Policiales

Otra crónica de un final anunciado: los detalles del caso del jubilado que abatió al ladrón

Cuando todavía resonaba la polémica de lo ocurrido en Quilmes, Mar del Plata fue escenario de un episodio parecido, aunque no igual. En este relato, un resumen completo del hecho, los pormenores del prontuario del delincuente, que hacía poco había salido de la cárcel, y los pasos a seguir en la causa.

Acaso hubiera sido mejor para Nahuel Lucas Jerez (27) no salir de la cárcel de Batán en la que permanecía detenido hasta hace pocas semanas. O directamente lo habría beneficiado aún más no dedicar su vida al delito. Porque de haber ocurrido una de esas dos circunstancias, hoy estaría vivo: en cualquier caso, el jubilado de 81 años al que quiso asaltar junto a dos cómplices en su casa del barrio Colinas de Peralta Ramos, el miércoles a la noche, nunca le hubiera volado la cabeza de un escopetazo.

Pero hay refranes que no fallan, como el que reza que “el que a hierro mata a hierro muere”. Por mucho que se escandalicen quienes cuestionan esa metafórica frase, deben saber también que son muchos más los criminales que la sostienen como bandera propia que los que la desprecian. Porque en general aceptan, directa o indirectamente, el riesgo fatal que corren cuando toman el camino que saben equivocado. El destino puede no estar escrito, pero tampoco es cuestión de andar tentándolo…

Si fue o no éste el caso de Jerez es difícil de determinar, aunque existen algunas pistas que podrían arrojar respuestas: entre 2011 y 2019 tuvo causas penales por los delitos de “robo”, “robo agravado”, “portación ilegal de arma”, “hurto”, amenazas”, “infracción a la ley 23.737 de Estupefacientes” y “violación de domicilio”. Por ese tipo de hechos, reiterados, es que hasta hace muy poco tiempo se encontraba preso.

Al recuperar la libertad recientemente, por motivos que ahora son investigados, reincidió. Junto con otros dos ladrones, cerca de las 22.30 del miércoles treparon un portón de madera ubicado en el sector trasero de una vivienda ubicada en Azopardo al 3300. Luego, destruyeron una mampara con una tenaza, e intentaron ingresar a la propiedad a través del ventiluz de una especie de cuarto de baño. Quien primero asomó la cabeza por la abertura fue Jerez, y lo que le siguió fue un estruendo: el jubilado que vivía solo en el inmueble lo mató de un solo tiro de escopeta.

El fiscal Fernando Castro ordenó el secuestro del arma de fuego utilizada por el jubilado para defenderse.

Según las primeras averiguaciones que llevaron a cabo los investigadores, el cuerpo del delincuente cayó al piso del patio y sus cómplices huyeron despavoridos. Un testigo, el único que hasta ahora declaró ante la policía, los vio escapar raudamente por las calles del sur de la ciudad, perdiéndose en la oscuridad de la noche.

A las 23 los efectivos de la comisaría tercera ya se encontraban en la casa asaltada. El anciano, aún en pijama y pantuflas, les contó entre nervios lo que había ocurrido y entregó el arma de fuego que había utilizada para disparar: no tenía ningún tipo de permiso de tenencia. Pero para ello también dio una explicación: “La heredé, la tengo hace muchísimos años y nunca la declaré”, dijo, con esas u otras palabras.

Los peritos de la Policía Científica que trabajaron en el lugar analizaron el cadáver de Jerez y si bien resta que se les realice la autopsia, supieron desde entonces que la causa de la muerte había sido el tiro, que le impactó justo en el ojo derecho.

Hasta ese momento, los uniformados desconocían la identidad del hombre abatido, ya que no llevaba consigo documentos. Tras tomarle las huellas digitales e ingresarlas en el sistema informático judicial, supieron de quién se trataba y también leyeron su frondoso prontuario.

El fiscal Fernando Castro llegó al lugar minutos después y ordenó el secuestro del arma de fuego calibre 14. Además, solicitó que personal del CPC Sur estableciera una custodia permanente en la vivienda y no dispuso medida restrictivas de la libertad del jubilado, ya que consideró que, a priori, se trataría de un caso de legítima defensa.

Investigación

Producto de la investigación iniciada el dueño de la propiedad fue citado a declarar en Tribunales, diligencia que se llevaría a cabo entre el lunes y el martes. También se le formó una causa judicial caratulada “Tenencia ilegal de arma”.

Según pudo saber LA CAPITAL, de manera informal el jubilado mencionó que se protegió del ingreso de los intrusos y que el lugar estaba oscuro, por lo que la visibilidad era escasa en el instante en el que disparó.

Para esclarecer el hecho en su totalidad, la policía se arrojó a la tarea de encontrar cámaras de seguridad ubicadas en la zona: en ese contexto, halló una municipal del Centro de Operaciones y Monitoreo (COM) en el cruce de Edison y Vértiz, pero al estar a gran distancia del lugar dudan de que puedan servir los imágenes captadas por la misma.

Como consecuencia de ello, los pesquisas comenzaron a buscar grabaciones de cámaras de propiedades privadas, pero hasta ahora no han obtenido resultados positivos en su acción.

El episodio ocurrido en el barrio Colinas de Peralta Ramos es el tercero en lo que va del año en el que un ladrón es abatido durante un asalto, y el cuarto si se cuenta el del policía que mató a Brandon Romero en la ruta 226 (la familia denunció un caso de “Gatillo fácil”).

El primero ocurrió en la zona de Camet en enero, donde un efectivo del Grupo Halcón evitó ser asaltado cuando se encontraba en un automóvil junto a su novia y disparó contra uno de los tres delincuentes; y el segundo en el barrio Primera Junta, donde el hijo de un contador que cambiaba divisas baleó a un ladrón que quería sustraerle gran cantidad de dinero a su padre. En ninguna de todas esas ocasiones se detuvo a los autores de los disparos como sí ocurrió en Quilmes, donde un jubilado asesinó a un delincuente a metros de su domicilio, luego de sufrir un violento intento de robo.

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