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Peñarol ganó el clásico y mandó a Quilmes a un play off para evitar el descenso

Se impuso 95 a 89 en el suplementario de un superclásico para el infarto en el Polideportivo Islas Malvinas. El "milrayitas" se aseguró la permanencia. Quilmes, en cambio, quedó muy comprometido.

Por Sebastián Arana

Fue otro clásico de locos. ¿Bien jugado? Ni ahí. Técnicamente, espantoso. Emotivamente, maravilloso. Peñarol, después de haber dejado escapar el triunfo increíblemente en los cuarenta minutos regulares, sacó de la galera una reacción en el suplementario y se impuso 95 a 89 a Quilmes para mantenerse una temporada más en la Liga Nacional de Básquetbol. Los “tricolores” deberán jugar el play-out con Atenas de Córdoba y en desventaja deportiva.

Peñarol tuvo un arranque demoledor. Buena defensa y una intención manifiesta de cargar la pintura quilmeña. Tintorelli, particularmente, fue incontenible para Jackson y el resto. En sólo tres minutos y medio, el equipo de Leonardo Gutiérrez forzaba el primer tiempo muerto quilmeño. El marcador era elocuente: 12-5, con 9 puntos derivados de situaciones de poste bajo, y provocando nada menos que cinco faltas personales.

Lo que ocurrió luego es difícil de explicar. Los “milrayitas” controlaron el partido un par de minutos más. Pero Tintorelli se fue a descansar como casi todos los titulares, la vía del poste se dejó de utilizar y Quilmes revivió.

Lucas Ortiz tuvo mucho que ver. El tirador se despachó con diez puntos consecutivos (2 triples) en una ráfaga y, a falta de poco más de dos minutos, la diferencia ya se había achicado a uno. 16-15. Ahí empezó otro partido.

Pese a que Peñarol finalizó el primer parcial arriba 21-17, de las dos rotaciones la mejor fue la quilmeña, que empezó por poner la casa en orden con una defensa eficaz. Paulatinamente, el elenco de Javier Bianchelli escaló en el tanteador. Con una cuota mayor de tiro abierto y ejecuciones más lógicas que las de su rival. A falta de 6’37” para el descanso largo pasó al frente con dos tiros libres de Tantos. Ya no iba a perder la posición dominante hasta bien entrado el cuarto final.

Cuando los titulares “milrayitas” regresaron al partido, el escenario era muy distinto. A esa altura, la ofensiva era un caos. Un cúmulo de malas decisiones y acciones forzadas. No hubo forma de encarrilarla. Ni siquiera Peñarol tuvo la lucidez de volver a jugar para Tintorelli, que veía como sus compañeros iban a chocar sistemáticamente y no le pasaban la pelota.

El desconcierto fue tal que los de Leonardo Gutiérrez anotaron 9 puntos en todo el segundo cuarto. Si Quilmes hubiera estado un poquito más fino adelante, pudo establecer un quiebre, que finalmente no se produjo. La ventaja “tricolor” de 34-30, en definitiva, fue indulgente con Peñarol.

Con mucho esfuerzo, Quilmes mantuvo esa luz de diferencia durante todo el tercer cuarto. Con nulo aporte atacante de sus extranjeros, pero con una gran producción de Ortiz, astuto para ir a ganarse sus puntos a la línea. Cuando él no estuvo, Bolívar tomó la posta y fue casi lo mismo. Peñarol no pudo resolver ese emparejamiento.

De todos modos, emergió Juan Pablo Vaulet con toda su energía. Corriendo, saltando, atacando el aro. Anotó 14 puntos en el parcial para sostener las esperanzas de su equipo y llenó de faltas a todos.

Cuando terminó el cuarto, Quilmes tenía con cuatro faltas a Morales, Vassirani y De la Fuente y con tres a sus dos extranjeros y a Bolívar. Un panorama complicadísimo con todo un cuarto por delante.

Lo bueno para todos fue que, a esa altura, se conoció la noticia de la caída de Atenas en Concordia. Todo quedaba en el mano a mano entre los clásicos rivales.

El equipo “tricolor” consiguió sostenerse al frente un rato más. Pero no pudo aguantar con tantos problemas de faltas. Cuando Bianchelli intentó “arrugar” la defensa para proteger la pintura, Austin clavó dos triples consecutivos y Peñarol pasó al frente 63-62 a falta de 5’20”. Cuando volvió a extenderla, se debilitó mucho en las situaciones de juego interior, bien explotadas por Vaulet, otra vez en plan de gran figura.

El equipo “milrayitas” sacó siete de luz en poco más de un minuto. Quilmes, con su defensa agujereada por todas partes, hacía lo que podía. Pero la lucidez le duró poco a Peñarol y se armó un final de película.

Frazier resucitó y anotó un par de triples. Monacchi perdió un balón clave en la recta final. A falta de 10”, Tintorelli metió dos libres que pusieron a los suyos 83-80. Y volviendo a defensa le cacheteó a Frazier un balón afuera de la cancha. Quedaban dos segundos. Gutiérrez mandó a cortar con falta y nadie lo hizo. De ocho metros Ortiz metió un “bombazo” de película y la historia fue a alargue.

Y en los cinco finales los de Bianchelli no pudieron aprovechar el envión. Ni tampoco las salidas por faltas de Vaulet y Tintorelli. Pesaron más las bajas propias y, por supuesto, la quinta de Ortiz en el minuto final. Cuando Peñarol pasó al frente a falta de cuarenta segundos con una bandeja de Marcos, los “tricolores” se derrumbaron. Y así se definió un clásico increíble.

Síntesis

Peñarol (95): J. I. Marcos 11, C. Hinckle 8 (x), J. P. Vaulet 21 (x), K. Austin 15 y D. Tintorelli 22 (x) (FI); L. Arn 4, N. Gianella 0, T. Monacchi 6, A. Alloatti 5, N. Lauría 0, L. Gorosterrazu 1 y J. Valinotti 2. DT: Leonardo Gutiérrez.

Quilmes (89): V. Fernández 2, L. Ortiz 29 (x), W. Frazier 15, S. Morales 2 (x) y R. Jackson 5 (FI); E. Vassirani 2 (x), L. Tantos 5, M. Maciel 9, M. Bolívar 17 (x) y J. E. De la Fuente 3 (x). DT: Javier Bianchelli.

Estadio: Polideportivo “Islas Malvinas”.

Árbitros: Pablo Estevez-Oscar Britez-Javier Mendoza.

Parciales: 21-17, 30-34, 51-54 y 83-83.

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