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Policiales 22 de junio de 2016

Prisión perpetua por un brutal femicido

La Justicia de Dolores condenó a Víctor Fernández por asesinar a su ex pareja en el año 2013 de varios disparos con un fusil Mauser.

DOLORES.- La justicia de Dolores condenó a prisión perpetua a Víctor Raúl Fernández por el femicidio cometido contra su ex pareja, Sandra Demare.
El Tribunal Oral Nº 1, integrado por los doctores Claudia Castro, Carlos Colombo y Fernanda Hachman, encontró a Fernández penalmente responsable de haber matado a su ex mujer y estimó que se encontraba plenamente acreditado el agravante de femicidio que había solicitado el fiscal Gustavo García.
El voto de la doctora Castro, al que adhirieron los restantes jueces, consideró que se trataba un caso claro de violencia de género y que Sandra había sufrido a manos de su ex pareja maltratos de tipo físico y psicológico. “La acechó y amenazó a ella y a sus hijos” y, por ello, “la víctima sufrió miedo y pánico”, estimaron los jueces.
Esa violencia “desencadenó el deterioro de los vínculos sociales y familiares de la víctima”, y culminó en la muerte, ocasionada con un fusil Mauser que Fernández utilizaba para cazar.

Un caso paradigmático

El femicidio de Sandra Demare ocurrió el 25 de noviembre de 2013, justo el día de la No Violencia contra las Mujeres.
Sandra Demare estuvo en pareja con Fernández durante un año y medio, en una relación que incluyó episodios de violencia doméstica. Cuando ella decidió terminar la relación, el acoso fue peor, al punto de entrar en verdadero estado de pánico, tal como lo demostraron los mensajes de texto que intercambiaba con su agresor y lo relatado por amigos y familiares. Este estado de pánico la llevó a intentar irse a vivir a Chascomús y finalmente, hacer una denuncia en la Comisaría de la Mujer de esa ciudad, 20 días antes de su trágico final. La justicia impuso una restricción de acercamiento que Fernándezvioló sistemáticamente hasta que, a las 00.40 del 25 de noviembre decidió matarla.
Esa noche Fernández se descolgó del techo hacia el patio que comunicaba la casa de Sandra con su peluquería. Llegó a ese lugar armado con un fusil Máuser 765, un arma de caza de alto poder de fuego. En la casa estaban una amiga, sus dos hijos y un tercer adolescente, amigo del mayor. Fue la amiga la que llamó a la policía: dos efectivos policiales entraron a la casa, sacaron a los menores y, cuando se acercaron al patio donde se desarrollaba la escena de gritos y amenazas, recibieron un disparo que partió una reja y que, de no haber sido por ello, le hubiera costado la vida a alguien más.
Fernández acribilló a Sandra –se encontraron en el patio siete vainas servidas- y luego salió a la calle, desde donde disparó nuevamente a la policía: el último disparo se trabó y eso selló su captura.