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La Ciudad 27 de febrero de 2017

“No le hacía caso al cuerpo y me dio señales, hasta que se puso a gritar”

"Así me cuido yo, una guía para que sanar dependa de vos" es el segundo libro de Marina Borensztein. Su objetivo es compartir con los lectores toda la información que le hizo bien. "Después del cáncer nunca más me volví a enfermar" asegura. Las claves de la "alimentación consciente".

Marina Borensztein ofrece en “Así me cuido yo”, una “guía para que sanar dependa de vos”. Se trata de un libro editado por Planeta, en el que la autora de “Enfermé para sanar”, da los detalles para una serie de cambios en su rutina que comenzó a realizar y que, según asegura, le han dado resultados óptimos, dado que “después del cáncer nunca más me volví a enfermar”.

La clave está en escuchar al cuerpo y sostiene que la alimentación es fundamental junto con el ejercicio físico y, en su caso, la meditación. El libro cuenta con aportes de los profesionales de referencia de Marina y, al final, con un apéndice de recetas.

Borensztein estuvo en Mar del Plata en el marco del ciclo de charlas con autores de Editorial Planeta y una amena charla con LACAPITAL contó cómo se cuida y algunos detalles de la alimentación consciente que propone.

“Yo no le hacía caso al cuerpo y me dio miles de señales, hasta que se puso a gritar” reflexiona la actriz y escritora que asegura que el libro es una forma de compartir con las personas la forma que ella encontró de vivir de una manera saludable. Pero aclarando que “no se trata de una imposición, ni el único camino. Cada cual tiene que hacer su búsqueda. En este libro, lo que yo cuento, son todas cosas que investigué, con gente que conocí, que a mí me hicieron muy bien y se que me hicieron bien porque nunca más me enfermé, no me duele la panza salvo que coma algo fuera de la dieta, porque lo dicen mis análisis clínicos y la energía que tengo todas las mañanas al levantarme”.

– ¿Por qué decidiste compartir toda tu experiencia con el cambio en un libro?

– Después de “Enfermé para sanar”, armé la comunidad de Facebook y me empezaron a llegar tantas preguntas, tantas consultas, tantas dudas, que se me hizo difícil contestar una por una, entonces, pensé en aglutinar toda la información que fui recolectando.

– Vos hiciste un cambio rotundo y rápido. ¿Es ese el camino que da resultado o sirve cambiar algunas pautas?

– Lo que yo digo es, yo tuve cáncer, cuando uno está con una situación tan límite hay otros tiempos, otros miedos, otras necesidades, no es lo mismo para una persona sana. No es la idea volverse obsesivo. Se puede comenzar a ver qué tienen de malo el azúcar, la leche, intentar comer menos queso, menos postres en la semana, menos pan. La idea es tener la información para poder saber qué es lo que te conviene. Ahora si tenés cáncer, te digo, hacelo todo al pie de la letra. Esta información la saqué de gente que ha tenido cánceres terminales, que les han dicho que no había nada que hacer, hicieron cambios drásticos de alimentación y se salvaron y están felices. También con médicos que sigo viendo. Con testimonios de gente que ha llegado desahuciada, en dos semanas estaba mejor y en tres se iban a su casa tomando jugos verdes y el médico le dice no me cuentes, pero seguí haciendo lo que estás haciendo. Y en mi caso, está en mi tranquilidad, en mis análisis clínicos, en mi energía de todos los días, en que no me resfrío hace cuatro años, tengo las defensas fuertes. Después del cáncer no me enferme nunca más. Eso sí, estoy muy afilada con mis hábitos.

– ¿Tenés tus mecanismos para seguir tus hábitos en cualquier lado? ¿Por ejemplo, cómo hacés cuando viajás?

– Mirá, ando para todos lados con mi bolsita con mis opciones saludables. Mis frutas, mis almendras, castañas de parça, nueces, higos, mi yerba orgánica o el té verde, mi néctar de coco que en Argentina no se consigue, lo compro en Uruguay y es el endulzante con más bajo índice glucémico, la estevia es mejor aún pero la hoja, no la industrial.

– ¿Este camino implica un retorno a la cocina, a ocuparnos de lo que nos metemos en el cuerpo, a hábitos que con la vida moderna un poco se van perdiendo?

– Creo que no es fácil. Hay que ser aplicado y organizado. A mí no me faltan ninguna de esas dos cosas. Si no tenés estas cualidades necesitás ayuda. Con la vida actual no es tan fácil pero se puede. Un día a la semana comprar, lavar y guardar la verdura, un día hervir la lentejas, la quinoa y el arroz, tener almacenadas ciertas cosas en la heladera, no es tan complicado. Yo no como nada elaborado. Es todo sencillo, lo que tiene que haber son estas cosas básicas. Y tiene que ver con el amor hacia uno mismo, con la necesidad de estar bien, de tener una vida más plena, con más energía.

– ¿Y escuchar al propio cuerpo?

– Sí, es escuchar al cuerpo, porque el cuerpo va dando señales. Yo no le hacía caso al cuerpo, me dio miles de señales, hasta que se pone a a gritar. Hoy en día tenemos la suerte de que la información está al alcance de la mano, no es muy complicado. Lo mío no es la ciencia, ni la medicina, me ocupe de entender algunas cosas para saber que si mantengo mi sistema inmunológico alto, con buena alimentación una vida saludable, alegre, tranquila, todo eso va a hacer que me enferme menos.

Hoy en día la medicina nos enseña a prevenir haciéndonos la colonoscopia, la mamografía, todos los estudios. Yo creo que hay un paso previo, para no llegar a la colonoscopía o llegar con la tranquilidad de que estás haciendo una vida saludable. Hay que cercar la cancha, darle menos opciones a la enfermedad.

– ¿Por qué pensás que habiendo tanta información no hay esa conciencia?

– La gente no quiere darse cuenta. En el caso del azúcar te dicen, el azúcar mata, pero creo que la negación nos hace pensar que no nos va a pasar, que todo eso les pasa a los demás y cuando les pasa, se preguntan por qué a mi ¿Y por qué no, si hiciste una vida insalubre?

– ¿Es la misma negación que lleva al uso de los eufemismos para nombrar a las enfermedades?

– No puedo escuchar cuando le dicen “la papa” o “larga y penosa enfermedad”. Es cáncer, o es Alzheimer, esclerosis múltiple, lo que sea. Cuanto más hablemos, cuanto más contemos de qué se trata, es mejor. Así como le dicen ahora a la gente que fumar mata y cercan a los fumadores las posibilidades de fumar, el día que digan que comer azúcar es perjudicial para la salud, va a ser otra cosa. Un día va a pasar como con el cigarrillo, no se va a poder comer azúcar tan libremente.

– ¿Entonces hay esperanza a pesar del poder de las industrias alimenticia y publicitaria?

– No tengo tanta esperanza porque la industria tabacalera es muy grande pero es una. La industria alimenticia es muy grande, abarca todo, es un mundo que tendría que cambiar tanto y no sé si va a suceder. Pero en la medida en la que la gente tenga la información, va a poder elegir.

– ¿Por qué crees que cuando se trata de alimentación consciente se hace énfasis en alternativas para que sea divertida, variada, cuando en realidad, la alimentación convencional, si lo pensamos, no tiene mucha variedad?

– Es absurdo. Nunca me lo habían preguntado, pero es genial. Carne, papas, pizza, contra arroz con verduras, risotto de quinoa, fideos integrales. Creo que es cultural. Hay países en los que no comen carne como acá y las culturas que comen arroz y algas tienen menos incidencia de cáncer. Nosotros no estamos acostumbrados a comer algas, son un poco asquerosas, yo las como igual porque son muy nutritivas. Pero hay vida, hay felicidad sin pizza.

– ¿Creés que se otorga demasiada importancia al placer de la comida?

– No se puede negar que la comida es muy placentera, nos hace felices, nos da bienestar, no digo que no tiene que ser así. Yo encontré bienestar de otra manera, con otro tipo de alimentación, para hacer un círculo virtuoso. No es comer por gula, para mí es una cuestión de nutrirme, una alimentación consciente. Al final del día me pregunto qué comí, para analizar si incorporé todos los nutrientes que necesito.