Lalo Alías es uno de los actores más prolíficos de Mar del Plata. Con muchos años de experiencia sobre los escenarios, encara ahora un nuevo desafío: la dirección teatral de un texto que lo conmovió, "Los amores de Agueda", escrita nada menos que por Julio Chávez.

El estreno se producirá esta noche, a partir de las 21 en la sala Gregorio Nachman del teatro Auditorium. Allí lo esperan las dos actrices que protagonizan esta historia, que funciona como una "metáfora de la existencia humana", anticipa Lalo. Ellas son Rosita Pelaia y Victoria Padín, dos ex compañeras del flamante director, cuando el trío recorría los pasillos de la Escuela Municipal de Arte Dramático.

"Mi persona está cruzada, desde el primer pelo hasta la última uña del pie, por la actuación, soy un actor de sangre. Estoy acostumbrado a hacer propuestas de trabajo con alumnos y a hacer la coordinación de obras, pero nunca dirigí a actores", cuenta y dice tener por estas horas la emoción a flor de piel.

"El proyecto de dirigir se dio medio casualmente -sigue-. Nos encontramos para revalidar los títulos con Rosita y con Victoria y quisimos hacer algo diferente. Ellas tenían ganas de actuar: Rosita es una directora de teatro y Victoria se dedicó a la enseñanza de la actuación. Y yo también quise hacer algo diferente. Creo que se juntaron los desafíos".

El primer punto de identificación con esta historia, en la que las actrices le ponen el cuerpo a dos hermanas, fue el lugar donde transcurre: la ciudad de Balcarce. "Es mi ciudad natal, las calles, el contexto me era familiar, eso me decidió por 'Los amores de Agueda'", confía Alías, que viene de coprotagonizar la exitosa "Llanto de perro", bajo la mirada de Mario Carneglia.

Lalo cuenta que la obra es la historia de dos hermanas que viven en este pequeño pueblo -"podría ser cualquier otro", dice- en la década del ´50. Giran en torno a ellas los espesos mandatos familiares y sociales.

"Me gustó lo intimista de la obra y la reflexión que propone, es una metáfora de la existencia pero también aborda el vínculo afectivo y hermoso que tienen estas hermanas, pensé a la obra como un homenaje a nuestros hermanos, con esa complicidad y esos conflictos y esa unión de por vida que tienen y que en la obra se ve", aclara, y dice haber pensado en Graciela, su hermana, a la hora de poner en marcha la memoria emotiva.

Aunque, agrega, la pieza es también un historia sobre el encierro y el porvenir. "Tiene una hermosa mirada hacia el futuro, para poder construir un futuro es necesario desligarse de los mandatos", concluye el director y cuenta que fue el mismo Chavez el que cedió los derechos de la pieza para que el grupo de teatro local pudiera hacer tal puesta en escena. "A Julio le gustó nuestra propuesta, nos dijo que sí, lo que es todo un privilegio para nosotros y supongo que en algún momento vendrá a vernos", estima.

Intuitivo, trabajador, humilde, Lalo resalta del rol de la dirección el hecho de tener los ojos puestos en todos los aspectos. "La mirada total que se tiene sobre la obra es del director", dice y agradece a las actrices, que lo dejaron desplegar su propio criterio. También agradece al teatro, esa actividad grande y generosa que le dio la posibilidad de "seguir aprendiendo".