

Mena y Vázquez se recibieron como policías en 2023 y en su primer año como integrantes de la fuerza, tal como lo hacen la mayoría, se exhibieron en sus redes sociales como si fueran personas ajenas a una fuerza de seguridad que hasta en la imagen pública requiere cierta moderación. Eso es parte de un cuestionamiento que, puertas adentro, realizaron a LA CAPITAL policías más experimentados, quienes no solo ven un déficit en la formación actual, si no también un problema en los motivos para ser policía: cuando antes, dicen, se ingresaba por vocación, ahora ven que esto quedó relegado a una salida laboral.
Otro indicador que nota en fallas en la instrucción actual de los policías, es que parecen no inculcarles el respeto al uniforme, la responsabilidad de ser parte de la fuerza y, sobre todo, de portar armas de fuego.
En abril de 2017, la por entonces gobernadora María Eugenia Vidal firmó la resolución con la que le dio forma al diseño curricular de la Tecnicatura Superior en Seguridad Pública, que en Mar del Plata se da en la Escuela Policial Juan Vucetich.
Se trata de un adiestramiento de un año para suboficiales de la Policía Bonaerense y dos para oficiales, con materias vinculadas al derecho, perspectiva de género y diversidad, técnicas de defensa personal y uso y práctica de arma de fuego.
Para poder ingresar a la Escuela de Policía, los requisitos son ser argentino, tener entre 17 y 29 años, con domicilio real en la Provincia de Buenos Aires; secundario completo, no tener antecedentes penales y superar el examen responder a las aptitudes psicofísicas requeridas.
“En nuestra formación, durante los primeros tres meses, en la materia de tiro trabajábamos con un arma inerte, es decir, que no dispara. Practicábamos trabajos en seco, como armar y desarmar el arma tantas veces que terminábamos con callos en los dedos”, explicó un joven policía consultado por LA CAPITAL.
“Después de las vacaciones de invierno, comenzábamos a trabajar con un arma en perfectas condiciones realizando las mismas prácticas y, finalmente, se iniciaba la práctica de tiro”, dijo y agregó: “Me sentí muy capacitado con el entrenamiento en el uso del arma reglamentaria y el criterio policial. Sin embargo, en cuanto al manejo de situaciones en la calle, eso es algo que solo se aprende con el tiempo”.
El joven policía contó que el arma reglamentaria la utilizan desde el momento en que salen a trabajar, pero remarcó no estar de acuerdo en llevarla las 24 horas consigo, como sí hacen “muchos” de sus compañeros.
Otro suboficial de la Policía Bonaerense recién recibido consultado aseguró que porta “las 24 horas del día” el arma reglamentaria, pero “siempre con especial atención con las medidas de seguridad explicadas por los instructores”.
“El arma la tenemos las 24 horas en la Escuela y tiramos una vez por semana. Considero que estamos capacitados para usarla, ya que cuando los instructores ven que alguien no tiene buen manejo o no cumple con las normas de seguridad lo corren”, agregó otro suboficial que egresó en 2023.
El femicidio de Gisel Varela y la policía que mató a un inocente
El 2019 prácticamente inició con el femicidio de la policía Gisel Varela, asesinada en la mañana del 8 de enero mientras esperaba el colectivo en Alberti al 1500.
Varela era integrante de la Policía Local, esa mañana salió vestida con su uniforme, chaleco antibalas y su arma reglamentaria. En su cartera llevaba la orden de restricción que poseía contra su expareja, Sergio Cejas, un hombre que trabaja como seguridad privada en una empresa transportadora de caudales.
Mientras la mujer esperaba el colectivo, Cejas apareció en el lugar y tras una breve discusión, se abalanzó sobre ella y le quitó su arma, con la cual le efectuó varios disparos que terminaron su vida. Por el crimen, Cejas fue condenado a prisión perpetua en 2022.
El femicidio de Varela muestra que la violencia de género más extrema puede cobrar hasta la vida de una uniformada, con entrenamiento en defensa personal.
En Mar del Plata hubo un caso que dejó en evidencia la mala instrucción de la Policía Bonaerense: cuando en 2015 la oficial Griselda Guanca mató “por error” a Miguel Efiso, un hombre que le había pedido ayuda ante el robo en la casa de su madre.
El Tribunal Oral en lo Criminal Nº3 condenó a Guanca a 2 años de prisión condicional por “homicidio en emoción violenta” con el atenuante de su “mal entrenamiento” en la Escuela de Policía. El fiscal que llevó el caso, Alejandro Pellegrinelli consideró que la resolución de los jueces fue “poca respuesta” y que tendrían que haber plasmado en la sentencia una crítica y un reclamo institucional a la Policía Bonaerense.
Durante el debate, Pellegrinelli había solicitado 10 años y 6 meses de prisión para Guanca, pero pidió valorar como atenuante “el desamparo en cuanto a enseñanza, formación, capacitación y reentrenamiento por parte de la policía bonaerense, que hizo que no estuviera debidamente preparada”.
Para los magistrados del TOC N° 3, en el caso de Guanca, el que haya sido policía fue un atenuante al haber matado a un hombre y encuadraron el hecho como “homicidio en emoción violenta” para condenarla solo a 2 años de prisión.
La formación de la policía, su necesidad de constante capacitación en el uso de armas, respeto ciudadano y leyes debería exigir un debate profundo, con necesario control, para evitar que personas no capacitadas vistan el uniforme y portan armas con las que puedan cometer crímenes o muertes por accidente.
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