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Arte y Espectáculos 27 de marzo de 2019

Muralismo: juventud y democratización en las paredes para fabricar “el discurso de la calle”

Durante varios días, un grupo de artistas de diversas partes del país y del mundo volcaron su arte en las paredes que miran a la vía en desuso del tren, entre las calles Brown a Alvarado. Qué grita el muralismo, un movimiento que está cercano a cumplir cien años de plena vitalidad.

“Tiene muchos sentidos. Creo que el muralismo es un discurso de la calle, con el que se pueden decir muchas cosas”. Lo expresa Julián Roura, un artista muralista de Mar del Plata y uno de los organizadores del Festival Internacional de Arte Urbano “DeInstinto”.

El festival, que terminó recientemente, acaba de dejar una galería a cielo abierto en la vía del ferrocarril, entre las calles Alvarado y Brown. Siete cuadras de murales, mosaiquismo y esculturas, que ya se pueden recorrer y disfrutar, entre el colorido que gritan las paredes y el césped emprolijado.

Roura y Lucho Galesse, el otro muralista local con el que llevó adelante el festival, recibieron a un nutrido grupo de artistas que llegó de diversas partes. Fueron cerca de cincuenta quienes trabajaron sobre las muros del corredor
que dejó libre el tren que, en el pasado, llegaba hasta Miramar. Fósil Rivera, oriundo de México, y Harry Montesinos, de Bolivia, son dos de los artistas latinoamericanos que pintaron las paredes marplatenses y que aún después de terminado el festival decidieron permanecer unos días más en Mar del Plata.

Ninguno de elos supera los 35 años, un dato nada menor. Es que, a diferencia de otros momentos históricos, cuando el muralismo era la expresión de los grandes maestros, como David Alfaro Siqueiros, en la actualidad el movimiento tiene la fuerza de la juventud.

A veces más cerca del graffiti y del arte del tatoo, otras más cerca del diseño, el muralismo se reinventa en las calles de las grandes ciudades. Y lo hace con una consigna: llevar arte a espacios no convencionales.

 

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“Con los chicos de la esquina”

“Hoy en día somos muchos los jóvenes que nos estamos dedicando a esto, antes eran muralistas los grandes maestros -indica Fósil-. Yo empecé en la calle, con los chicos de la esquina y de manera autodidacta me fui metiendo.

Y hoy uso el aerosol y lo combino con otras técnicas, con el aerosol también se puede hacer arte, también se puede hacer muralismo”.

Y Montesinos, quien vive en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, coincide con esta ampliación del concepto: “Nosotros usamos todas las herramientas, hasta el diseño”.

Sigue Roura: “De mi parte, uso el muralismo como una forma de generar conciencia, lo que pinto representa el mundo en el que quiero vivir, otros muralistas hacen algo contestatario, que es otra forma de expresarse, yo trato de proponer el mundo en el que quiero vivir, lo enfoco desde un lado más constructivo”.

Esa “manera Roura” de entender los murales puede verse reflejada en diversas fachadas del centro y del macrocentro local, donde intervino y pintó frentes y paredes.

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“Que saliera de los centros”

“La palabra ‘muralismo’ la he escuchado desde que me empezó a gustar hacer obras en gran formato -agrega Rivera-. El movimiento está por cumplir cien años, en 2021, y no solo en México, que es de donde partió, sino en todo el mundo”.

De la mano de la Revolución Mexicana de 1910, el muralismo narró la experiencia de esa revuelta y buscó educar a las grandes masas de mexicanos que no sabían leer ni escribir. “Para mi el muralismo es la democratización del arte plástico”, apunta Harry.

Y cuenta que, en su ciudad natal, buscó cortar la centralización que tenía el arte que giraba únicamente en torno a las galerías convencionales. “Empezamos a salir a las calles, a socializar, a transmitir cosas y a ver qué nos trasmitía a nosotros la gente para poder plasmar en los muros. Quisimos que el arte saliera de los centros”.

Harry investiga hoy en las culturas indígenas para aplicar de manera correcta en su obra la rica iconografía precolombina. El objetivo sigue siendo pedagógico: “Quiero plasmarlo en la pared de un modo correcto para que la gene se culturalice”, indica.

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“También un encuentro con los vecinos”

Por la experiencia que acumularon en esta primera edición del Festival de Arte Urbano “DeInstinto”, la relación con los vecinos fue clave. El marplatense Lucás Gómez, encargado de registrar todo lo que acontecía y convertirlo en historias para las redes sociales, cuenta: “El festival tuvo que ver con un encuentro entre los artistas, para que compartieran su arte, pero también fue clave el encuentro con los vecinos”.

Muchos marplatenses dieron la bienvenida a los artistas, aunque otros se mostraron reticentes a que las medianeras de sus casas fueran intervenidas con murales.

“Pero (los que se oponían) empezaron a ver las obras y a comunicarse con los artistas y hubo un cambio, un cambio rotundo, al punto de que muchos vecinos llegaron con mate y nos ayudaron en la organización”, cuenta y se sorprende por la buena respuesta de esos mismos vecinos que, al principio, se negaban a la experiencia.

En esos detalles, está la magia, afirma Roura. “Para mi el arte, o el mural cumple su función cuando sucede esa magia, cuando el vecino se apropia de la obra. Vos te vas de ahí, al tiempo pasás y ves que tu mural sigue, porque nadie lo tocó, ahí es cuando el mural o el arte público cumple su función: la gente del barrio se lo apropia y lo cuida, cuida el entorno y limpia la basura, corta el pasto”.

Fósil recuerda a su héroe anónimo: “Yo estaba arriba de un andamio y vino un señor y me dejó una gaseosa. Me dio pena porque no pude bajar y agradecerle. Si está leyendo ésto muy agradecido con él”. Y remata: “Un mural detona una participación, contagia a la gente para que mejore el entorno, para que barra, limpie y eso reconstruye el tejido social, ayuda a que se genere una dinámica interesante que repercute en una mejor calidad de vida para la gente”.
Cabe señalar que gran parte de las historias de este primer festival están narradas en la página de Facebook Festival Deinstinto.

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crédito Marita Sampedro

 

“Híjole, meterle algo de color”

“Se me cae la baba”, reconoce Fósil Rivera. Y lo dice tras conocer el centro de Mar del Plata y ver “esos espectaculares edificios blancos y grises”. Entusiasmado, en su tono mexicano, remata: “Híjole, meterle algo de color, sería power, se verían espectaculares”.



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