La Ciudad

Primer turista del año: un agasajo único, fraudes, amantes y puja por los regalos

Alrededor de medio centenar de familias han recibido el galardón por arribar a Mar del Plata después del Año Nuevo. Sorpresa para algunos, premio forzado por otros. Falsos turistas, fallas mecánicas, carreras por llegar primero y esperas al costado de la ruta, entre las insólitas anécdotas de una recepción sinigual en el país.

Por Gonzalo Gobbi

@gonzalogobbi

Llegar a Mar del Plata después de la hora cero del 1º de enero puede volverse todo un acontecimiento. Una original recepción surgida en los ‘70 popularizó una celebración repleta de regalos, flashes fotográficos, entrevistas y un colorido ritual para agasajar al primer turista del año. Pero detrás de la pomposa bienvenida existen insólitos episodios e historias llenas de alegría y sorpresa, pero también de fraude, falsos turistas, amantes de trampa y calculadas esperas al costado de la ruta, parte del folklore de una tradición genuinamente marplatense.

El original agasajo, único en el país, fue creado por los integrantes del Destacamento Caminero de Camet, ubicado el acceso a la ciudad por la entonces angosta ruta 2, a mediados de los años ‘70.

Enrique Jesús Olabiaga, un porteño que llegó a Mar del Plata con su familia a bordo de un Chevrolet en los primeros minutos de 1975, fue -al menos en los archivos periodísticos- el primer turista condecorado con este galardón, aunque hay quienes aseguran que la celebración comenzó algunos años antes pero sin difusión mediática.

El primer artículo de LA CAPITAL que da cuenta de la recepción del primer turista, en 1975.

Con el tiempo, el “premio” cobró mayor relevancia, más aún cuando la Secretaría de Turismo (luego Emtur) se hizo cargo del festejo. Ese traspaso, recuerda bien el ex presidente del ente Carlos Patrani, fue otra de las “genialidades marketineras” de “Lucho” Martínez Tecco, creador de los Premios Estrella de Mar, quien “adosó a Turismo este festejo inventado por la Caminera que se terminó asociando a la identidad marplatense”.

Cada familia agasajada recibía una gran cantidad de regalos (entradas para el cine, teatro, lentes, camperas, alfajores, descuentos para diferentes atractivos, etcétera), en su mayoría donados por empresas locales. Además, se volvió tradición que el intendente de turno fuera a saludarlos.

El diario LA CAPITAL y los canales de televisión esperaban en la ruta junto a los efectivos policiales y vecinos, y sorprendían con flashes a la familia elegida. Los medios hacían una detallada crónica del arribo al “balneario” e incluso una entrevista al día siguiente. La costumbre perduró durante casi medio siglo hasta el 2020, pero al año siguiente, durante el primer verano en pandemia, la gestión de Guillermo Montenegro optó por dejar de organizar el festejo.

Ya unos años antes había cambiado la modalidad. Había dejado de elegirse sólo al primer turista de la Autovía 2 y se incluyó también a “los primeros” en llegar por la ruta 226 y en avión. Duró poco sin embargo esta diversificación del agasajo.

Hacia atrás en el tiempo, el festejo tuvo otro cambio para nada menor. Hasta 1997 el primer turista era el primer automovilista que llegaba al kilómetro 400 de la ruta 2. Pero, a causa de las maniobras de muchos “falsos turistas” (marplatenses que salían a la ruta para “pescar” los premios) o viajeros que regulaban la velocidad para llegar primeros, ese año empezó a apostarse un patrullero en el kilómetro 384, donde empieza el partido de General Pueyrredon, para constatar el viaje y evitar engaños. También se intentó “controlar el tiempo” entre el pago del último peaje y la llegada a la ciudad.

Enrique Stainnekker, dos veces jefe del destacamento de Camineros a fines de los ‘80, recuerda en ese sentido que “se mandaba un patrullero o dos al aeropuerto” y ahí “se tomaba nota de la patente” del auto próximo a llegar a la hora cero por la entonces estrecha ruta 2.

“Sabíamos que muchos se escondían en la estación de servicio para hacer tiempo y antes de las doce arrancaban. Entonces identificábamos a la altura del aeropuerto al que venía viajando en buena ley, avisábamos y al llegar lo felicitábamos con una linda recepción. Lo hacíamos entrar al casino de oficiales y le ofrecíamos los obsequios que donaban comerciantes (de todo) y algo para brindar. Solía haber pan dulce, sidra y por supuesto los medios que hacían fotos. Es algo exclusivamente marplatense”, rememoró en diálogo con LA CAPITAL.

¿Siempre hacen esto?

El 1º de enero de 1977 el abogado platense Juan Carlos Guerello y su esposa, Marta Limousin, su cuñada, sus suegros y los hijos del matrimonio, de 1 y 4 años, fueron recibidos entre sirenas policiales, flashes y regalos al llegar primeros en su Dodge color amarillo. Absolutamente sorprendidos por la inesperada y desconocida recepción, relatan las crónicas de la época que ante los periodistas, el letrado preguntó: “¿Siempre hacen esto en Mar del Plata?”

Fallas mecánicas

Las fallas mecánicas han sido una razón recurrente para que el viaje se demorara más de lo previsto y el arribo a la ciudad balnearia se diera segundos después de la medianoche del 1° de enero, en un marco de sorpresa y algarabía.

El 31 de diciembre de 1977, la bomba de nafta comenzó a fallarle a Jorge Bonín (36) durante el viaje. De nacionalidad alemana, el empleado de una siderúrgica de Ensenada debió aminorar la marcha en la ruta 2 con su esposa Olga y su pequeña hija Yamina. El trayecto se alargó a bordo del caluroso Citroen que los traía desde La Plata. Rogando que la bomba aguantara, al llegar al destacamento caminero de Camet la policía los detuvo en la oscuridad. “Me asusté, creí que había cometido una infracción”, admitió el conductor. “¡Felicitaciones, es el primer turista del año!”, le comunicó un oficial.

Durante el brindis, Bonín le contó a los oficiales y la prensa que en ese momento trabajaba como intérprete de castellano-alemán para un técnico austríaco nuevo en la planta: “Lo invité una vez para que conociera Mar del Plata y se fue maravillado. Él cree que hay muy pocas ciudades en el mundo como esta”, dijo el hombre, que a la vuelta le contaría la anécdota.

Jorge Bonin, primer turista de 1978.

Tarde, pero llegaron

En 1979, los primeros turistas “llegaron tarde, pero brindaron”, como tituló la crónica de LA CAPITAL. El abogado porteño Alberto Becerra (56) y su esposa, María Osario Grondona, fueron recibidos “con pitos y sirenas” en el acceso a bordo de su Falcon gris. Al inspector Ramón Cornejo le contaron la verdadera razón por la que llegaron después -y no antes- de la medianoche: ese 31 de diciembre el abogado le dio hasta tarde los últimos toques a la contestación de una demanda judicial y se retrasaron. De hecho, su esposa lo esperaba en el auto y lo apuraba. “Nunca habíamos imaginado tener un recibimiento de este tipo”, dijo al llegar desde San Isidro.

Doble festejo

En 1980 el primer turista del año también estuvo dado por una falla mecánica. A Manuel Osvaldo Russo, un comerciante de 32 años, el coche le empezó a fallar en Dolores y llegó más tarde de lo previsto con su novia Cristina, quien esa misma noche cumplía 28 años y terminó festejando con la policía caminera. Lo curioso es que en el cuerpo de oficiales, el inspector Manuel Oscar Guerrero también cumplía años ese día. “Dos aniversarios y un primer turista para las playas marplatenses fueron la ocasión propicia para que el burbujeante champagne rebasara la copa de los viajeros y los celosos vigías de la seguridad en nuestras rutas, que además le obsequiaron un banderín que recuerda su paso por este mojón”, relata la rimbombante crónica periodística de ese día.

Disputa por los regalos

En los ‘80, con una gran popularidad, el festejo dejó de ser una sorpresa y pasó a convertirse en un objetivo de muchos turistas: llegar primero para hacerse de los regalos.

En 1982 hubo polémica mediática y todo. Evelyn Musiú llegó segundos después de la medianoche con su esposo y su padre, creyéndose los primeros. Pero al acercarse a la caminera vieron que los efectivos ya estaban celebrando con otro primer turista. Indignada, la mujer exigió explicaciones. “Me interesa saber cómo se maneja esta situación”, dijo y explicó: “Cuando arrancamos desde la estación de servicio la ruta estaba desierta”. En la temporada marplatense “todo puede ser posible”, dice la crónica. Si pararon en la estación a cargar combustible o “hacer tiempo”, como otros, es una incógnita.

En 1983 la puja fue a toda velocidad. Dos matrimonios en sus respectivos autos “disputaron un verdadero final de bandera verde” por llegar primeros. Por escasos metros obtuvo el galardón Ángel José Jaime, quien junto a su esposa llegó tres minutos después de la hora cero en un Dodge 1500 naranja. El hombre, oriundo de Castelli, dijo estar “sorprendido y emocionado”. En segundo lugar llegaron -y pararon- Ricardo Ballán y su esposa, quienes “no mostraron rencor” y terminaron brindando con los efectivos policiales.

El ingeniero rosarino Eduardo Cuneo, primer turista de 1985, brinda con su familia y los policías del destacamento caminero de Camet.

En 1989, el primer turista elegido, Salvador Rafael Mario Lardaro, de Ciudadela, reconoció que “era un anhelo de muchos años llegar primero”. Ya lo había intentado antes. “Nos demoramos en la ruta porque no quería apurar la marcha del auto para evitar cualquier problema del vehículo. Pero a medida que se acercaba la medianoche me dieron ganas de ser el primer turista”, se excusó.

En 1992, Juan Alberti Ratti, oriundo de Bolívar, con su esposa y sus dos hijas, se alzaron con los regalos y el brindis en la ruta. Seguidamente llegó desde Chacabuco el parapsicólogo José María Merlo. Su arribo se transformó en “un hecho risueño”, ya que según admitió -y consta en el historial de Camineros-, era la tercera vez que llegaba en segundo lugar. Con un rasgo de humor y apurando la copa de sidra con la que fue agasajado, Merlo prometió llegar primero “en la próxima temporada”.

Pero en 1993 el premiado fue Néstor Loretto, quien llegó justo a la hora cero con su esposa, su pequeña hija y su perra. La elección fue reñida, porque arribaron casi 15 vehículos juntos. El entonces subcomisario Héctor Mangudo admitió que “hubo especulaciones” porque “todos llegaron con la intención de ser el primer turista” para alzarse con los obsequios.

Seguir de largo

En 1984 Mar del Plata premió a un primer turista que finalmente no veraneó en la ciudad. Mauricio Kogutek, junto a su esposa Elisa y sus hijos, de Capital Federal, fueron agasajados en el destacamento, donde reconoció que “seguirían de largo” y se alojarían en Miramar. “Fue una grata sorpresa y una casualidad”, dijeron mientras cargaban los regalos en el Dodge.

Primer turista de 1984.

Algo similar ocurrió en 1986. Calixto Oviedo Sáenz (26), un “risueño paraguayo”, llegó siete minutos después de las doce con su numerosa familia (su esposa Petrona “Chela” Villalba y los seis hijos de ambos) en una rural Falcon entre sirenas y saludos en la ruta. Agradecieron ser los primeros pero admitieron que en realidad iban a Miramar. A las 0.12 llegó el segundo turista en un Renault 12, que sí se quedaría en la ciudad y también recibió premios.

De trampa

Una de las anécdotas más recordadas por periodistas, ex comisarios y ex presidentes y jefes de prensa del Emtur fue la del primer turista que al ser interceptado por la policía en la Caminera pisó el acelerador de su Peugeot 504 y se dio a la fuga. ¿Se asustó? ¿Qué escondía? Nadie podía creerlo, pero lo entendieron al detenerlo 800 metros después. El hombre, cuyo nombre jamás trascendió, explicó: “Lo que pasa es que mi esposa cree que estoy en un Congreso en Santa Fe”. A su lado, en el asiento del acompañante, una mujer joven permanecía en silencio. El premio, al final, fue para la familia de una rural Falcon que venía detrás.

Revancha

“¿Qué infracción cometí?”, preguntó Aldo Guillermo Rowda cuando su Fiat 125 color celeste fue detenido por la policía en los primeros segundos de 1988 junto a su esposa Carmen, sus hijos gemelos y la novia de uno de ellos. La crónica de ese día cuenta que hubo “felicitaciones, abrazos, besos, entrega de obsequios, brindis y sonrisas” y que los primeros turistas tuvieron su “revancha”: la temporada anterior, recién llegados, les habían desvalijado el auto al estacionar en Luro y Córdoba. Sin bolsos ni documentos, solo con las mallas puestas, debieron volver a Capital. Pero 1988 les dio revancha.

Somos cuatro

En 1995, Walter David Marciano, de Lanús Oeste, junto a su esposa Silvina Longo y su hija Celeste Belén, fueron los primeros turistas del año. Brindaron en la subcomisaría 40 de Camet tras llegar en un Fiat 147 blanco y se alojaron en un departamento céntrico. Los Marciano veraneaban cada año en la ciudad, generalmente en febrero. Esa vez anticiparon sus vacaciones. A 10 kilómetros de llegar a Mar del Plata la policía les tomó la patente.“Seguro nos van a hacer la boleta”, pensó sin saber que serían premiados por llegar primeros. Al ser entrevistados por LA CAPITAL, la niña contó que estaba feliz no solo por los regalos, sino porque: “Somos 4 los que venimos”, en alusión al embarazo de su mamá que duplicó el motivo de celebración.

Walter Marciano, junto a su esposa Silvina y su hija Celeste Belén, con los obsequios por ser los primeros turistas de 1995 en Mar del Plata.

Brindis de filósofos

El primer turista de 1996 fue un filósofo cordobés, el profesor Héctor Varga, quien no imaginó que la policía lo detenía para compartir un brindis. “Yo vi gente con chalecos antibalas y dije, acá algo pasa”, contó. La policía lo esperó con una mesa “fantástica” y también se acercó a saludarlo el entonces intendente Elio Aprile, también profesor de filosofía. Juntos terminaron reflexionando sobre el agasajo, acompañados por su esposa Olga y sus “dos bonitas y veinteañeras” hijas Alicia y Adriana.

Osvaldo Degasso, un empleado municipal de La Plata, el primer turista del 2000

Los últimos primeros

La celebración continuó ininterrumpidamente hasta la actualidad, pero el 2020 fue el último año de esta recepción. El intendente Guillermo Montenegro agasajó en el Club de Pesca a los primeros turistas: una familia de Villa Urquiza que llegó por la Autovía 2, otra de San Juan que ingresó por la ruta 226, y cuatro mujeres tucumanas (bisabuela, abuela, madre e hija) de la familia Medina que aterrizaron en el aeropuerto.

Los primeros turistas del 2000 fueron los últimos en ser condecorados con este galardón marplatense.

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Todas las fuentes consultadas por LA CAPITAL para este artículo expresaron su deseo de que la ciudad recupere el agasajo del primer turista del año, un clásico con medio siglo de historia que forma parte de la identidad marplatense.

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