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Opinión 1 de octubre de 2021

Pandemia, vacunación y economía

Por Fabio Quetglas (*)

El gobierno nacional, luego del triste espectáculo de descalificaciones entre funcionarios, ha decidido renunciar a una gestión razonable de las cuestiones que más preocupan a los y las argentinas: la pandemia y la economía.

Respecto de la pandemia, como quedó en evidencia, la vacunación masiva y en tiempo es la solución eficaz a una amenaza aún no controlada. Si bien avanzamos enormemente en los últimos dos meses, no hemos alcanzado los niveles de inmunización que permitan un relajamiento masivo, sobre todo viendo la experiencia de países que sufrieron tres o cuatro olas.

Es irresponsable no sostener una comunicación clara sobre la persistencia de los riesgos y el rol clave del cuidado personal, no avanzar rápidamente con la resolución del tema de las segundas dosis y no apurar las definiciones sobre niños y adolescentes y terceras dosis para grupos de riesgo. La pandemia no ha concluido, debemos recuperar la normalidad con los máximos cuidados.

Es inocultable que a la irracionalidad de restricciones arbitrarias le ha seguido una vocación liberalizadora también inexplicable en su velocidad y falta de cuidado.

En muy poco tiempo deberemos encarar la aplicación de terceras dosis, a los fines de sostener la lucha contra la pandemia y al mismo tiempo garantizarle a los ciudadanos capacidad de desplazamiento, por tanto es muy importante no bajar la guardia, mejorar la transparencia en la información y apelar al sentido cívico, para poder enfrentar un verano lo más normal posible.

Por su parte, la derrota electoral en las PASO nos muestra el rostro más predatorio del oficialismo, sobre todo en la gestión de la economía, ya que el gobierno se mueve con el único objetivo de cambiar el humor social en base a anuncios, que pueden resultar agradables pero cuyos costos y consecuencias son muy discutibles. Las decisiones electoralistas condicionan de manera flagrante el futuro y consolidan una visión oportunista del uso del poder público que lesiona la confianza en las instituciones.

De un informe reciente de la Fundación Alem de la que formo parte, se desprende que el salario del sector privado cayó un 3.1% en el último año, el del público un 6.5% y el del sector informal, que supera el 40% del mercado de trabajo, un 6.9%. Como siempre, los y las jubiladas se llevaron la peor parte, con una baja del 8,9%.

el Gobierno celebra una leve baja de la inflación en el último trimestre, pero omite que la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el de mercado más el congelamiento de las tarifas tendrán un impacto ineludible a futuro.

Equilibrar las tensiones pateando las cosas para delante y usar el Estado a los fines de ganar una elección están en las primeras páginas de cualquier manual de “Como hacer fracasar una nación y menospreciar la consciencia de los ciudadanos”.

El Ejecutivo lleva adelante una política económica desarticulada que posterga las definiciones importantes para después de las elecciones y, en consecuencia, todas las decisiones de los actores relevantes de la economía en el mejor de los casos quedan suspendidas, o directamente empujamos a familias y empresas a pensar en otros horizontes.

En términos personales, creo que el 12 de septiembre, con independencia de lo que ocurra en las elecciones generales, el pueblo argentino nos ha dado una lección. Contra muchas prevenciones, contra quienes creen que los aparatos son invencibles, la derrota en las PASO desnudó al oficialismo y colocó a los opositores en un lugar de responsabilidad absoluta. El mensaje es claro y deberemos honrarlo con trabajo, verdad y humildad.

 

(*) El autor es diputado nacional de la UCR.