A los 86 años, falleció el viernes último el artista plástico Néstor Villar Errecart. Tuvo un largo recorrido en el arte, recibió premios, fue docente y también se dedicó a la gestión pública al cumplir el rol de Director del Museo de Arte Juan Carlos Castagnino y luego como subsecretario de Cultura.

Había nacido en Mar del Plata, en mayo de 1937. Se formó con René Hart, Demetrio Urruchúa y Vicente Forte en pintura, y José Alonso en escultura. Tuvo su propio taller por el que pasaron varios actuales artistas y se desempeñó como profesor titular de elementos de Información Visual en la Universidad Fasta.

Villar Errecart nació en Mar del Plata, en mayo de 1937.

“Su obra se fue construyendo hasta lograr una imagen propia que aparece a inicios de los setenta, muy ligada a nuestro entorno marplatense signado por un rasgo inevitable: la línea de horizonte que nos rodea por mar y por tierra en la llanura pampeana. Esa línea solo es flanqueada por la ondulación de los médanos al este y la irrupción de las sierras hacia el oeste”, evaluó el artista Daniel Baino, quien fue discípulo de Villar Errecart.

“Este entorno fue el que le otorgó a su pintura un lenguaje plástico propio, identitario que lo posicionó en el medio de la pintura local primero y nacional después”, siguió Baino.

Y recordó cómo emergió esa imagen tan clásica: “Apareció a inicios de los setenta cuando volvía de un paseo por los acantilados y escuchó en la radio que había muerto Picasso. Lo conmovió la noticia. Al llegar a su casa subió a su taller y se puso a pintar, esa noche recibía amigos a cenar pero nunca bajó a la cena, quedó impregnado por la tela y allí aparecieron los acantilados con cielos amplios y la línea de mar. Era el comienzo de un lenguaje pictórico que lo acompañaría siempre”.

También artista plástico marplatense, Cristian Dalgaard destacó la contundencia de su obra. “Fue un pintor importante de Mar del Plata, ‘un pintosr marplatense puro’ como solía autodefinirse. Llegó a alta consideración a nivel nacional e internacional, con una pintura metafísica, pero de una metafísica latinoamericana o argentina inclusive, con una gran factura pictórica, de matices y armonías sutiles que hicieron que el espectador pudiera introducirse en ese clima metafísico de sus paisajes”.

Y finalizó: “Para hacer un paralelo, salvando las distancias, al modo de un Ducmelic de nuestras tierras”.

Villar Errecart tuvo presencia en Buenos Aires, expuso en galerías como Wildestein y Zurbarán. Y participó activamente del Salón Nacional, que ganó en 1991.