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Opinión 8 de noviembre de 2025

Primeros pasos de la segunda etapa

Por Jorge Raventos
Apenas concluyó la elección de medio término, un Milei empoderado por el voto al oficialismo y mucho más sereno y medido que en meses anteriores, se dedicó a reestructurar su gabinete y a ofrecer al menos algunas de las señales que esperaban tanto los mercados como las grandes fuerzas que lo ayudaron a llegar a la prueba electoral y superarla con éxito. Después de cumplir esas tareas, partió a Estados Unidos. El domingo 26 de octubre fue un punto de inflexión para el gobierno que vio abrirse ante él una nueva oportunidad.

Ese resultado no podría entenderse sin tener en cuenta dos dimensiones convergentes. En el plano doméstico, el oficialismo se benefició de la polarización con un peronismo que, colonizado por la influencia kirchnerista, se atrincheró en el mero rechazo al gobierno y fue incapaz de elaborar una propuesta abierta al crecimiento y al futuro.
Pero el dato probablemente decisivo fue el oportuno apoyo que Milei recibió del gobierno de Donald Trump que lo ayudó a revertir una situación crítica y a ampliar sus bases de sustentación.

Esa fue una poderosa señal política. Al respaldar con tanto énfasis al gobierno de Milei, Donald Trump se convirtió en garantía y tutela de la viabilidad del proyecto libertario. La nueva etapa se inauguraba con una clara articulación entre la Casa Rosada y la Casa Blanca.

Esa convergencia explica también algunos movimientos recientes: por ejemplo, la llegada al país de Jamie Dimon, jefe del poderoso banco JP Morgan, y la designación del nuevo canciller, Pablo Quirno, ex ejecutivo del mismo banco y miembro del equipo de Luis Caputo. O los viejos vínculos profesionales entre Scott Bessent y miembros destacados del equipo de Caputo.

La política económica y la política exterior aparecen cada vez más imbricadas. Paradójicamente, Milei, que se ha asentado sobre todo en el electorado antiperonista, parece haber comprendido cabalmente una enseñanza de Perón: la política contemporánea que verdaderamente importa es la política internacional que se juega tanto dentro como fuera de las fronteras.

Con el apoyo financiero y político de Waashington llegaron nuevas tendencias. Tanto Trump como su secretario del Tesoro insistieron en que el Presidente ampliara su base de sustentación y abriera el diálogo convocando a otros actores políticos. El Presidente invitó a Mauricio Macri y convocó a una reunión de gobernadores (sin la presencia de cuatro mandatarios apuntados como kirchneristas).

El encuentro con Macri no terminó como el jefe del Pro esperaba: la reestructuración del gabinete que el Presidente inició con los recambios en Cancillería y en la Jefatura de Gabinete, aunque están en la línea del ensanchamiento de la base de apoyo que aconseja Washington no sigue la línea de loteo del gobierno que imaginaban tanto Macri como muchos analistas: para Milei “ampliar” no equivale a nada parecido a una coalición.

El jefe del PRO se decepcionó con el alejamiento de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete y cuestionó su reemplazo por Manuel Adorni, a quien calificó como poco preparado para las funciones que cumplía Francos. En rigor, Manuel Adorni no se ocupará de esas tareas; ha sido ubicado en ese casillero teóricamente central del dispositivo del gobierno para extender su tradicional rol de vocero hacia dentro de la administración, transmitiendo las líneas definidas por los dos lados más sólidos del “triángulo de hierro”, los que responden al apellido Milei.

Las funciones de diálogo político (con partidos, con las provincias, con el Congreso) quedaron en manos de Diego Santilli; su incorporación como ministro de Interior compensa con un cuadro de amplia experiencia y atractivo electoral recién probado exitosamente en la provincia de Buenos Aires la lamentada pérdida de Guillermo Francos, un respetado profesional de la política.

Santilli tiene una larga experiencia en la construcción política y en la función pública, ha servido a distintos
gobiernos y encarna la idea de ampliación que el Presidente prefiere: la incorporación a su proyecto, la cooptación.

Milei está construyendo un partido propio desde arriba – un rasgo que comparte con el primer peronismo- y al ratificar su crecimiento electoral, suma cuadros provenientes de fuerzas en declinación, como el PRO y la UCR. El primer ejemplo fue el de Patricia Bullrich y Luis Petri, que ingresaron al gobierno formando parte cada uno de un partido diferente y ahora se disponen a dejar el gabinete y a llegar al Congreso como miembros de La Libertad Avanza. En ese sentido, la designación de Santilli como titular de Interior tampoco ha de haber caído simpática a Macri.

Cuando el Presidente se reunió con casi todos los gobernadores, el jueves 30 de octubre, santilli aún
no había sido designado. Milei le encomendó taxativamente que se ocupe de seguir ese diálogo para con los mandatarios provinciales y con el Congreso para avanzar en la aprobación de reformas de gran trascendencia (tributaria, laboral, previsional) y para acordar el presupuesto nacional del año 2026, compatibilizando en él los principios de equilibrio fiscal que el gobierno enarbola y la reivindicación de recursos, servicios y obras que las provincias demandan.

Hasta ahora el poder central tenía escaso peso político en las provincias. Cuando Milei llegó a la Casa Rosada en 2023, la performance de su partido en la primera vuelta electoral no había sido muy
buena, había conseguido una magra cosecha de legisladores y ningún gobernador. Por eso dependía
en el Congreso de la cooperación de otras fuerzas y, sobre todo, de la de gobernadores ajenos, pero esa ayuda se debilitó este año en parte por la propia gestión del poder central, su intransigencia y sus modales, que empujaron a esos aliados al campo de la disidencia. Después de la elección de octubre, su fuerza sumada a la de aliados firmes en el Congreso lo aproxima a la posibilidad de contar con quorum propio. Milei puede remediar aquel déficit original.

El éxito de Milei ha dinamizado el proceso de revisión que ya se venía tramitando en el seno del electorado y los cuadros peronistas. El kirchnerismo decae claramente: tiene escasa relevancia en el peronismo del interior, peronista. La figura de Cristina Kirchner está erosionada allí principalmente porque está conectada a sucesivas derrotas electorales y a un empecinamiento en mantener posiciones de poder que obstruyen las posibilidades de renovación de un movimiento que ha sobrevivido por su capacidad de adaptarse a diferentes climas y necesidades de época. El kirchnerismo congeló al electorado peronista del conurbano en propuestas que ya no funcionan, y desde esa trinchera electoral, obstruyó los movimientos de actualización programática del peronismo de todo el país. Por ahora se trata de una crisis sin resolución a la vista. El gobernador Axel Kicilof, que aparece como su desafiante en la provincia de Buenos Aires, se encuentra enredado en un debate que lo vincula a la señora de Kirchner, como la otra cara de la misma moneda.

En esta trama, Milei se muestra como la alternativa que ha encontrado un principio de orden: apoyarse en el voto, en la asociación con Washington y en mensajes reformistas que mantienen vivo hasta ahora el crédito político del gobierno.

La renovación de su liderazgo consumada a partir del 26 de octubre puede, entonces, ser leída como el comienzo de un nuevo tiempo político. El primero fue el de la instalación: la irrupción del outsider, la sorpresa, la confrontación. Este segundo tiempo requiere de la construcción: la búsqueda de acuerdos y la consolidación de un proyecto y una inserción internacional de la Argentina en un mundo que se reconfigura. con la tutela de Donald Trump.



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