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El País 11 de junio de 2016

Primer semestre y economía: apogeo y decepción

Por Miguel Angel Rouco

(DyN) – El primer semestre de la gestión de Cambiemos se caracterizó por sucesivos aciertos y traspiés en materia económica que dibujaron un gráfico sinuoso y que dejaron grandes interrogantes hacia el futuro.
Ya desde la devaluación para sincerar el tipo de cambio hasta el blanqueo y el pago a jubilados, el primer envión de la administración Macri no resultó fácil.
Aún con los condicionamientos políticos que tiene el actual gobierno, la opción gradualista elegida por el Presidente transformó la esperanza y el entusiasmo inicial de muchos, en tristeza y decepción. Inflación y estancamiento son las lógicas consecuencias del gradualismo.
Sin duda, los primeros momentos del Gobierno fueron los más sabrosos. Poner fin al cepo cambiario y, paralelamente, eliminar las retenciones a las exportaciones, constituyeron la base para un arranque prometedor, hitos que despertaron entusiasmo entre los agentes económicos.
Las negociaciones que culminaron en la salida del default se convirtieron en la piedra angular de este primer período de gobierno y si bien esto generó un cambio en la visión del país, ninguna de las medidas tomadas en lo interno resultaron gratuitas: la salida del cepo y la baja en las retenciones, dispararon la tasa de inflación a niveles insostenibles, mientras que el pago a los holdouts representó una emisión de deuda monumental como no se conoció antes.
Ambos procesos significaron un aumento de los pasivos del país, a pesar de los beneficios mediatos, que se presume, van a generar. La destrucción de capital ocurrida durante el régimen kirchnerista no se recupera en pocos meses.
En tanto, la salida del default ya comienza a mostrar una baja sensible en el costo del endeudamiento y permite a la Nación, a las provincias y a las empresas una vía de acceso al financiamiento internacional que, hasta 2015, estaba cerrada.
El Gobierno intentó a partir de este año atacar uno de los focos del déficit fiscal al comenzar a eliminar los subsidios a las tarifas, lo que significó un aumento en el precio de los servicios públicos que acarreó nuevas contramarchas en el Gobierno.
En soledad, el Banco Central tuvo que luchar contra la negativa de la Casa Rosada de bajar el gasto público y de atacar una de las causas del déficit fiscal. El resultado fue un fenomenal aumento en las tasas de interés que potenció el déficit cuasi fiscal, debido a una suba en el endeudamiento del BCRA que paralizó aún más la economía.
Paralelamente, y con la necesidad de contar con el apoyo de la oposición en el Congreso, el Gobierno avanzó en cancelar un reclamo de las provincias por 15 por ciento de la Coparticipación. Así, el gasto aumentó sin contrapartida de mayores ingresos.
Para colmo, tuvo que dar marcha atrás con una de las promesas de campaña como fue la eliminación inmediata del impuesto a las Ganancias a la cuarta categoría, lo que le valió un enfrentamiento con el sector sindical y el malestar de la clase media que lo votó.
La caída del precio del petróleo encendió la mecha en los yacimientos de la Patagonia y dejó al desnudo la endeble situación de los fiscos provinciales. Los contínuos aumentos en las tarifas de los combustibles, a partir de un precio ficticio del crudo local, que tuvieron por objetivo salvar a la economía patagónica, no hicieron más que alimentar la inflación y la estructura de costos de las empresas.
A renglón seguido, los incrementos en los servicios de transporte, luz y gas destrozaron los bolsillos de los asalariados, a pesar de lógica económica de poner fin a los subsidios.
En el inicio del otoño y a contramano del clima, el ambiente social se fue caldeando. La puja por la ley antidespidos terminó en un veto del Ejecutivo, para no perder la confianza del sector empresario.
Pero no fue suficiente. Ahora, Macri intenta calmar las aguas con la devolución del IVA a pasivos y a sectores de menores ingresos y con un polémico blanqueo de capitales atado al pago de los reclamos a jubilados por la falta de actualización de los haberes.
Estas dos medidas implican mayores gastos que, en parte, serían sufragados con liquidación de activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS y con los hipotéticos ingresos del blanqueo.
Tras los primeros seis meses, la curva que fue primero para arriba, luego se inclinó y sembró decepciones: el gasto está exacerbado, los ingresos limitados y la confianza minada.