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Opinión 21 de mayo de 2016

Paradojas y contrasentidos: veto a la ley anti despidos y Semana Social

Por Daniel E. Di Bártolo *

Exactamente el mismo día en el cual el Presidente Macri anunció el veto a la ley Anti-despidos sancionada por mayoría en el Congreso Nacional – acompañado por la Gobernadora Vidal -, la funcionaria se presentó en el mítico Hotel “13 de Julio” de Luz y Fuerza para dejar inaugurada la Semana Social organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS) de la Conferencia Episcopal Argentina.

La coincidencia es paradójica y guarda un contrasentido manifiesto: Macri y Vidal embanderan el diálogo como principio de la construcción política; en esto se emparentan con la Iglesia que predica en tal dirección al referirse a su Doctrina Social.

Sin embargo, el veto a la ley Anti-despidos constituye – en términos políticos – una clara negación de las posibilidades democráticas que otorga el camino del diálogo y el consenso en el Congreso.

En efecto, la ley vetada fue consecuencia de la iniciativa de las cinco centrales sindicales que asumieron la agenda de los trabajadores marcada – es evidente – por el proceso de despidos iniciado por el Gobierno de Cambiemos por dos vías: el desmantelamiento del Estado bajo la justificación de la existencia de puestos “ñoquis” y, por otro lado, los cambios económicos centrados en un modelo de ajuste cambiario, apertura económica y tarifazos.
Ambos factores constituyen un coctel explosivo en torno a la continuidad de los puestos de trabajo tanto en el sector estatal como privados.

Las cinco centrales acompañaron su proyecto con una movilización de 300.000 trabajadores – aproximadamente – en orden y con consignas claras. Los senadores y los diputados aprobaron la ley – en ambos casos por mayoría – luego de escuchar a todas las voces: sindicalistas, empresarios, especialistas y, obviamente, todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, que expusieron sus puntos de vista en maratónicas sesiones, respectivamente.

¿Alguien podría afirmar que no hubo diálogo – donde debe darse en una democracia que es el Congreso – y que se buscó el consenso posible, para sancionar la ley que vetó el Presidente Macri?

De acuerdo a nuestra Constitución Nacional, el Presidente tiene la atribución jurídica del veto. Sin embargo, el veto a esta ley lo ubica en las antípodas de lo que es su propia posición: el diálogo y el consenso. Negó con el veto el acuerdo del Poder Legislativo: uno de los tres poderes de la República.

Si nos corremos de los argumentos jurídico y político y lo leemos desde el punto de vista ético, la cuestión de agrava. ¿Hay algo más importante en el proceso de dignificación humana que el trabajo en los sentidos subjetivo y objetivo de los que nos habló Juan Pablo II en aquella encíclica histórica sobre “El trabajo humano”?

La Semana Social – inaugurada por la Gobernadora Vidal – es la edición actual de un clásico de la CEPAS. Por allí pasaron dirigentes y actores políticos, económicos, sindicales y empresariales con una continuidad, año tras año, que asombra y sentido plural en sus pertenencias que constituye – para algunos – un ejemplo de apertura y civismo.
El mundo cambió. América Latina y Argentina también. La historia con el dinamismo interno que la caracteriza, ofrece nuevos contextos que implican nuevos desafío y, en términos eclesiales, la urgencia de la nueva evangelización que ilumine desde la fe la realidad social.

Para los Obispos la Semana Social constituirá un ámbito propicio para ahondar en la reflexión sobre los principios de la Enseñanza Social de la Iglesia, fuertemente impactados por los últimos documentos emanados del Papa Francisco: “La alegría del Evangelio” y “Laudato Si” con críticas estructurales al capitalismo financiero internacional y sus secuelas nacionales.

Para los católicos laicos el problema es agudo y complicado. Nuestra misión no se agota en la reflexión y en la enunciación de principios. Tenemos la tarea de “meter los pies en el barro” y proponer desde la militancia concreta opciones políticas y construir la civilización del amor desde los pobres y excluidos de este mundo.

De este modo, lo que describimos como paradoja y contrasentido, se transforma en certeza. Si el trabajo humano es el centro de la cuestión social (como sostiene la Enseñanza Social de la Iglesia), defenderlo con uñas y dientes es una misión del laico en el mundo y, por lo tanto, toda política y acción contraria a su defensa y promoción es criticable.

El Presidente Macri y la Gobernadora Vidal eligieron dar la espalda a las coincidencias del Congreso Nacional y no atacar un problema que día a día se agudiza. La Semana Social – seguramente – aprobará conclusiones donde el diálogo aparecerá en primera referencia lo mismo que el trabajo. Resulta imprescindible que se lean desde la realidad objetiva que viven los argentinos.

De lo contrario, la paradoja se ensamblará con el contrasentido: mientras se veta la ley anti-despidos se concurre a la Semana Social a hablar sobre la importancia del trabajo. La coherencia es un camino sin retorno.

(*) Docente – Sindicalista



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