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Deportes 2 de junio de 2019

Para Mar del Plata

por Vito Amalfitano

La pasión por el deporte habilita la euforia y las lágrimas. Pero el periodista siempre debe reprimir ese sentimiento. O casi siempre. La única vez, quizá, que el final de un partido de fútbol sorprendió el rostro del profesional mojado fue el de aquella tarde del 24 de mayo de 1992 en el San Martín.

Fue el sueño trunco de miles de marplatenses que quedó en la puerta. Y fue al cierre de un par de semanas en las que, quizá como nunca, no se habló de otra cosa en la ciudad que de una final de fútbol propia.

“Pancho” Rago, con quien nos reencontramos en un abrazo ayer, era invitado a las escuelas para hablar con los pibes junto a Alejandro Débole y “Pato”Subiledt, o al gran Hugo Galvarne y Héctor Rubén Porco, entre otros. Los jugadores no podían salir a la calle casi. El DT, Carlos Miori, nos reconoció tiempo después que se los tenía que haber llevado a concentrar a Balcarce o más lejos.

Aquella dolorosa derrota ante Arsenal dejó una marca. Pero también aquella imagen aérea del viejo y querido estadio San Martín repleto como nunca más se vio.

Ahora, 27 años después, mientras disfrutamos de una convincente victoria sobre Deportivo Madryn en el Minella, es inevitable el recuerdo de aquellas lágrimas reprimidas a medias.

Tarda en llegar pero al final / hay recompensa…. Lo dice el tema de Gustavo Cerati. Ojalá sea así en este caso. Y si no lo es ya lo que hizo este Alvarado es valioso para el fútbol y el deporte de Mar del Plata. Es sumar otro equipo competitivo, en el primer plano, a partir de la consecuencia de un proyecto, de una idea. Cualquiera sea el resultado, el esfuerzo de sus dirigentes y conducción, desde hace algunos años, para volver a poner el valor el club y después dar el salto en el fútbol, ya dio sus frutos. En el comienzo de mes de un duro tiempo de sequía económica, más de 10.000 personas acompañaron al equipo que dirige Mauricio Giganti en una actuación conmevedora, por la actitud, la agresividad, el convencimiento y el fútbol.

Desde el inicio Alvarado estuvo a la alturas de las circunstancias y dejó sin posibilidades de reacción a Deportivo Madryn. El bello gol de Rodrigo Depetris, al cabo de una gran jugada colectiva, ya a los 18′ del primer tiempo, fue un compendio de la fe futbolera con la que el equipo de Mar del Plata encaró este desafío. Todo el Alvarado de ayer en una misma acción: Fe y fútbol. Para llegar a la final, 27 años después. A la memoria del brillante y querido Marcos Lorenzo…Con otra lágrima permitida.
@vitomundial



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