CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Interés general 30 de octubre de 2017

Panorama laboral: Poco nuevo bajo el sol

Por Luis Tarullo

El paréntesis de la tregua de la CGT con el gobierno amaga con mantenerse abierto un tiempo prudencial, según lo han anticipado varios dirigentes, y al estar de las tratativas que se están desarrollando de manera pública y privada.

Más aún después de las elecciones en las que los sindicalistas de cuño peronista vieron como el macrismo arrasó en las elecciones y hundió un poco más al Justicialismo.

No obstante, no son pocos los dirigentes que ya venían buscando caminos menos escarpados para transitar por las vías cercanas al oficialismo e incluso hubo algunos que directamente y sin filtro le negaron característica de “ajustador” al gobierno de Macri.

Los más sagaces y experimentados percibieron cómo venía el trámite y es bien recordado -por reciente e intenso- el debate que concluyó con la suspensión de algo que no se había declarado pero se consideraba casi un hecho, como una nueva huelga nacional.

Allí tuvo que ver mucho la mano de Hugo Moyano, a quien erróneamente se ubica nuevamente protagonizando una relación fría y hasta de supuesto encono con el gobierno. Lo que quizás no sepan esos observadores es que Moyano se alejó voluntariamente de la CGT y dejó a su delfín Juan Carlos Schmid no solo por sus ocupaciones como jefe de los Camioneros y del club Independiente, sino para seguir operando en las sombras, como más le gusta.

También se le atribuye una ríspida relación con su hijo Pablo, el más áspero de los dos herederos de su linaje sindical, pero si bien hay choque de caracteres, una pelea entre ambos se derrumba por el solo hecho de que el vástago sigue siendo el número dos de Camioneros y el “otro yo” de Hugo a la hora de levantar la voz y amenazar públicamente. Aunque no siempre, claro.

Ello fue así cuando se trató el tema del posible segundo paro contra Macri. Cuentan quienes conocen a fondo la entretela sindical que en la previa del Confederal que pateó todo para más adelante, sin fecha, que estaban encerrados en el despacho de Moyano padre, en el sindicato de Camioneros, el propio Hugo, Pablo y Schmid.

A la hora de salir para el cónclave gremial, Hugo le ordenó a Pablo “vos te quedás”. Pablo habría ensayado una resistencia. Y el “no vas” tronó un par de veces desde la garganta de Hugo, estirado en su sillón.
Y de allí salió solo Schmid para la reunión de dirigentes donde alumbró la tregua. El freno de Moyano padre a Moyano hijo, cuentan las fuentes, también habría impedido que el dirigente que integra el triunvirato conductor de la CGT renunciara a ese cargo en la central sindical, lo cual habría intentado hacer en tres ocasiones.

Pero el accionar actual de Moyano, igual que aquella escena, tienen razón de ser en su espíritu negociador y sus dotes de tiempista, que incluyen, en ese mismo despacho, reuniones periódicas con algunas figuras del gobierno.

Uno de los interlocutores de Moyano que se suele acercar a Camioneros sería el vicejefe de gobierno porteño e importante pieza del macrismo desde hace años, el peronista Diego Santilli. No habría conversaciones extensas por teléfono de por medio. Más aún, apenas un “hola, nos vemos”, sin nombres y solo detallando fecha y horario, y entonces se arma la tenida, que sería por lo menos cada quince días.

Negociación salarial

En cuanto a las negociaciones con el gobierno y los empresarios, los temas en discusión continúan siendo los mismos que están en agenda desde hace rato, a los que se va a sumar ahora uno no menor: la negociación salarial.

El trabajo en negro y la reforma de alguna normativa laboral e impositiva podrían ir por separado, pero si van ligados y a la par es mejor aún. Incluso para poner a la luz cuántos empleadores no pueden blanquear a sus trabajadores por la carga tributaria que ello implica, cuántos abusan y cuántos realmente están impedidos por la cuestión económica.

De todas maneras, tantos años con casi cuatro de cada diez trabajadores en negro no pueden atribuirse solo a una cuestión de impuestos y costos laborales. Es toda una cultura y una situación contra natura que una economía en muchos aspectos desquiciada como la argentina pueden soportar.

Hablando de reformas en el mundo del trabajo, la cuestión de los cambios convencionales se consolida en las modificaciones por sectores, como se viene machacando, algo que los gremios aceptan a cambio de que no les toquen órganos que son su quintaesencia, como las obras sociales.

De todas maneras, aunque las aguas estén ahora discurriendo de manera relativamente tranquila, seguramente en breve empezará a aparecer algún oleaje, cuando se tiendan las mesas para las discusiones salariales.
Todo comenzará con el debate por la cifra de la inflación anual, y de allí se desatarán los reclamos. Obviamente que el gobierno tratará de limitar la demanda en las paritarias estatales -administración pública y docentes- lo cual implicará referencia para el sector privado.

Como pasa siempre, se dirá que cada actividad está en libertad de acción para negociar de acuerdo a sus posibilidades, pero al fin habrá una cartelización y se intentará de establecer un criterio uniforme. Y seguramente volverán a tallar los incrementos en cuotas, las sumas compensatorias, los aumentos no remunerativos, aunque estén al filo de la ley. Cosas de los usos y costumbres. En definitiva, para ser generosos, poco nuevo bajo el sol.