La Ciudad

Qué botón tocar, el gran dilema mientras acechan los temores

Mar del Plata seguirá en fase 3, pero el Presidente y la Provincia no descartan disponer más restricciones en los distritos comprometidos. El oficialismo rumbea hacia alguna flexibilización en la Comisión de Reactivación. Pero el escenario empieza a poblarse de recelos y desconfianzas.   

Por Ramiro Melucci

Un funcionario provincial se lo recordó al intendente Guillermo Montenegro en tono confidencial. Así como Mar del Plata es una vidriera del país en temporada, también lo es cuando de coronavirus se trata. El mensaje buscó reforzar la necesidad de un trabajo conjunto en las peores horas de la pandemia para que no se produzca lo que a esta altura todos temen: que un enfermo se quede sin la posibilidad de ser atendido en una cama hospitalaria o no pueda ser conectado a un respirador en el momento más acuciante.

Ese temor está asociado a dos datos: la cantidad de contagios, que no para de crecer (esta semana la curva subió otro escalón) y las voces de alerta sobre el sistema de salud que se acumulan semana a semana. La Clínica Colón ha dicho con todas las letras que está saturada. La Pueyrredon avisa que no tiene lugar para pacientes complejos. “Hay saturación del área de atención de Covid en la mayoría de las clínicas”, englobó Jorge Soria, el titular de la Federación de Clínicas. El sector público también está al límite. Aunque el hospital modular sumó camas al sistema, falta personal especializado para atenderlas a todas.

La secretaria de Salud municipal, Viviana Bernabei, mencionó la intención de convocar a profesionales de otras localidades de la zona, del AMBA e incluso a estudiantes avanzados de medicina para contrarrestar las carencias. En esa búsqueda hay un trabajo coordinado con el gobierno bonaerense. Pero no está exento de roces. “Tal vez no está muy claro: la responsabilidad en ese tema es de la Provincia”, aseguran por lo bajo en el municipio.

En el Ministerio de Salud bonaerense la preocupación por Mar del Plata se acrecienta. La subsecretaria de Gestión de la Información, Leticia Ceriani, aseguró que la curva del distrito se está comportando como la del AMBA. Salvador Giorgi, jefe de gabinete del Ministerio que conduce Daniel Gollan, lo ratificó en una visita a la ciudad. Hasta recordó que Mar del Plata llegó a aparecer tercera en contagios diarios, debajo de La Matanza y de Quilmes. Un ranking que al municipio lo llena de ira.   

El tratamiento de General Pueyrredon como un distrito del conurbano no es azaroso. Aquí como allá impera la fase 3, que continuará. Los funcionarios bonaerenses insistieron en que es lo conveniente, al menos por una semana más. Sostienen que no hay sistema de salud que resista si siguen aumentando los contagios. Y refuerzan la postura de “no seguir abriendo actividades” para reducir la circulación.

Si ante el complejo panorama que le describieron los médicos de terapia intensiva Alberto Fernández no descartó oprimir el botón rojo para restringir aún más la circulación, Axel Kicillof, que ayer aludió a la necesidad de reducir contagios en Mar del Plata en la previa de la temporada, sigue apretando con firmeza el amarillo.

Eso sí: el botón rojo “siempre está”, aclaró el jefe de Gabinete, Carlos Bianco. El director de la Escuela de Medicina, Adrián Alasino, se mostró partidario de esa opción cuando llamó a restringir la mayor cantidad de actividades posibles. Santa Fe ya lo hizo con Rosario: desde ayer y por 14 días solo tendrá abiertas las actividades esenciales y la industrial.

El oficialismo vernáculo esboza la contracara. Preocupado por el impacto de las restricciones en la economía local (los comercios acusaron una baja del 32% de las ventas en agosto), mira de reojo el botón verde. Más allá de que la ciudad permanezca en fase 3, cree que es posible acudir a la Comisión de Reactivación Económica –el ámbito que siempre ha ablandado la dura letra que rige las fases– para debatir ciertos permisos.

La intención es entreabrirles la puerta a tres sectores: la obra privada, los comercios de indumentaria y la gastronomía. Cada uno empezó a gestionar por su cuenta. El Centro de Constructores, la Cámara de Desarrolladores Inmobiliarios y la Uocra presentaron una nota en el Ministerio de Producción bonaerense para que la obra privada, como la pública, sea permitida en fase 3. La Cámara Textil readecuó el protocolo de los comercios minoristas para que, en lugar de atender con un mostrador en la puerta, puedan permitir el acceso de un cliente por vez. Para la gastronomía se pensó en un principio un sistema similar al de Buenos Aires, con mesas en la calle. También se evalúa imponer horarios restringidos, pero no surgió todavía una propuesta definitiva e inquieta una amenaza: un sector advirtió que el martes abrirá, con o sin permiso.

Imposible no mirar lo que pasó en Capital. Horacio Rodríguez Larreta había proyectado la apertura de bares, confiterías y restaurantes con mesas y sillas al aire libre, pero el gobierno nacional la permitió solo en veredas u otros sectores del espacio público, sin el uso de patios interiores o terrazas.

La Comisión tiene previsto reunirse mañana. En el oficialismo anida la propuesta de sumar a la mesa de discusión a referentes de los rubros involucrados. Si hay una característica que define a ese cuerpo es que toma todas las decisiones por consenso. No deja de ser un dato sustancial. Con el gobierno provincial recomendando no abrir más, el margen de acción del jefe del bloque del Frente de Todos, Marcos Gutiérrez, se reduce.  

Habría que sumar otro factor. El debate no se producirá en un mar calmo, sino en un río revuelto. “En los últimos meses Juntos por el Cambio se la pasó hablando de la reactivación económica, pero no movió un dedo para acompañar la ley de auxilio al turismo”, disparan en la bancada opositora en referencia a la norma aprobada esta semana después del escándalo en la Cámara de Diputados.

El mismo miércoles, a 400 kilómetros, se produjo otro hecho que agrietó el escenario: quedó expuesta una diferencia en el número de contagios diarios difundido por la Provincia y el municipio. El gobierno local vio una mano negra detrás de la decisión de difundir, por primera desde el inicio de la pandemia, el corte que hace el Ministerio de Salud bonaerense de los casos del sistema integrado de información (SISA) con Mar del Plata en el podio.

Lo cierto es que eso puso sobre la mesa una desprolijidad del municipio. Solo a partir de esa controversia los medios locales se enteraron que los partes informativos que reproducían cada noche no reflejaban los casos de la jornada, sino los del día anterior. “No oculto la información”, se atajó Montenegro, enojado por las insinuaciones. Y cuando le sugirieron la posibilidad de dar a conocer más temprano los casos positivos para facilitar la tarea periodística, cortó en seco a su interlocutor. Nunca dará el número de contagios sin informar además la contraparte positiva: los recuperados. Es una decisión política.

El bloque del Frente de Todos remarcó las inconsistencias en un pedido de informes. “La incertidumbre infunde desconfianza en la transparencia de los datos oficiales”, lanzó. En el gobierno de Montenegro sospechan que la grieta que se evidencia en el plano nacional, graficada en las fotos de Diputados sesionando sin Juntos por el Cambio y en el distanciamiento social entre Fernández y Larreta, se traduce en Mar del Plata en una licencia para embestir.

Ata cabos. Apenas decidida la fase 3, el concejal Roberto Páez, del Frente de Todos, responsabilizó a Montenegro del aumento de contagios. Luego surgió el episodio de la diferencia de casos. Más tarde, el comunicado de las centrales obreras: una invitación a distinguir entre el trabajo de la Nación y la Provincia y la “inacción” de la Municipalidad. El tiempo de los silencios para preservar los acuerdos parece estar llegando a su fin.  

 

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