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01-03-2014

Andrea Bonelli y su balance positivo del verano

"La casa de Bernarda Alba" termina hoy su ciclo de funciones en el teatro Güemes. La actriz, que interpreta a la Poncia, habla de su personaje, de lo que supone un clásico y de por qué el llanto la embarga al finalizar la pieza.

La actriz Andrea Bonelli traza un balance positivo de su participación en "La casa de Bernarda Alba", obra en la que interpreta a la Poncia, una sirvienta inteligente y atrevida, que conoce a la perfección a las hijas de Bernarda y que, a su vez, no puede evitar la tragedia. Su personaje se funde con las presencias de otras actrices: Norma Pons, Adriana Aizemberg, Valentina Bassi, Florencia Raggi, Florencia Torrente, Mimí Ardú, Martina Guzmán y Lucrecia Blanco, todas dirigidas por José María Muscari.

La obra subirá a escena hasta hoy en Mar del Plata, ya que

realizará esta noche su última función en el teatro Güemes. Luego, a partir del 14 de marzo, volverá al teatro Regina, de Capital Federal, donde estrenó siempre con éxito en agosto de 2013.

Como se sabe, la pieza del español Federico García Lorca cuenta la historia de un estricto duelo que una madre -Bernarda, rol que lleva adelante Norma Pons- impone a sus hijas jóvenes tras el funeral del padre. Las chicas no podrán salir de la casa, ni relacionarse con el mundo exterior, a pesar de que una de ellas prepara su casamiento con Pepe el Romano, un personaje aludido, deseado, pensado por las mujeres, pero nunca presente en la obra.

"A veces pienso si realmente existe Pepe el Romano", confiesa Bonelli. "Pepe es el motor de toda la obra, y no sólo es el hombre como ser masculino, representa el afuera, la libertad, la posibilidad de salir de ese encierro en el cual esas mujeres se encuentran", sigue. "Justamente los clásicos lo son porque tiene un lenguaje y una temática contemporánea. Siempre va a estar la búsqueda de la libertad, siempre va a estar la represión externa o interna, las apariencias".

Aunque reconoce no tener mucha experiencia en las temporada veraniegas locales, Bonelli explica que este verano es el segundo en plan laboral que pasa en Mar del Plata. Con anterioridad estuvo en "Tres versiones de la vida", una obra de Jazmina Reza con Fernán Mirás, Carola Reyna y Luis Luque que pasó por escenario del Corrientes. Ahora, tras dos meses de funciones, dice que se va feliz.

"Me voy muy feliz de Mar del Plata. Es un balance maravilloso, es una temporada que me parece que anduvo bien, tampoco me parece que suceda lo que dicen que pasa con Mar del Plata, hay obras que han ido mejor que otras, pero me parece que es una buena temporada, hemos tenido muchos reconocimientos, hemos tenido el Estrella de Mar, el Premio Vilches, así que llegamos a Buenos Aires con toda la gloria de lo que pasó acá", agrega.

Precavida, dice que el personaje que le toca la obligó a tener un verano tranquilo, lejos del ruido y la actividad intensa. "Durante el día trato de descansar. Es mucho lo que tengo que hacer en esta obra, la Poncia es un personaje muy difícil", esgrime.

-¿Por qué?

-Es el que abre y cierra la obra, es un personaje emblemático de Lorca. Tiene más edad que yo, casi tiene la edad de Bernarda. Y ese fue un gran desafío y una gran jugada de Muscari, que quiso que lo hiciera desde mi, desde lo que puede hacer una persona de mi edad. Ese es un balance maravilloso, noche a noche me hace transitar el escenario de una manera increíble y el aplauso, esa ovación que sucede al final, es conmovedora.

-Conmueve que las actrices terminen también llorando. ¿Siempre les ocurre?

-Lloramos siempre, todas, el final de la obra es muy fuerte, es muy conmovedor. Mi personaje es el que entra a dar la noticia, ahí yo siento que, en lo personal, hablo por mi experiencia, entro en una especie de tubo emocional, que es bastante profundo y bastante intenso y del que no es tan fácil salir inmediatamente. A eso sumale un final con semejantes aplausos... es algo muy particular y mágico en ese momento.

-La Poncia es un personaje que se mueve entre la severidad de la madre y la información que maneja de las hijas. ¿Está en el medio de ese esquema de poder?

-Mi personaje en realidad es el que maneja toda la información de la obra, es la que quiere decirle y quiere abrirle los ojos a Bernarda y quiere que la actuación se modifique porque ella se da cuenta de que la situación está mal, que eso no va a llevar a un buen camino, de alguna manera se adelanta a lo que va a suceder. Por otro lado es la única que tiene contacto con el afuera, representa al pueblo. Las demás mujeres están encerradas en esa casa y la Poncia es la que está comunicada con el exterior y la que maneja las situaciones en el interior. Tiene un contacto con las hijas de Bernarda y se relaciona con ellas de una manera más maternal, es un personaje enorme.

-Y a su vez replica en una segunda sirvienta el mismo trato autoritario que recibe de Bernarda.

-Absolutamente, sí. Y por otro lado es la única que le dice a Bernarda las cosas de frente, tiene una relación de mucha confianza con Bernarda, si bien está el sometimiento, porque depende de ella, pero otro lado tiene un gran conocimiento de esa mujer, no se calla nada.

-¿A tantos años de haber sido escrita, qué te parece que representa Bernarda Alba?

-Representa las mismas represiones que quizá representaron en el momento de ser escrita, la falta de libertad, pero no hablo de lo exterior, sino de lo interno, esa falta de libertad que en algún momento sentimos, esa represión que todos podemos sentir. Y el tema de las apariencias, a Bernarda lo único que le interesa es lo que la gente piense, la fachada y lo que sucede en el interior de la casa es tremendo, terrorífico... es un poco la historia de la humanidad.