Opinión

¿Para qué hay que transformar la escuela?

por Lila Pinto

Diseñar el futuro de la escuela es la tarea más interesante, más urgente y apasionante que nos convoca hoy a los directivos y a toda la comunidad educativa. Nuestras escuelas son el producto de derivaciones de un diseño que respondía a demandas y requerimientos históricos de la modernidad y la industrialización. Muchas de las premisas, ideas y experiencias que la escuela reproduce se distancian del mundo de hoy, en profunda y acelerada transformación.

Aun así, la escuela avanza, continúa desarrollando su sustantiva labor de socialización y transmisión cultural, contiene y despliega marcos de desarrollo personal que permiten a la sociedad depositar en ella la expectativa de formar a las nuevas generaciones de ciudadanos y trabajadores del siglo XXI.

Reconocemos importantes avances en el alcance y acceso a la educación básica, pero aún nos inquieta el abandono y el egreso, sobre todo en la secundaria. Según datos publicados por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), apenas la mitad de los ingresantes a la escuela secundaria completa los estudios y sólo el 27% lo hace sin repetir. Además, situaciones de violencia y malestar se manifiestan de muy diversas formas dentro y fuera de los establecimientos, y es fundamental ponerlas en relación con las trayectorias de los alumnos y su proceso formativo.

Queremos transformar la escuela secundaria para hacerla emocionalmente significativa e intelectualmente desafiante, para que vuelva a ser una institución capaz de convocar el deseo de aprender y de enseñar. Es decir, queremos que cambie para hacer de la escuela un espacio convocante en el que se desplieguen las habilidades, los intereses y los talentos diversos de las nuevas generaciones.

El reto que enfrentamos directivos y docentes, y que será el eje del XIV Foro Latinoamericano de Educación organizado por Fundación Santillana la semana próxima, demanda de nosotros la capacidad de actuar como agentes de cambio y de diseño. No podemos continuar intentando cambiar la educación con las mismas estrategias del pasado. La educación que debemos imaginar e inventar, también requiere de un movimiento complejo de nuestra parte que nos permita recolocarnos ante el escenario de la cultura contemporánea, desarrollando nuevas capacidades para pensar la práctica pedagógica desde nuevas perspectivas.

La gestión escolar en la contemporaneidad implica poder ejercer el oficio “en tránsito”, dirigir la escuela en el pasaje de lo que es a lo que puede ser, y en el aquí y ahora de lo que está siendo. Para ello hay que desarrollar la capacidad de desnaturalizar y problematizar lo propio, la posibilidad de revisar lo conocido y contrastarlo con lo incierto, con lo posible o con lo diferente. Los procesos de transformación deben partir y ser diseñados mediante la participación de todos los actores de la comunidad.

(*): Doctora en Educación con especialidad en Nuevas Tecnologías por la Universidad de Columbia. Magister en Didáctica y Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Actualmente se desempeña como Directora General del Colegio Tarbut.

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