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Policiales 19 de marzo de 2019

Muerte de Lucía Bernaola: el fiscal pidió 10 años para Federico Sasso

En su alegato, Rodolfo Moure sostuvo su acusación de "homicidio con dolo eventual" y consideró que el imputado era "adicto a la velocidad". Las querellas acompañaron este planteo, pero solicitaron una pena de 12 año. Mañana será el turno de la defensa, a cargo de Facundo Capparelli.

El fiscal Rodolfo Moure sostuvo la acusación contra Federico Sasso por la muerte de Lucía Bernaola (14) y solicitó al Tribunal Oral en lo Criminal N°1 que condenaran al joven a 10 años de prisión.

Además, el fiscal, solicitó que Sasso se inhabilitado para conducir cualquier tipo de vehículo por 10 años y que, aunque la condena no quedara firme, se cancele el beneficio de prisión preventivo y cumpla la sentencia en una unidad penitenciaria bonaerense,

En una sala de audiencias repleta, ante la atenta mirada de los jueces Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Juan Manuel Sueyro, el fiscal Moure explicó por qué, a su entender, el caso se encuadra en un “homicidio, lesiones graves y leves en concurso ideal con dolo eventual” y no en un “homicidio culposo agravado“, una diferencia de calificación sustancial teniendo en cuenta las penas en expectativas.

Alternativamente, el fiscal Moure solicitó que Sasso, de ser condenado por “homicidio culposo”, reciba la máxima pena posible, de 6 años de prisión.

Conductor alcoholizado, pero consciente 

En su alegato, el fiscal consideró que Sasso, a pesar de haber estado alcoholizado al volante, era lo suficientemente consciente para haber configurado la peligrosidad de sus acciones que podían desencadenar en un siniestro vial, como efectivamente sucedió el 4 de junio a las 2.50 de la madrugada cuando, en la costa y Alberti y al tomar con exceso de velocidad una curva derrapó y atropelló a Lucía Bernaola y a un grupo de adolescentes que caminaban por la vereda.

En su exposición, Moure dio por probado y sin discusión que Sasso, al momento del siniestro vial, era quien manejaba el Renault Clio modificado -tipo “pistero”- y que, además, se encontraba alcoholizado con 1,23 g/l de alcohol en sangre.

En esa condición conducía por la avenida Peralta Ramos en dirección hacia el puerto y, al llegar a la curva de Alberti, tomó la misma a una velocidad -según los peritos- no menor a 78 kilómetros por hora, cuando la velocidad máxima en una zona de encrucijada es de 30 kilómetros por hora.

Basado en los testimonios y pruebas ventiladas en el debate, el fiscal Moure aseguró que horas antes del siniestro vial, Sasso había tomado al menos media botella de vino blanco y una botella de ron junto a otros tres amigos. “Esa madrugada estaba alcoholizado y bebió de manera voluntaria, nadie lo obligó. Los amigos ofrecieron que otro manejara, pero no aceptó, demostrando que no le importaba lo que podía pasar“, agregó.

El fiscal remarcó que, según los peritos, Sasso a pesar de haber tomado alcohol tenía la conciencia no suprimida, lo que le permitía comprender lo que hacía y asumir las consecuencias. “La incidencia del alcohol fue poca”, concluyó.

Adicto a la velocidad

Sasso tenía adicción por la velocidad“, dijo Moure y agregó: “Él generó todas las condiciones para que esto ocurriera. Entendió el peligro y se desinteresó por el resultado: impactó a un grupo de 10 jóvenes causando la muerte Lucía y heridas en 9 personas. Después se dio a la fuga y cuando no tuvo donde ir regresó”.

Moure consideró como factor fundamental del siniestro el exceso de velocidad en el que Sasso tomó a la curva -78 k/h según peritos- y consideró que no tuvo incidencia la humedad de esa madrugada, la alcantarilla o un pozo. “Solo la velocidad, y el alcohol, sumado al auto modificado, que lo hacía más peligroso”, expresó.

En su exposición, el fiscal recordó al Tribunal que Sasso huyó del lugar luego de haber atropellado a Lucía Bernaola y su grupo de amigos. “Se bajó del auto y se fue. Inmediatamente volvió, no le quedaba otra. Y no lo hizo por las víctimas, si no por no quedar como un prófugo“, dijo Moure.

“Sasso es adicto a la velocidad. Subió la velocidad al llegar a la costa. Eligió ese lugar adrede, para exhibir su destreza al volante a otros jóvenes”, expresó Moure y, para graficar la “adicción a la velocidad” de Sasso, el fiscal contó que el imputado lleva un tatuaje que dice: “Turbo intercooler“.

Alertas 

“Bajá la velocidad, nuestras vidas están en tus manos”, le dijo un amigo de Federico Sasso que iba en el auto momentos antes del siniestro vial en el que atropelló y mató a Lucía Bernaola.

Para el fiscal existieron alertas antes del siniestro vial con las que Sasso pudo no haber conducido o al menos bajado la velocidad. En primer lugar, según surge de los testimonios, los amigos con los que Sasso se había juntado en una previa le habían ofrecido cambiar de conductor.

En siguiente término, para el fiscal la misma zona del hecho es una alerta en sí misma, ya que, por las características del ambiente, todo conductor baja la velocidad al llegar a la curva de Alberti. Además hay un cruce peatonal en Gascón, separación de mano de cemento y conos.

“El dolo eventual queda evidenciado por la cantidad de alertas que infringe una persona: exceso de velocidad, temeridad, alcoholemia. Cuántas más alertas infringe ya no es imprudente es doloso”, explicó Moure.

“Ninguna víctima hizo algo de sí para que pasara esto. No se les puede reprochar nada. Iban caminando por la vereda. No podemos culpar a ninguna víctima”, concluyó Moure y finalizó: “Sasso jugó a la ruleta rusa con su vehículo, no solo con las personas que iban con él si no los inocentes transeúntes”.

El miércoles será el turno del alegato de la defensa, a cargo de Facundo Capparelli,

 

 

 



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