Policiales

Prisión perpetua para el hombre que mató a su pareja en el campo de Miramar

Jacinto Ríos Caro fue sentenciado por el crimen de Rosario Domínguez, ocurrido el 20 de abril de 2023 en un establecimiento rural donde ambos trabajaban en la plantación de kiwis. Para los jueces del Tribunal Oral Nº 3, se trató de un femicidio que "fue el corolario de una situación de violencia de género, sostenida en el tiempo".

El hombre que mató a su pareja en el campo de Miramar fue condenado este jueves a prisión perpetua por el Tribunal Oral Nº 3.

Jacinto Ríos Caro recibió fue sentenciado por el femicidio de Rosario Domínguez (27), ocurrido el 20 de abril de 2023 en las afueras de la vecina ciudad, cabeza del Partido de General Alvarado, en un establecimiento rural donde ambos trabajaban en la plantación de kiwis.

Los jueces Juan Manuel Sueyro, Federico Wacker Schroder y Juan Galarreta (subrogante) hicieron lugar al pedido de la fiscal Ana Caro, quien investigó el caso y consideró probada la autoría del crimen por parte del imputado.

Rosario Domínguez fue asesinada en un establecimiento rural en las afueras de Miramar de un disparo en la cabeza, y su cuerpo, además, presentaba golpes que podrían haber sido provocados a culatazos.

El propio Ríos fue quien se comunicó con la policía para decir que había encontrado muerta a su mujer. Los policías al llegar al lugar advirtieron alguna conducta contradictoria en el hombre y cuando la propia fiscal Caro asistió se hizo más notorio el nerviosismo y las incongruencias en el relato. Ante esto, la fiscal aprehendió de urgencia a Ríos y el Cuerpo Médico policial lo revisó: tenía rasguños en la espalda y otras partes del cuerpo.

Ríos fue detenido en el lugar y quedó imputado de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”. Desde entonces, permanece alojado en la Unidad Penitenciaria Nº 44 de Batán.

En el campo de 35 hectáreas ubicado en el kilómetro 15 de la ruta 77 y unos 2000 metros hacia el lado de Mar del Plata fueron secuestrados varias municiones y una soga a metros de donde estaba el cuerpo de Domínguez.  Además, varios testimonios señalaron que en el campo tenía un arma de calibre similar al de la munición extraída de la cabeza de la mujer.

Las pruebas

Testigos declararon en el juicio y describieron cómo era la relación entre víctima y victimario. Uno de ellos fue un hombre que también trabaja en el campo, pero en la cosecha de frutilla, quien comentó que días previos al femicidio, la víctima le había dicho a su esposa que si algo le llegaba a pasar, ellos tenían que hacerse cargo de sus hijos. No dio detalles, no dijo si sufría o no violencia de género. La víctima, a días de ir a trabajar al mismo campo que Ríos, solo le pidió a su hermana eso: que se hiciera cargo de sus hijos.

Y así sucedió, tras el femicidio: el testigo contó que junto a su esposa son quienes cuidan y crían a los hijos de Domínguez y Ríos. “Los chicos están muy bien. Saben todo lo que pasó y no lo quieren ver”, expresó el hombre, y agregó: “Tienen miedo de que salga el papá y les haga lo mismo”.

A pesar de ello, la defensora oficial Carla Auad -que no discutió la autoría del femicidio- pidió, en su alegato final, que los magistrados tomaran en cuenta una serie de atenuantes a la hora de dictar el fallo, entre los que se encontraba su paternidad. No obstante, los magistrados no hicieron lugar a la solicitud y señalaron “la pérdida de contacto con sus hijos -al menos actual- es la consecuencia directa del femicidio que cometió”.

“Los niños perdieron a su madre y eso fue resultado de la conducta de su propio padre”, expresaron en la sentencia. Y subrayaron, en esa línea, que no podían valorar “esa circunstancia como atenuante”, como tampoco su condición de epiléptico, que no modifica su culpabilidad debido a que no lo transforma en inimputable.

Otra testigo clave en el juicio fue una amiga íntima de Domínguez, quien dijo que ella sufría violencia física, sexual, psicológica y económica. Si bien aclaró que nunca presentó la denuncia ni le vio moretones o marcas de golpe, sí aseguró que su amiga le narraba habitualmente situaciones de violencia de género.

“Ríos le pegaba, la aisló de la familia, no le dejaba salir”, aseguró la testigo y agregó: “Ella no hacía la denuncia por los nenes, porque se autoconvencía con que no era grave y que iba a salir de ahí en algún momento”.

La mujer expresó que Domínguez tuvo que ir hasta el campo donde trabajaba Ríos porque no tenía dinero, ya que el hombre “no aportaba nada para sus hijos”. “El día anterior al femicidio ella se había mudado al campo para trabajar. Había vuelto ahí, a verlo por su economía, no para que pasara esto”, expresó.

Esa declaración fue considerada de suma relevancia como prueba para los jueces. En el fallo, al que accedió LA CAPITAL, señalaron: “Sobre este tópico, propio de la imputación de un femicidio, la prueba producida en el debate fue contundente: la acusación acreditó fehacientemente que Ríos Caro ejecutaba sobre su ex pareja múltiples conductas, basadas en una relación desigual de poder, que afectaron su vida, libertad, dignidad, integridad (física, sexual y económica) y su seguridad personal. En otras palabras, quedó claro que el acusado ejercía sobre su ex pareja violencia física, psicológica, sexual, económica y simbólica”.

Sin atenuantes

Otros dos testigos, en tanto, definieron a Ríos como un “papá normal”, cariñoso con sus hijos y que no generaba problemas. Incluso la comunidad educativa del jardín rural donde iban los menores, destacaban que la pareja participaba en la actividad de la institución. La muerte de Domínguez, para estos testigos, fue inesperada, ya que nunca habían percibido ningún tipo de conflicto profundo en la pareja.

La familia de Domínguez estuvo presente durante el debate oral, con remeras y carteles con la foto de la víctima y un reclamo de justicia para que Ríos fuera condenado. “Estamos muy movilizados, esto es algo muy doloroso sinceramente y remover lo que pasó es doblemente doloroso”, dijo Jésica, una de las hermanas de la víctima.

“Sabía que mi hermana sufría violencia de género, Ríos es un machista que siempre hizo diferencia entre sus hijos, siempre trató mejor al varón que a la nena. Mi hermana sufría episodios de violencia durante los años que estuvo con él, porque realmente sufrió violencia de psicológica y física”, declaró la hermana de la víctima en el juicio.

Yésica, además, recordó ese doloroso 20 de abril de 2023, cuando se enteró que habían matado a su hermana y al llegar a la quinta en las fuerzas de Miramar vio a su madre, sobre el cadáver. “Mi hermana nunca se había animado a denunciarlo, porque estaba sometida psicológicamente. Él le hizo creer que ellos eran todo lo que tenía, tanto mi hermana como sus hijos”, agregó.

Esa conducta también fue remarcada por los jueces en el fallo, debido a que la juzgaron una característica inequívoca de los femicidas. “La muerte dolosamente causada a la víctima por el acusado, fue el corolario de una situación de violencia de género, sostenida en el tiempo, con patrones de violencia física, psíquica, sexual y económica, que le generaron un sufrimiento sistemático y prolongado”, concluyeron.

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