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El País 26 de julio de 2020

Polémica por convenio con China para criar cerdos a escala

"Nos pone en alerta", dijo el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié sobre el convenio en el que viene trabajando Cancillería para facilitar la llegada de inversiones y multiplicar los criaderos industriales de cerdos.

Buenos Aires.- El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, planteó sus reparos al convenio en el que viene trabajando Cancillería para facilitar la llegada de inversiones y multiplicar los criaderos industriales de cerdos, al sostener que es “un acuerdo” por el que hay que estar “en alerta”.

“Este acuerdo nos pone en alerta. Tenemos qué evaluar bien cómo hacerlo, si vale la pena hacerlo. Obviamente está el sector productivo y lo que genera, pero yo creo que hay que tener una mirada holística integral. Por ganar algo en el corto plazo podemos tener serios problemas en el mediano y largo plazo”, advirtió.

De esta manera, Cabandié marcó sus diferencias con el proyecto que podría llevar la producción exportable de 6 a 100 millones de cerdos, y marcó un contrapunto dentro del Gabinete, dado que el canciller Felipe Solá es promotor del acuerdo con China para convertir al país es una factoría porcina de gran escala.

El ministro no ocultó su desacuerdo con el hecho de que ni la cartera que él conduce ni organizaciones ambientales y de economía sustentable hayan sido invitados a la mesa de discusión de este posible convenio con China.

“No fuimos invitados. Debería ser así, sin duda”, reclamó el titular de Ambiente, mientras consideró que “hay que exigir que lo ambiental y sostenible es una de las variables a contemplar”.

Para Cabandié, “el sector productivo tiene que entender que lo ambiental no es un obstáculo al desarrollo, más bien es parte de la solución“.

“Me parece sumamente necesario que así sea y que se pueda abrir el debate. Las cosas como se fueron dando hasta ahora no dieron el resultado esperado para el conjunto de la población. El Estado tiene que pensar en el conjunto de la población, no solo de unos pocos que obtienen beneficios por ciertas unidades productivas”, remarcó el funcionario.

-El ejemplo del glifosato

Para fundamentar su postura, puso como ejemplo el daño ambiental que en aras del agronegocio generó en 1996 la aprobación del paquete tecnológico que incluyó la autorización del uso del glifosato y la soja transgénica, y que tuvo otra vez como protagonista a Felipe Solá, quien en aquel entonces era el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca del gobierno de Carlos Menem.

“El paquete tecnológico produjo mayor rentabilidad a los pooles de siembra, mayor cantidad de divisas, pero degradó suelos, murió gente producto de las fumigaciones, generó malformaciones, desertificó suelos”, afirmó. Según planteó, “el sistema productivo tiene que poner en discusión ciertos métodos productivos”.

“Si el sector productivo no toma consciencia de esto, los cambios no se van a producir. Andá a decirle a la Sociedad Rural que deje de usar glifosato. Por decir esto seguramente voy a ser blanco de operaciones mediáticas de la Sociedad Rural”, anticipó.

“En estos 25 años el paquete tecnológico con glifosato al conjunto de la sociedad no le sirvió. Pudo haber habido 5000 o 10 mil personas que incrementaron su patrimonio pero al conjunto de la sociedad no le sirvió porque no es un modelo que genere empleo”, indicó, y advirtió que en estos 25 años el uso del glifosato aumentó siete veces porque “el suelo se fue degradando” y era la forma de obtener “el rinde que buscaba el productor agropecuario”.

El ministro señaló que “no está solamente en juego lo ambiental y los servicios ecosistémicos” sino que incluso “la rentabilidad porque van a aumentar las barreras para arancelarias, van a cerrarse fronteras comerciales y va a disminuir el ingreso de divisas que robustecen nuestra economía” debido a las barreras que ya aparecen en los países centrales al glifosato.

Como muestra, señaló que Austria prohibió el uso de glifosato el año pasado, que Francia tiene previsto hacerlo el año que viene y Alemania, en 2023.

“No es verdad que producimos alimento para 400 millones de habitantes. No es alimento para humanos sino para animales que se consumen en otros países. Hay que poner en discusión el agronegocio en nuestro país”, concluyó.