Advierten sobre el crecimiento del consumo de cocaína fumada
En la Posada del Inti, el mayor centro de internación de adictos de la ciudad, el 15% de los pacientes llega con ese problema. Hace cinco años sólo era el 1%.
Juan Carlos estaba en rehabilitación en la Posada del Inti. Tenía 32 años y consumía cocaína sólo los fines de semana. Desesperado por dejarla, pidió ayuda y con el tratamiento que había empezado estaba cerca de lograrlo. Pero, de repente, lo abandonó. A los seis meses volvió y era difícil reconocerlo: no solo había perdido veinte kilos y algunos dientes, también se había quedado sin casa y sin familia. Su rápida destrucción tenía un motivo: la cocaína que aspiraba, ahora, había empezado a fumarla.
El caso no es aislado en Mar del Plata. Especialistas advierten que el consumo del ?crack? no para de crecer y aseguran que su efecto dañino es rápido y casi irreparable. En el centro de rehabilitación, Juan Carlos no está solo: el 15% de los pacientes internados llegaron por fumar cocaína. Hace cinco años esa cifra era sólo de un 1%.
"Frecuencia alarmante"
"En el último año se está presentando con una frecuencia alarmante el aumento de los casos. Fumar cocaína no tiene que ver con un estrato social, atraviesa a todos", cuenta Fabián Messina, director de la Posada del Inti, el mayor centro de rehabilitación de la ciudad: tiene capacidad para internar a cien pacientes, consultorio externo y centro de día. Lo que pasa en la institución es un reflejo de lo que ocurre en las calles de Mar del Plata. "La mayoría de los pacientes que quedan internados con este problema son mayores de 25 años que inhalaban cocaína pero hace poco tiempo comenzaron a fumarla. Su efecto es demoledor: la mayoría de los que llegan habiendo consumido durante tres meses presentan un fuerte deterioro físico", sostiene Messina.
Los adictos suelen calentar la cocaína en una cuchara, mezclarla con bicarbonato y luego fumarla en una pipa.
La dosis puede costar entre 50 y 70 pesos. Es un combo mortal: es barata y tiene un alto poder adictivo. "Puede conseguirse en cualquier barrio y atraviesa todas las capas sociales. Ahí es donde se empiezan a poner en juego las distintas realidades económicas. El profesional, que tiene la posibilidad de contar con un sueldo, tiene mayor acceso al consumo y lo puede solventar de otra manera. El pobre lo hace como puede", asegura Messina.
El crecimiento del consumo de cocaína fumada comenzó con fuerza en la ciudad a principios del año pasado.
Y no se detuvo. "La coyuntura de las adicciones es muy dinámica. O sea: hoy uno no puede estar respondiendo con un sistema terapéutico desde hace dos años atrás porque el consumo cambia de manera vertiginosa. En los setenta los hippies tenían una filosofía del consumo, pero eso se fue transformando y ahora algunos consumen para destruirse o para llenar un vacío existencial", sostiene el director de la Posada del Inti.
El crecimiento del consumo de cocaína fumada es seguido por los especialistas de la Posada del Inti y el centro El Faro. El año pasado ya habían advertido sobre este fenómeno: en ese momento, 8 de cada 10 consultas eran por consumidores periódicos o habituales de esa droga.
"Todo llega"
El aumento de los casos fue progresivo. ?Hace cinco años atrás fumar cocaína existía en menor escala pero existía. En Buenos Aires ya se veía y unos años después llegó a Mar del Plata. Lamentablemente todo llega", explica Alejandro García, director de El Faro. Y agrega: "El daño de esta droga es evidente en poco tiempo y el nivel de abstinencia y de adicción que genera es mucho más importante. Pero es cierto que no es un droga de un estrato social. Está en todas las clases. Lo que ocurre es que hay que tener dinero para poder acceder y quizás los consumidores de menos recursos tienen que salir a robar y ahí es donde la adicción repercute en el delito".
En el Faro en la actualidad se atienden más de 200 pacientes. Cuando llega un adicto de cocaína fumada comienza a trabajar un equipo interdisciplinario. "A este tipo de pacientes primero se le hace un diagnóstico de ingreso e interactuar con neurólogos. También el psiquiatra empieza a jugar un papel más primario que en otros casos. En resumen, cambia el escenario en cuanto a estos pacientes e inclusive cambia en el seguimiento y las abstinencias. Son personas que por ahí tienen más recaída que pacientes de otras drogas", explica García.
- ¿Por qué se elige este tipo de droga?, le consultó LA CAPITAL.
- Tiene que ver con cuestiones en cuanto a lo social y en cuanto a la capacidad de trascendencia de la juventud.
También hay un montón de variables para entender por qué se elige este tipo de droga. Sí es cierto que ha subido este consumo, pero no es la droga de más consumo.
Los daños
La Fundación por un Mundo Libre de Drogas alerta que fumar cocaína es "un intenso viaje de corta duración seguido por lo opuesto: depresión intensa, tensión nerviosa y ansia por más droga". "Los que la consumen a menudo no se alimentan ni duermen apropiadamente. Pueden experimentar un marcado incremento del ritmo cardíaco, espasmos musculares y convulsiones. La droga puede hacer que la gente se sienta paranoica, enojada, hostil y ansiosa, incluso cuando no están bajo su influencia", destaca la entidad. Y agrega: "Sin tener en cuenta lo que se consuma de la droga o con qué frecuencia, el crack incrementa el riesgo de que el consumidor experimente un infarto, derrame cerebral, ataques o insuficiencia respiratoria; cualquiera de las cuales puede resultar en una muerte súbita".
También la Fundación alerta los riesgos que presenta para la salud. "Los efectos a largo plazo incluyen daños graves al corazón, hígado y riñones", dice. Y explica: "El consumo diario continuado causa falta de sueño y pérdida del apetito, resultando en desnutrición. Fumar también puede causar comportamiento agresivo y paranoia. Debido a que el crack interfiere con la forma en que el cerebro procesa las sustancias químicas, se necesita cada vez más droga para sentirse simplemente normal. Las personas que se vuelven adictas pierden interés por otras áreas de la vida".
Desde la Fundación se asegura que "el bajón de la droga causa una grave depresión, la cual se hace cada vez más profunda tras su consumo". "Si el adicto no puede conseguir crack, la depresión puede llegar a ser tan intensa que lo puede llevar al suicidio", alertan.
