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Opinión 2 de diciembre de 2020

Pandemia, nuevas competencias, reinvenciones, ¿un nuevo médico?

Por Jorge Laborda Molteni (*)

Muchos cambios vienen sucediendo desde hace décadas en la práctica de la medicina debido a los marcados avances científicos en prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Nos preguntamos si todo éstos cambios conducen a tener más medicina o una mejor medicina, sumada hoy la catástofre epidemiológica Covid-19 de curso incierto que está modificando nuestra vida con desafíos que exigen mayor conocimiento, flexibilidad, creatividad y capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. El mundo hoy es un hospital general, la enfermedad y la muerte por contaminación han vuelto a golpear a nuestra especie. En este crítico contexto, la innovación que no solo es tecnología se transformó en una regla que obligó a aprender nuevas maneras de gestionar, reconvertir parte de los servicios y prepararnos para nuevos escenarios. Hoy la enfermedad se aborda como un problema de ingeniería con enfoque multidisciplinar sin ignorar que la medicina no es ajena a los valores culturales de la época, medicina dominada por la lógica del mercado sumada la hipocondría social generalizada y medicalización de la vida. Es momento de poner en perspectiva todo, inmersos en la cuarta revolución industrial camino a la quinta donde además el coronavirus nos puso bajo la lupa.

Nuevos aprendizajes 

Hoy se plantea la visión que los profesionales de la salud deben ser educados en la resolución de problemas complejos con pensamiento crítico, gestión de personas, inteligencia emocional, flexibilidad cognitiva y conducta ética en la atención centrada en el paciente. La implementación de esta visión requerirá una serie de reformas educativas e institucionales en un aprendizaje transformativo para reconceptualizar la formación del médico actual y futuro. Las Universidades se enfrentan a un mundo acuciado de tecnología disruptiva, y han empezado a revisar sus procesos pedagógicos poniendo el acento en la importancia de innovar, emprender, liderar y trabajar en equipo en la formación de profesionales de la salud. La educación médica actual debe centrarse en el conocimiento integrativo, combinando los conocimientos de diferentes especialidades. Por otra parte, la naturaleza de los trabajos también está cambiando como consecuencia de la creciente adopción de tecnologías cognitivas y de la digitalización de procesos, reingeniería laboral. La automatización, la robótica y los sistemas de inteligencia artificial están transformando la fuerza del conocimiento y la laboral hasta niveles que hace poco eran inimaginables.

Medicina personalizada, nuevos paradigmas

La enfermedad ahora se aborda como un problema de ingeniería con un planteamiento multidisciplinar. Cuatro tecnologías avanzan a ritmo frenético, la inteligencia artificial, la computación, la genética y los sensores que monitorizan nuestras constantes. La inteligencia artificial ya se aplica para el diagnóstico. El siguiente paso, combinarla con el perfil genético y el ‘big data’ para lograr tratamientos cada vez más personalizados. Los pacientes se empoderarán y los médicos contarán con más y mejores herramientas para la toma de decisiones vitales. Estamos ante una revolución, el paso de una medicina masiva y curativa camino a una medicina personalizada de precisión fármaco-genómica y preventiva.

Medicalización 

Resulta necesario y estimulante que distintas disciplinas y escuelas discutan cómo se plantea científica, intelectual y metodológicamente uno de los desafíos más fascinantes de la medicina, la actual relación médico–paciente, y explicar los alcances y límites en la actual sociedad medicalizada. Ivan Illich, autor de Némesis Médica, también de Expropiación de la salud, fue un visionario que puso en primer plano la medicalización social, los efectos adversos de los fármacos y la iatrogenia. Cuando hay una máquina la sociedad se deslumbra, esto fomenta la hipocondría social y la idea de Aldous Huxley quién expresa, que la medicina avanza tanto que pronto estaremos todos enfermos. La tecnología no es sorda, quien la hace sorda es el médico que la usa mal y le confiere poderes desmesurados. La medicalización de individuos asintomáticos con fines preventivos se está convirtiendo en una fuente inagotable de iatrogenia y de derroche de recursos de salud en beneficio de la industria y los profesionales involucrados. ¿Cómo salir de tanta medicalización? Hay que empoderar al ciudadano, que tome las riendas de su salud con conocimiento validado analizando beneficios, riesgos, también sus expectativas procurando una vida saludable. El modelo médico hegemónico imperante hasta no hace mucho tiempo ha sido reemplazado por un modelo basado en la autonomía de los pacientes, dato inocultable de una compleja realidad que no podemos ignorar.

Valor de la vida, la finitud 

Pese a los grandes adelantos que la han prolongado, la pérdida de valor de la vida humana es signo distintivo de nuestro tiempo. Puesto al servicio del poder, el progreso se ha desentendido de la ética. Ignorando la fugacidad de la vida, su finitud, la hipocondría ha ido ganando terreno en una sociedad obsesionada por conseguir la vida eterna, mundo raro, por demás contradictorio. El encarnizamiento terapéutico es otro debate. Sin que nos hayamos dado cuenta o nadie lo mencione, hemos parido a fuerza de tecnología y empecinamientos terapeúticos, una nueva clase de enfermos que malviven un tiempo muerto que no encuentran su final. Una multitud reposando en camas inteligentes, encerrados en sus cuerpos deshabitados mantenidos artificialmente a costa de grandes recursos. Hasta dónde llegar ? Quién define la frontera entre la vida biológica y la existencia humana ? Albert Camus en su célebre libro La Peste, decía, ¨La mejor manera de conocer a una sociedad es observando como en ella se ama y como en ella se muere¨. Así, la vida, la finitud y la actual pandemia, nos resitúan en una trama mayor que no comprendemos acabadamente, mucho menos dominamos.

Conclusiones

El mundo va camino a poblaciones más longevas, con menos posibilidad de cuidados, solas y portadoras de patologías crónicas. Estas características demográficas sumada la aguda crisis de la salud pública, hacen necesario desarrollar herramientas que mejoren el acceso de la gente a la tecnología y expandiendo los cuidados médicos sus servicios. Los médicos serán cada vez menos reparadores de órganos enfermos y más intérpretes, consejeros de conductas y de estilos de vida que promuevan acciones salutogénicas, nueva versión de médicos integradores con conocimientos multi y transdisciplinarios. Nos ha costado siglos darnos cuenta que nuestro bienestar biológico, social y mental, la salud y la enfermedad no son meros accidentes en nuestra vida, corresponden a situaciones ecológicas, epidemiológicas, económicas y sociales que hacen parte del día a día, de los lugares que habitamos y que nosotros mismos creamos. Lo que hasta ayer era necesario, hoy se torna imprescindible. La salud y el futuro de la medicina en su carácter multidimensional trasciende lo biológico, está en manos de todos los actores sociales.

(*) Consultor en Gastroenterología
Jefe Servicio de Gastroenterología
Hospital Privado de Comunidad