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Arte y Espectáculos 24 de noviembre de 2021

Muriel Santa Ana: “El cine argentino tiene vitalidad, compromiso y excelencia de imagen”

Una charla con la actriz que es jurado del Premio Flow al Cine Argentino. Desanda temas como pandemia, su timidez, el cine y la lectura. "Hemos sido golpeados y yo me hago cargo de eso en mí", reflexiona sobre este presente del mundo.

“Me gusta estar en un cine, en ese espacio a oscuras y compartido con otros desconocidos, viviendo una experiencia que creemos que es parecida y no, cada uno está haciendo su propio viaje”. Son palabras de la actriz Muriel Santa Ana, quien se encuentra en Mar del Plata: llegó invitada por el Hermitage Hotel y, además, se desempeñó como jurado del Premio Flow al Cine Argentino, en el marco del actual Festival Internacional de Cine.

En su rol de jurado, visualizó las diecisiete producciones argentinas que participaron del concurso. Como balance de esa rica experiencia, no duda en decir que el cine nacional sigue viviendo un gran momento: “El cine argentino tiene mucha vitalidad, compromiso, humor, una excelencia de imagen y de realización, de actuación. Ya elegimos a la película ganadora y estoy muy contenta”.

La actriz del ciclo “Pioneras. Mujeres que hicieron historia” y de películas como “Caída del cielo”, entre muchas otras, reflexionó sobre esta nueva modalidad, la de ver películas desde casa, lejos de aquellas ceremonias a oscuras.

“No cambio ir a una sala por ver una película en la computadora, supongo que también soy una persona conservadora y por qué no… el cine en las salas es también una expresión que habla de otra época del mundo, para otro tipo de personas, ahora en los famosos soportes se puede ver una película en cualquier lado”.

Lejos de la crítica, apunta: “Realmente está muy bien, la pandemia nos dejó algo de eso, aunque yo tengo una relación normal con la tecnología pude meterme y ver ciclos de cine que de otra manera no hubiera podido ver”.
Entrevistada por LA CAPITAL, Muriel propone una conversación siempre agradable y no oculta su sensibilidad, que parece andar suelta por su cuerpo. La timidez, la pandemia, el poder, el dolor y la soledad fueron algunos de los temas que fluyeron en una charla distendida, en un mediodía tardío y con mucho sol.

“Mar del Plata tiene que ver con mi formación como actriz”, dispara y reconoce que acompañar a su papá, el actor Walter Santa Ana, en las temporadas del Teatro Auditorium, dejaron su huella. “Es una ciudad a la que siempre quiero venir, hasta tengo mi tour gastronómico hecho”, cuenta.

Lectora, confiesa que la filosofía y la poesía de Fabián Casas ayudaron y ayudan a pasar este tiempo de pandemia, un tópico que se cuela inevitablemente entre concepto y concepto. “Para quienes la casa es un refugio, con la pandemia de repente empezó a ser una cárcel y el vínculo con el espacio propio se complicó: fue difícil retomar el amor por la casa cuando lo único que queríamos era salir de la casa, ventilarnos”, recuerda de los primeros tiempos de encierro.

“El aislamiento a todos nos pegó en mayor o menor medida, yo soy bastante tímida, cultivadora del ostracismo, solitaria, tengo una soledad sofisticada. Cuando empezó el encierro me pude vincular con mi soledad, pero ya a los dos o tres meses era muy difícil”.

Imágenes “dantescas”, “distópicas”, repasa, del dolor del mundo todavía retumban en su cabeza. “Mi foto chica es la del privilegio, no tuve grandes sufrimientos, pero la foto grande es la de un grito de horror”.

SANTANA 01

“La pandemia tuvo la fuerza de una trompada y al mismo tiempo esa cosa de la velocidad que nada pesa, había que recomponerse día a día de cosas, pero todos habiendo recibido una trompada”, metaforiza.

-¿Cómo es esa soledad sofisticada que ejercés?

-Tengo amigas que me dicen que soy como “El llanero solitario”, como esos asesores externos. Funciono mejor así y me lo han dicho aquellas personas que están en roles de liderazgo. Por mi timidez, tiene que ver una observación exterior para comprender qué rol afectivamente me conviene poner en juego en cada experiencia. Evito trabajar en situaciones muy mecanizantes.

-¿La actuación te ayuda a vencer la timidez?

-No tiene nada que ver, porque la actuación y el mundo del teatro tienen que ver con lo colectivo, con lo familiar, con algo fraterno, el teatro es algo fraterno. Yo necesito los espacios tanto de soledad y silencio como de esto otro, en partes iguales. Lo vinculo más con algo introspectivo, con algo del gusto por el silencio. Sufro de migrañas desde mi adolescencia, entonces siempre estoy en alerta de lo que se llama ansiedad anticipatoria. Cuando veo “bardo” me alejo. No entro en situaciones que me pongan en riesgo.

-¿Te ves como realizadora de cine, como directora de teatro?

-No, porque hay algo del poder que se juega en esos roles que a mí no me va. Es el poder bien ejercido, pero no comprendo esas categorías. Creo que soy más buena tratando de interpretar lo que el otro quiere contar y me pongo al servicio de una historia. Ahí está mi fuerza y mi poder, en el intercambio con el otro y no en llevar adelante un barco. Y en teatro menos, es una locura.

-¿Cuánto te sostuvo la lectura en estos tiempos, junto con el cine?

-Me angustio mucho, entonces para no quedar en una cosa de reflexión sola conmigo misma, sufriente o dolorosa, para no tener una lectura victimizante del mundo, trato de compartir y de charlar con personas que piensan sobre la realidad, de compartir lecturas. Ahora estoy más para adentro que con una gran cosa para afuera, tuve años de más exposición y ahora, después de la pandemia no he quedado con mucho margen para esas cosas.

-¿De alguna manera estás cuidándote del mundo?

-Sí, tiene que ver con que todo tiene la fuerza de un golpe, hemos sido golpeados y yo me hago cargo de eso en mí, no puedo hacer de cuenta que no pasó nada. Y al mismo tiempo ves que todo tiene la liviandad de una pluma. Quiero vivir más conectada con la alegría y la tristeza del otro. Y estar en el presente, para comprender un poco qué estamos haciendo. Estoy pensando qué tipo de vida quiero para mi 2022.