Arte y Espectáculos

Paula Robles: “El teatro físico me lleva a correr los límites, a esforzarme más”

Recién estrenada en Buenos Aires, se presentará este sábado en el Teatro Municipal Colón "La légende secrète de Roméo et Juliette", una obra con tintes existenciales del francés Redha Benteifour que se pregunta ¿Qué hubiese pasado si Romeo y Julieta no hubiesen muerto? Y que tiene a la bailarina como protagonista y productora.

Como protagonista y productora de la puesta de teatro físico “La légende secrète de Roméo et Juliette”, la bailarina Paula Robles pisará por primera vez los escenarios marplatenses, este sábado.

Con esta propuesta “nuevita”, recién estrenada en Buenos Aires, gestada por la propia Robles y su colega y amigo francés Redha Benteifour, subirán a escena a las 21, en el Teatro Municipal Colón.

Previamente, tanto Paula como el autor y director de la obra, realizarán una serie de encuentros con bailarines en la Villa Victoria, bajo la modalidad de Workshops.

Es la primera vez que la obra se realizará en el interior y, según confió Robles a LA CAPITAL, hay altas chances de que vuelva en temporada de verano, cuando planifican una gira nacional y, luego, una por Europa.

“La légende secrète de Roméo et Juliette” es un proyecto que la tiene a Robles entusiasmada y apasionada. No solo marca su regreso a la danza, sino que se puso sobre los hombros la producción, por lo que está involucrada en todos los detalles. El proyecto la lleva a “correr los límites, a esforzarme más”, según reconoció la artista en una charla con LA CAPITAL en la que también destacó la posibilidad de expandir la tarea social que lleva adelante, gracias a esta puesta.

-¿Cómo surgió este reencuentro con Redha Benteifour?

-Con Redha nos conocemos desde 2009, hicimos varias cosas juntos -Trash en 2011, Morir sobre tus labios en 2013-. Es de esas personas que cuando te encontrás decís: “Acá me quedo”. Tiene un recorrido muy fuerte porque trabajó con Michael Jackson, en la apertura del Mundial 98. A él le encanta la Argentina y Latinoamérica, ha trabajado en Colombia, en Brasil y cada tanto vuelve. Desde la pandemia veníamos hablando de hacer algo juntos, de corazón, coordinamos para mayo, vino con esta obra y hace tres meses que venimos trabajando a full. La obra es un tesoro, de mucho nivel coreográfico, un lujo. Él es una persona con una trayectoria muy fuerte, tenerlo acá es un lujo, aparte con ese corazón enorme que tiene de estar junto a la gente.

-¿Cómo se gestó el resto del equipo?

-Convocamos al bailarín, también francés, Geoffrey Ploquin, que es maravilloso y trabaja bastante con Redha, a dos bailarines más del Ballet Nacional Contemporáneo, Pablo Fermani y Nicolás Miranda (los Romeos), y a Germán Cabanas, que es acróbata. Es un grupo muy talentoso, hermoso.

Redha hizo una edición de música que dura toda la base de la obra y hay dos músicos en escena, Juan Hernández Buendía (Chelo) y Gastón Poirier (sintetizador) que se suman en diferentes momentos de la obra.

Es teatro físico, hay texto, muy poco, pero hay.

-¿Es una puesta de preguntas existenciales?

-Sí, totalmente. Empieza con la muerte, con qué hubiese pasado si Romeo y Julieta no hubiesen muerto. Hay un pacto con la muerte que Julieta tiene y les deja vivir muchos años más. En esos años está lo que nos sucede a los seres humanos: la pasión, el deseo, la muerte, la vida, los desafíos, la soledad, la condición humana. Lo existencial se pone en juego y nos toca a todos en algún punto. Hace que estos personajes de Shakespeare, que parecen lejanos, sean más reales y uno pueda sentirse identificado. Es hermoso eso y es hermoso bailarlo.


Paula Robles en escena junto a Geoffrey Ploquin, Pablo Fermani, Nicolás Miranda y Germán Cabanas.


-¿Cuáles fueron los desafíos más grandes a los que te enfrentaste en este proyecto?

-Muchos, porque en este momento estoy produciendo la obra. Fue como ponerme en la espalda traer a Redha, a Geoffrey, el lugar de ensayo, la puesta, que es un gran esfuerzo. Pero lo hago con la convicción de la pasión de lo que amo y con todo un grupo que trabaja desde ese lugar apasionado.

También el desafío de volver a bailar, los dolores del cuerpo, el tener que bailar sí o sí cuando te duele todo, seguir adelante, ver de qué manera podés ayudarte para seguir poniendo el cuerpo, porque Redha trabaja de una manera fuerte. El teatro físico es como que te quiebra, te lleva a correr los límites, a esforzarte más. Redha ve tu potencial y aunque yo me pregunte si voy a poder hacer lo que plantea, trabaja como un escultor, te ve y te va puliendo, te va esculpiendo, como una obra, como si fueses arcilla te lleva a donde quiere porque ve la esencia y lo que quiere, trabaja sobre vos, y eso para mí es maravilloso porque saca lo mejor de uno y es pura verdad, es un apasionado y nos saca todo.

Para mí esta obra es una elección desde la pasión como bailarina, como artista y con todo lo que implica tomar la responsabilidad de llevarla a cabo con gente hermosa súper talentosa. De alguna manera me enfrenta a un vacío, me hace tener que confiar en mi deseo y poner en juego esa sensación de ¿qué pasará?

-La obra, los personajes, entre la vida, la muerte y las pasiones, buscan libertad. ¿es una búsqueda tuya también en el sentido laboral, de gestar tus propios proyectos?

-Sí, es una decisión y una construcción desde un lugar totalmente genuino. Se unen varios aspectos míos. Cuando las cosas se hacen de corazón, suceden muchos obstáculos igual, pero a la vez son desafíos en los cuales uno se fortalece y eso es lo que tiene esta obra, fuerza. Y Redha es budista, como yo, y eso nos une como en una misión.

-¿Tiene que ver con el trabajo solidario que han realizado?

-Sí, nos entusiasma mucho. Estamos haciendo en La Matanza, en una zona del municipio donde se han construido espacios para gente que está en situación de calle y jardín de infantes, escuela primaria, secundaria y posibilidad de trabajo para que la gente que está ya mejor y recuperada, después tenga herramientas para salir a trabajar. Hicimos toda una jornada de estar con la gente, charlando, acercándonos, sabiendo qué les pasa, empatizando y encontrándonos con la dignidad de la vida, conectándonos y, desde ahí luego llevamos el arte. Nos sumamos a la murga, un grupo tucumano de folklore, Redha armó toda una puesta donde se encontró con recursos para hacerse una fiesta y bailamos en la tierra, fue impresionante.

Nos mueve eso de llevar el arte a la gente, mover la obra desde este lugar, transformar. Yo vengo haciendo ya cosas en la isla Maciel, en La Cava con Inés Sanguinetti, con un grupo de danza donde doy clases.

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