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Río 2016 5 de agosto de 2016

Pareto vuelve a mirar a las alturas

Paula Pareto en acción. Foto: COA.

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RIO DE JANEIRO, Brasil.- La grandeza de la judoca argentina Paula Pareto trasciende su altura, unos escasos 150 centímetros que se multiplican en competición. Gigante se sintió el pasado año en Astana (Kazajistán), donde capturó el título mundial en menos de 48 kilogramos, y gigante desea volver a sentirse este sábado en Río.

El Arena Carioca 2 de la ciudad brasileña es el escenario en el que se desarrollará la competición olímpica de judo aunque fue a escasos kilómetros, concretamente en el Parque de los Atletas -una zona habilitada para el entrenamiento de los deportistas- donde ultimó su preparación.

Allí cerró esta última semana de aclimatación en la que combinó carga y descanso y, enfocada ya en la competición, exhibió su determinación de erigirse en la próxima campeona olímpica de la categoría de menor peso en modalidad femenina.

El temperamento será la principal baza de la judoca de San Fernando, de 30 años, bronce en la cita olímpica de Pekín (2008) y quinta clasificada en Londres (2012). Un mejor registro busca en Río de Janeiro la ‘Peque’ Pareto, sólida opción de medalla de la delegación celeste y blanca desplazada a estos Juegos.

Consciente de la importancia del aspecto físico, mental y anímico, decidió refugiarse en las últimas fechas en el calor de sus familiares, en los consejos del psicólogo Gustavo Ruiz, en la doctrina de su entrenadora Laura Martinel y en la oposición de Oritia González, su esparrin.

Junto a ellos alimentó el sueño de triunfar en la ciudad brasileña, custodiada por el inmenso Cristo de Corcovado. Una figura de más de 30 metros que guarda la ciudad y los anhelos de la menuda judoca argentina.

La competitividad de la categoría es lo único que amenaza el reinado de Paula Pareto, decidida a prorrogar el nivel que hace un año en la capital de Kazajistán la llevó a dominar el mundo.

Después de Río le esperan sus responsabilidades como médica, pero antes la oportunidad de pisar el tatami como campeona olímpica.

Ésa es la meta que lleva persiguiendo desde que su nombre irrumpió en la primera plana del deporte argentino, allá por 2008. Ocho años después considera insuficiente ese metal de bronce y se lanza a por la conquista del metal dorado.